Bitácora

En tanto personal, evitaré el absurdo ajeno de llamar a esto editorial; pero es bueno que quede en público la bajeza de quienes usan métodos tan típicos a la cultura y el gobierno cubano. Cuando en el 2009 se quiso aprovechar el éxito de una campaña para encumbrar líderes fraudulentos y montársela a Hernández Bustos, lo rechacé; pero el editor de Cuba Inglesa y todo el mundo sabe muy bien que siempre lo apoyé públicamente, excepto en esa ocasión en que andaban firmando carticas como personajes públicos. Lo que se me puede echar en cara es haber tratado de publicar el primer poemario de uno de ellos, apoyar a otro en la presentación de su novela con todo y mis reservas, y proponerle y argumentarle a un editor la publicación de otro de ellos. También otras cosas, claro, como no dejarme acojonar por quien los manipula cobardemente; haberme enredado con la loca esa, que una de sus víctimas se trajo quizás para darnos en la cabeza, porque así es la vida; y tener la consideración de no escribir sobre los poemas de otro, para no decirle que hace falta más que gustar de los Beatles para ser poeta.

Debe ser muy triste para ese infeliz que los manipula vivir sabiendo que todos saben que es una porquería; incluso los que lo secundan porque son peores que él, que en definitiva ninguno puede confiar en ninguno, y lo saben. Ni mostraré estadísticas ni me referiré más a cosa tan desagradable; si lamento haberme relacionado con gente tan pobre y tan mezquina, haber creído en su inteligencia y en las posibilidades de una comunidad que se permite progroms como estos. No obstante, hace falta más que un cobarde para acabar con quien bien o mal trabaja con gusto y no porque quiera ser alguien; sobre todo si ya se tiene la experiencia de cuán pobre puede ser el ser humano, y eso hace rato que está vivido, que la virtualidad sólo vale para quien no puede hacer cosas de verdad.