Tuesday, December 23, 2014

Una introducción al Neomarxismo

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Jugar con los conceptos del Marxismo es fácil, lo mismo ensalzarlos que criticarlos acerbamente es apenas un ejercicio retórico; eso es lo propio de las ideologías, en tanto reducciones basadas en una lógica aparente; determinada sin embargo por la necesidad política, que además de aparente es relativa. Otra cosa es ponderar dichos conceptos en su propio alcance filosófico, que sería lo que explique la debacle de sus proyecciones políticas; ya desde que aquellos científicos de la Lomonosov mutilaran la espesa metafísica que introducía al Capital, con un espectro epistemológico propio; reduciéndolos a síntesis de valor justamente ideológico, como los mismos tratadillos pastorales que debilitaron al cristianismo manipulando la Biblia.
Otra cosa entonces es esa ponderación que permita comprender la crisis misma que frustrara la proyección política del Marxismo; y desde allí, tentar su pertinencia para las circunstancias actuales del mundo occidental. La misma peculiaridad de que el triunfo primero fuera por cuenta de los comunistas rusos es llamativa; desde que contradice la necesidad básica de un capital acumulado y un modo de producción industrial, que distaba mucho de la monarquía feudal y agraria en que se resolvía la economía rusa. Así, tanto el comunismo ruso como su contraparte en el nacional socialismo alemán habrían sido anomalías que pospusieran la solución del sistema; planteado en un conflicto demasiado racional para ser otra cosa que una mera abstracción, cuyos principios era válidos pero de valor únicamente referencial (cognitivo), no histórico.
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Sería con la desaparición de esas anomalías que el sistema vuelva a su tensión inicial, dirigiéndose nuevamente a la crisis del capitalismo; más visible esta vez, al reconocérsele en la perversión con que el sistema pasa de basarse en la producción industrial a hacerlo en la burocracia ejecutiva de las corporaciones; con la consiguiente híper concentración de capitales en las élites financieras, distanciadas de la realidad tras el gobierno de esas burocracias corporativas, básicamente autoritarias. Apuntes para una introducción al Neomarxismo es un intento de comprensión sobre este fenómeno, con la corrección de los excesos inevitables al Marxismo originario; como una elaboración que así culmina la Sistematización de Occidente, junto al video De pulcra filosofía y el opúsculo De suma singularidad.

Friday, December 12, 2014

El tambor y el laúd

Cuenta la tradición que el teatro surgió de las procesiones pánicas, cuando los himnos procesionales accedieron al intercambio dramático entre el cantor y el coro; lo que se habría facilitado por el carácter percutivo que primaba en su música, apoyada en los tambores, aunque se auxiliara con el lirismo aún primario de las siringas. No por gusto entonces la novela pastoril sería relegada por la epopeya y la tragedia, dado que su sensualidad era el reflejo de otro cosmos; como en la poesía misma, la lírica reflejaba un cosmos femenino y burgués, sensual y por ende doméstico, subordinado. Sólo que es esta subordinación la que desarrolla una receptividad, y donde reside la fuerza demoledora del Tao; en el ser pasivo, cuya debilidad lo protege del riesgo y es así la custodia de toda posteridad, el cáliz en que Dios deposita el semen eucarístico (humus spermatikós).
Probablemente un milenio después de ese surgimiento de
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la tragedia, una biznieta de Mahoma inauguraría la nueva cultura; en un juicio singular, la Sukaya Bin Hussein recibe la maravilla persa del laúd, cuya obscenidad morfológica desterrará la sobriedad religiosa del tamboril, y dará inicio a la poesía árabe. Está claro que esta última afirmación es excesiva, pero no si reduce las complejidades antropológicas a una representación de valor referencial; en la que podría reconocerse la evolución propia de los fenómenos en tanto formales, no de forma puntual pero sí sistémica. Después de todo, cerca de un milenio después de esta ocasión, volverá a repetirse la escena como un minué exhaustivamente ensayado; pero más vertiginoso cada vez, en las vueltas de ese vals cuya única variación consiste en la velocidad de sus figuras y que llaman dialéctica de lo histórico; cuando los negros esclavos de los Estados Unidos utilicen el ritmo de sus cantos de trabajo para refugiarse en Dios, pero más tarde accedan al lirismo que los refleje a sí mismos, en su sensualidad.

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