Saturday, December 16, 2023

Cándido y el pesimismo

El mejor de los mundos posibles es una teoría filosófica de Leibniz, que así se inscribe en la corriente del idealismo trascendental; de hecho, aunque es todavía una filosofía, es de base teológica, explicando en ello su trascendentalismo. La teoría asume que este es el mejor de los mundos posibles, porque siendo obra de Dios no puede ni siquiera ser mediocre; una argumentación de racionalidad directa y simple, y por tanto susceptible de caer en las falacias continuas de la sofística. A ello se debe el escepticismo con que Voltaire se burla de ese optimismo, con el sarcasmo de su novela Cándido; en que el protagonista, bajo el mentorazgo de un leibniziano de burlas, se expone al descalabro continuo en su choque con la realidad.

Sin embargo, no hay que perder de vista que Voltaire es francés, pionero del humanismo racionalista que contrasta con el pragmatismo inglés; que en su exigencia de positividad ignora —como Leibniz— el carácter representacional y por ende extrapositivo del concepto de Dios. Es decir, si Dios —o lo divino— como concepto es una representación sobre la determinación de la realidad, esta es por tanto un orden; que resolviéndose en el equilibrio, por más precario que este sea, resulta siempre de una contradicción de principios opuestos; siendo por tanto no sólo un resultado positivo sino el mejor resultado posible, que en su continuidad es dado como el mundo. Es decir, entendiendo que de esta oposición puede resultar la no existencia del mundo, su propia realidad es un hecho positivo; lo que no tiene nada que ver con las connotaciones morales con que se le asume en el Cándido, que en su sarcasmo se refiere a la candidez como virtud; sino con la consistencia propia de lo real, de lo que es posible extraer una reflexión moral, pero que no la postula por sí mismo.

El otro problema recurrente aquí es el drama mismo del desastre, al que se enfrenta siempre Cándido en su candidez; que como virtud, representa con espontánea eficacia el estado de desconocimiento absoluto del Ser (cándido) respecto a su realidad. Eso no es un silogismo, sino la paradoja por la que la reflexión de Voltaire le habría sobrepasado a él mismo, explicándole su propia contradicción; ya que los tropiezos del Cándido se refieren a su ignorancia sobre estas determinaciones, y no a una naturaleza perversa de la realidad; que bien vista, sería tan absurda como una bondad suya —que le hubiera atribuido Leibniz—, ya que la moral es siempre una cualidad de lo humano.

De hecho nuevamente, habría que entender que Voltaire se mueve en el mundo de la cultura como realidad; y que esa realidad sí poseería esa cualidad moral en cuanto humana, que desconoce lo real por sí mismo. Desde ese punto de vista, el Cándido no tropieza con la realidad sino con su realidad, que es distinta de aquella en el sentido humano; por lo que el burlesco doctor Pangloss sí tendría razón, refiriéndose a la vida como esa capacidad continua para participar de la realidad.

Se sabe además que el concepto de Leibniz no es moral sino matemático, invalidando la burla procaz de Voltaire; y es difícil que Voltaire desconociera esta diferencia, remitiendo su burla a la mera manipulación retórica y el sofisma. Del atractivo de esa procacidad de Voltaire para el magisterio, es que se concluye el apocalipsis de la postmodernidad; como ese fanguero donde cae por última vez el Cándido, empujado por el lápiz artero de su autor al lago de su ignorancia.


Saturday, December 2, 2023

El enigma Morúa, una introducción

El enigma Morúa no se limita a los problemas históricos alrededor de este personaje, sino que va a sus alcances; de ese modo, se trata más bien de un análisis antropológico de las determinaciones históricas de la política en Cuba. Aún en este sentido, tratando a Cuba como el contexto específico en que Morúa se relaciona con Occidente; así que es también una antropología de la cultura occidental, expresada en las contradicciones políticas de su desarrollo.

Por eso, por ejemplo, compara —en apéndices— al desarrollo excepcional que produjo la singularidad política griega; pero no con relación a los últimos procesos políticos de occidente, sino a su paralelo en otra excepcionalidad, africana. De estos contrastes está lleno el libro, como el que propone una comprensión de la historia distinta de la dialéctica; con una introducción a la trialéctica, como propia de la realidad, que sería a su vez la naturaleza de lo histórico.

Es por eso que, a pesar de no ser un libro extenso, da la impresión de ser digresivo, en su expansión temática; con apéndices tan densos —a veces más— que el cuerpo del libro, tratando de desmenuzar sus implicaciones tópicas. En este sentido, puede ser un libro tan difícil como el tema, al que se le dificulta establecer un público propio; ya que postulándose contra la comprensión convencional de la historia, es tan especializado como esa misma convención.

No obstante, esta dificultad es ineludible, incluso si eso significa postponer en el tiempo el impacto de este libro; porque se trata precisamente de otro paso en el desarrollo de un Nuevo Pensamiento Negro, como otra tradición. Especialmente importante en este sentido, trata entonces de corregir el eje antropológico de la cultura nacional; moviéndolo desde su mito fundacional a una comprensión más práctica de estas determinaciones históricas suyas.

Morúa Delgado, en definitiva, fue quien postuló un argumento pragmático y no moral contra la solución autonómica; que así permite un establecimiento más realista de la cultura independentista, y con ello más funcional de estas determinaciones. Es por eso que su importancia es antropológica antes que política, aunque su expresión sea inevitablemente política; y esta a su vez como contradicción, que explica la inestabilidad de la república, conduciendo a su constante implosión.

Otro aspecto interesante de este acercamiento a Morúa, parte de este mismo acercamiento antropológico; que en esa comprensión de la historia, lo sitúa en uno de los extremos trico y no dicotómicos de la contradicción. Los otros dos extremos serían el de Estenoz —ensombreciendo la función angular de Ivonet— y Juan Gualberto Gómez; y más allá de ellos, las de Fidel Castro y Toussaint L’Overture, estrechando al Caribe y desplazando la centralidad de Martí.

Se trata por tanto de una visión compleja, de un fenómeno que es ya muy complejo, sin reducirlo en sus determinaciones; y de ahí su contradicción, de rehuir la especialización convencional, pero con la suya propia, como emergente. Su índice de lecturas complementarias, aparte de la bibliografía directa, es igual de aleatoria y contradictoria; pero imponiendo en ello su propio objeto, en la determinación trascendente de lo real y su comprensión.

Esto es lo que lo hace a este libro tan sumamente complejo, en esa centralidad funcional de Morúa Delgado; como un tema esquivo en las discusiones actuales sobre historia y política, que además se extiende ahora a la filosofía. De ahí la función cardinal de esos apéndices sobre las inconsistencias de Hegel, en relación con la dialéctica; y que parten de su misma contradicción acerca del Dasein, del que él mismo carecía, dada su hiper especialización cultural.

Esta es la contradicción corregible por la cultura negra en su emergencia, pero distanciándose de toda convencionalidad; siquiera atravesando ese espeso matorral del verdadero cimarronaje, fuera del ámbito doméstico de la academia. Por eso este acercamiento pretende solucionar el llamado problema negro, pero deshaciendo su artificialidad; que es por lo que esta personalidad de Morúa Delgado es tan central en la historia de Cuba, como su corrección capital.

Esta edición está acompañada por la de el Ensayo político del mismo Morúa, y del que se extrae su antropología; como esa comprensión de las determinaciones ontológicas de lo cubano, en la base de una verdadera tradición nacional de pensamiento. Con el subtítulo de Cuba o la raza de color, este ensayo de Morúa es una de sus fuentes más y peor citadas; con lecturas sesgadas, que disuelven en datos puntuales el alcance de su sistematización tan original del problema racial.


Sunday, November 19, 2023

Réquiem por Natalia Bolívar

Es difícil postular el purismo, si se es negro y proveniente a la vez del catolicismo reaccionario, siquiera por curiosidad; pero la muerte de Natalia Bolívar, tan lamentable como toda muerte en tanto humana, brinda un alivio peculiar. En este caso se trata de que las cosas no ocurren sobre el vacío, sino en un entorno histórico que las determina; y en ese sentido, Bolívar era la última de una casta racial blanca, que monopolizaba el esplendor de lo negro en Cuba.

Ese es un problema grave, más allá de rencillas pequeñas y determinadas por el egoísmo y la banalidad política; porque ella era la última expresión de ese esnobismo intelectual, que terminaría sistematizando el racismo. Eso es lo que ocurre, con la canalización de ese racismo en el liderazgo por los blancos de los estudios sobre los negros; que no permitiendo el desarrollo de una comprensión negra de lo negro, lo mantienen en control de la cosmología blanca.

Quien no pueda entender la sutil torcedura del racismo cubano, no puede comprender sus extrañas paradojas; como en este caso, en que una promoción interesada y gradual, lo dirige por los causes de su perversión política. En este sentido, Bolívar es una figura menor de la pléyade de la burguesía blanca, coronada por Lidia Cabrera y Fernando Ortiz; pero cuya degeneración última corre por la cuenta de Alejo Carpentier, con su esnobismo folclórico y populista.

En tanto menor, el caso de la Bolívar es también el peor, porque ni siquiera da el espacio a desarrollos futuros; desde los que retraer la cosmovisión existencial de lo cubano, como todavía es posible en los clásicos que la antecedieron. En su caso, en cambio, el poder desplegado era institucional y no cultural, incorporando la naturaleza represiva del gobierno; no importa si eventualmente al margen del mismo, porque la confluencia es de intereses, en tanto es cosmológica y cultural.

Con la muerte de Natalia Bolívar, las figuras negras podrán por fin emerger por sí mismas, en su propia importancia; no en un reconocimiento, que siendo ajeno los mantiene funcionalmente subordinados, en el mismo juego de la esclavitud. Eso es lo que alimenta el nuevo tráfico negrero del academicismo norteamericano, alimentándose de nuestra precariedad; en un modelo que alimenta en la sublimidad moral la deuda estudiantil en estados Unidos, por el falso reivindicacionismo.

La participación en esta forma de tráfico negrero es comprensible, por su naturaleza económica, como el original; la distinción retórica, esquivando la importancia existencial del individuo, es hipócrita, y doble al afectar a los negros; porque contrario a todo otro estamento de la sociedad, estos carecen de una red que pueda absorber su traumatismo. Eso es lo que hizo tan perverso el brillo de la Bolívar entre los estudios afrocubanos, sobre todo de los últimos epígonos; entre los que Bolívar era amauta de amautas, pero por el cinismo con que mantuvo el cepo en el cuello de sus negros.


Thursday, November 16, 2023

El Capitalismo como estafa

El mercado, como la mano invisible que regula la realidad, es una imagen tan romántica como la del socialismo; de hecho es una teoría, surgida al calor de los debates teóricos suscitados por los socialistas utópicos. Por eso, como la teoría económica del Marxismo, esta que la contesta responde a su misma determinación; que no es nunca la realidad, sino su comprensión por una élite que ha perdido el sentido de lo real con la especialización.

La economía moderna es industrial, por el mercantilismo en que decae el medioevo con el renacimiento del mercado; pero como una realidad más compleja que las meras relaciones de producción, al darse sobre una estructura política. Esta complejidad se debería entonces a que no se trata de un nacimiento puro, dado en esas relaciones de producción; sino de la transformación de una estructura política ya dada, que cambia sus determinaciones internas.

Por eso, la reducción de la economía a esas relaciones productivas es tan excesiva como su otra reducción a las políticas; que de hecho es posterior a la primera —por el Marxismo—, con el ajuste leninista de Carlos Marx. Este ajuste del Leninismo, se debería precisamente a la deficiencia teórica Marxista, con su economicismo excesivo; pero igualmente excesivo en esta corrección, por la extrema politización, que como la otra desconoce toda relatividad.

Eso no es extraño, todos responden de algún modo conceptualismo idealista, que es el que desconoce la relatividad; así que se fabrican las teorías como los dogmas del catolicismo, con la única diferencia de que se dicen científicos. Por eso, los teóricos del capitalismo responderán a la misma dinámica teoricista, si es al Marxismo que responden; y todos —incluidos los marxistas— respondiendo a la preocupación de los utopistas, que era también teórica, y ninguna de ellos a la realidad.

Por eso todas esas discusiones son políticas, y remiten a la misma falta de solución que la de los universales; que de hecho resolvía teóricamente el mismo problema del capital, que entonces era teológico y no financiero. La última prueba de esto es el capitalismo postmoderno (neoliberal), que alcanza la apoteosis con la implosión socialista; pero no como el triunfo del mercado que proclama, sino su inflación artificial con la deuda pública, como el socialismo.

En efecto, lo que arrasó con la llamada área socialista no habría sido su ineficiencia económica, que era notable; pero que se debía a su carácter corporativo, en su organización como el capitalismo de estado del leninismo. Es decir, tal y como el capitalismo que le sucediera, ahora en la teoría neoliberal, con el funcionariado en clase ejecutiva; que como en el socialismo es intercambiable con la política, porque su especialidad es administrativa y no productiva; no importa la apariencia de capital privado d elas corporaciones, que en tanto públicas son igual de reguladas.

Lo que implosionó a la economía socialista, habría sido entonces la carrera armamentista, tan artificial como ella; y que alimentada por el presupuesto militar —no el mercado—, terminaría inflando la deuda pública, no la privada. En otra perversión, el índice de libertad económica sitúa a Estados Unidos en el veinteavo puesto; asombrando no ya que no esté en el primero, siendo como es el supuesto motor del capitalismo postmoderno; sino la otra estadística, que reduce a cinco años el promedio de vida de las medianas y pequeñas empresas; adjudicando el fracaso a su desorganización económica —como en el socialismo—, y no al lastre de su hiper regulación.

La falacia estaría en la mera formalidad de la contradicción entre los órdenes, ocultando exprofeso su complementariedad; por la que el capitalismo es sólo una abstracción crítica (moral) del economicismo político, por el puritanismo social. Eso es lo que explica su origen en los socialistas utópicos, como base para el barbarismo teórico del dogma marxista; como señuelo al ego, que desviará la atención de todos —incluido el inefable Weber— de lo real, con esa sublimación del socialismo.

Tuesday, October 31, 2023

El reino de ese mundo, Carpentier y el problema haitiano en la cultura cubana

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La literatura no determina la cosmología —como hermenéutica— de una cultura, pero la proyecta en su especialización; porque su estatus intermedio, en la estructura económica de la sociedad, le ofrece los recursos para ello. No la determina justo por esta especialización, en que se distancia de las prioridades existenciales de la cultura; que dadas en las necesidades primarias de las personas, no son políticamente especializadas, sino básicas y propias de su base popular.

Esa determinación corre por cuenta de la práctica religiosa, porque esta es la que organiza esta relación con lo real; y justo en la medida en que se especializa políticamente, como clase intelectual, perdería también esta capacidad. Esa base popular es en definitiva la que crea el capital, como conjunto de recursos con que se desarrolla esa cultura; siendo esta la razón de que, a medida que un estamento se especializa, pierda su relación inmediata con lo real; y con ello su capacidad de reflexionarla por encima de sus proyecciones políticas, como su misma necesidad existencial.

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Es por eso que la literatura puede explicar, como antropología, la comprensión de fenómenos especiales por la cultura; y en el caso cubano, tanto la complejidad de su racismo, como —por ejemplo— su percepción del problema haitiano. En este sentido, el prejuicio racial está dado por la omnipresencia del negro como objeto pasivo del interés del blanco; que como sujeto activo tendrá la percepción del mismo, desde sus parámetros ilustrados y modernos.

Eso es lógico, si las sociedades americanas en general son modernas, y logran la madurez a la altura de la ilustración; haciendo de la artificialidad crítica del racionalismo y su contradicción romántica su propia naturaleza, como cultura. Eso permite comprender la perversa comprensión de la cuestión haitiana en Cuba, incluso como valor antropológico; como la muestra Alejo Carpentier con sus reducciones groseras —también por ejemplo— en El reino de este mundo.

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Obviamente, como arte, Carpentier sólo refleja la percepción del problema por la cultura cubana, no la determina; pero con un distanciamiento que no se encuentra en El siglo de las luces, y sí relativamente en El recurso del método; como en Los pasos perdidos, con la reducción de lo indígena a una bondad salvaje, desde su hiper racionalidad. El buen salvaje es un tema de hecho recurrente en la estética moderna, y obedece a una intuición trascendentalista; pero sólo como contradicción dialéctica —no trialéctica— de la insuficiencia racionalista, desde el Romanticismo.

Esto no permite una comprensión efectiva de lo real, no importa incluso ese trascendentalismo, tan kantiano; porque se trata de una reducción inmanentista, a partir de la naturaleza conceptual del pensamiento como valor absoluto. Carpentier tiene también esa intuición romántica, rescatada por la revolución surrealista como nueva convención sobre el arte; que poniendo el énfasis en su capacidad reflexiva, termina por subordinarlo siempre a la función discursiva, por esa convencionalidad.

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Es por esto que, más que convencional como ilustrado, Carpentier es contradictorio, como también cubano; y por eso explora en este mismo sentido de la excepcionalidad trascendente de lo marginal, como poder incomprensible. De ahí la figura ciertamente recurrente del negro viejo en Viaje a la semilla, que explica el dilema existencial de Los pasos perdidos; pero Carpentier —como Sartre— es comunista, y cede al convencionalismo de su ilustración, descreyendo de lo mágico en El reino de este mundo.

Recuérdese cómo Carpentier ignora el complejo proceso de Haití, reduciéndose al reino de Henry Christophe; tratándolo como bufonada, luego de excluir la complejísimo proceso de Loverture, el Napoleón negro al que teme Napoleón; y pasando del fracaso de MacKandal como líder, a la superficialidad de la esposa del general delegado por Francia. El reino de este mundo es una ficción literaria, pero que por lo mismo proyecta una comprensión especial del conflicto; que es importante, porque se refiere a la percepción del mismo por la cultura cubana en su élite intelectual.


Sunday, October 29, 2023

Alexander Otaola y la cubanización final de Miami

Nada hay más justificado que la paranoia de la cultura política cubana, con esa obsesión del país con su exilio; y a eso se refiere el problema de los agentes de opinión, exacerbado por la accesibilidad tecnológica. El problema real de esto no es la cubanización de la política local, que siempre estuvo signada por ese exilio; sino su fijación con la actualidad de ese país, condicionando el desarrollo paralelo que alguna vez tuvo esta comunidad.

Ese es el problema con los agentes de opinión en Miami, conscientes o no de ese favor al gobierno cubano; comenzando por el personaje en que ha devenido Alexander Otaola, amenazando la insuficiencia de la política local. La corrupción política de Miami es parte de su cultura, con más de un episodio sacado de la picaresca española; eso es lo que ha permitido el precario dominio demócrata, empujando a la población a la dependencia de los programas sociales.

La solución sin embargo pasa por la madurez política, no importa lo arduo y controvertido de ese proceso; no rebajarlo más aún a niveles de sainete, probando que el problema es de naturaleza y no de sistema político. Esa ha sido la función —o al menos el resultado— del éxito de ese influencer, con el impacto cultural de su programa; en un homogenización de esa cultura, que ya desconoce la diferencia funcional del entorno norteamericano en su singularidad.

Los cubanos no construyeron a Miami, como gustan decirse a sí mismos, sino su corrupción con dinero de la droga; lo que sí le han impuesto es el color local, con ese ritmo especial para sus cosas, desde el dialecto a la cocina. Todo eso sin embargo se mantiene estructurado por la inteligencia de grandes intereses que ignoran soberbiamente; y por eso, atravesando esa cubanidad, había aún cierto sentido norteamericano del confort, que permitió esta corrupción.

Esa es la brecha aprovechada por el gobierno de la Habana, penetrando por esta debilidad existencial del exilio; cuya precariedad no le ha permitido nunca cortar de verdad los lazos con su origen, no importa la fiereza política. El desastre actual comenzaría con el éxodo del Mariel, importando la superficialidad disfuncional de su élite artística; que secuestraría la expresión local con el mismo chantaje del diferendo político de la otra orilla, como su misma continuidad.

Desde entonces, más se normalizaría aún con el éxodo de 1994, rematando con el intercambio cultural del siglo XXI; que establece una élite, no ya especial sino vulgar y populista, con ese falso mercado —pulguero mejor— del reguetón. Con las mismas pretensiones artística de los del Mariel, la élite profesional, dispuesta a conquistar Hollywood; dejando un cementerio de luminarias, frustradas en su excelencia técnica, por esa disfuncionalidad de la cultura en que surgieron.

Eso sería lo que lograra imponer la base discursiva del gobierno cubano, con estos influencers como referencia; que funcionan como una institución cultural, no importa si tan falsa como la cultura que alimentan con su no menos falso folclorismo. La proliferación de programas menores pero de ese mismo tipo, ilustra el nivel de vicio y profundidad de esta penetración; que comenzando por las pretensiones de unos poetas venidos a menos, precipita a la comunidad al mismo abismo de su contra parte.

No importa si los edificios no se están cayendo, gracias a sus fuentes no locales, sus servicios dejan de funcionar; y la promesa de restaurarlos es risible, porque no cuenta con el poder corporativo que lo permitió; mientras se resiente la cultura política, cruzando el Rubicón de la vulgaridad creciente como naturaleza y cultura. La dependencia del conservadurismo tradicional de estas figuras tan complicadas, ilustra el alcance de esta crisis; que no es política sino mucho más profunda, con sus raíces en la corrupción de su cultura, expresada como política.


Friday, October 27, 2023

¿Es Frida Kalo una artista mediocre?

El problema con las afirmaciones —y las negaciones— tajantes, es que desconocen la mesura de la relatividad; y por eso, decir que Frida Kalo era una artista mediocre puede ser tan excesivo como decir que era excelente o excepcional. En términos de técnica, Kalo se impone no sin un largo esfuerzo, y en un medio que ya descree del figurativismo; y lo hace siendo todavía figurativa, aunque aceptando la deformación del plano inmediato, que ya es convencional en su entorno.

En efecto, la pintura de Kalo carece de perspectiva, pero Leonora Carrington ya había hecho eso secundario; más comprensible la Kalo bajo el influjo de Diego Rivera, en quien resulta de la aglomeración de figuras, no de la técnica. Kalo es una pintora de su tiempo, y sólo su tiempo ofrece parámetros para entenderla, porque es lo que la determina; tanto como esa fijación suya en sí misma, como objeto único de un universo profuso y complejo en esa recreación.

L. Carrignton, La gigante
Primero, parte de las determinaciones de ese tiempo de la Kalo es la de una naturaleza subjetiva del arte; que puede ser cuestionable como concepto, pero era el canon válido de ese tiempo, imponiendo sus convenciones. Segundo, ya dentro de esa subjetividad, la justificación de su tremendo alcance existencial, como experiencia; porque el arte es una reflexión de corte existencial, aunque a veces se corrompa en el discurso político, como con Diego.

De este modo, es incluso heroico ese existencialismo subjetivista de Kalo ante el compromiso socialista de Rivera; y eso hasta le otorgaría cierta y compleja densidad —más aún— a su figurativismo, en tanto existencial y en ello contradictorio. No se trata de que lo sepa, que lo mejor en estos casos es que es la naturaleza como realidad lo que se revela; sino de que es en esa simpleza casi infantil que recupera las preocupaciones existenciales de las viejas tradiciones mitológicas; en las que las religiones embutían significados trascendentes, creyendo que sabían la hondura que obviamente ignoraban.

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Cuando Frida Kalo se fija en sí misma, no se recrea en su sufrimiento sino que comprende su propia humanidad; y es en esto que resulta ontológica, como sólo los mitos tradicionales, comprendiendo las determinaciones de lo real. Es tan infantil que no puede ser consciente de los alcances de su gesto, que no desconoce la vanidad y lo superficial; pero es que es en esta superficialidad que lo real puede por fin empujar a la razón —tan discursiva— y manifestarse.

Este es el caso de Frida Kalo, tan banal como todo otro artista, incluso los barrocos que sólo se ganaban la vida; y que además lo hacían explotando la vanidad de sus patronos, aunque de esta también les cayeran migajas. Por eso, Frida Kalo no es conceptualmente profusa como las deconstrucciones geométricas de Picasso; pero en el minimalismo de su ingenuidad hay algo más humano que en los grandiosos discursos de Diego Rivera; aunque no lo supiera, como sabe el himnista bíblico que es su fijación en Dios lo que le da sentido a Dios, no a la inversa.

 

Thursday, September 7, 2023

La revolución haitiana como referente humanista en el nuevo mundo

Nadie puede negar la importancia histórica de la revolución haitiana, pero sí confundir su significado antropológico; que en relación con el precedente de la francesa, marcaría el epitome de la modernidad, con su modelo humanista e ilustrado. Así, esta revolución sería el alcance último de la francesa, como resultado directo de la crisis que produce aquella; y que sería de orden antropológico, no sólo histórico, siendo de este que derive su propio carácter y alcance histórico.

En ese sentido, habría que entender la naturaleza de la primera, y desde ahí tener una comprensión de la otra; y esta incluye no sólo el derrumbe factual del orden monárquico, sino también las causas que lo provocan. Eso es importante, porque cambia la naturaleza y función misma del fenómeno original y su magnitud; al no deberse a una reacción popular por el derroche de la aristocracia, como en la marcha de las pescaderas; sino a su manipulación por la misma aristocracia, en su afán de romper el orden político, en provecho propio.

De ahí que lo original de la revolución francesa resida en la política populista, como recurso de una élite especial; que centrada en la sublimación ética del humanismo, recurre a su propia hiper especialización intelectual, como justificación trascendente. Esto no ocurre en el vacío, sino producido por la división progresiva de la aristocracia francesa, específicamente la normanda; en una crisis subrepticia, que viene de la que significara el imperio angevino, como desarrollo alternativo para las coronas inglesa y francesa.

Esto explica la confluencia de esa aristocracia en el club de los jacobinos, radicado en el convento de San Jacobo; implicando el ascendiente de la orden dominica en ese el humanismo moderno, desde la Universidad de París[1]. De ahí que como crisis interna de la aristocracia, la revolución francesa tenga una función conclusiva antes que inaugural; con su república como una emergencia de la misma aristocracia como oligarquía, ahora en esta especialización intelectual.

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Téngase en cuenta que lo ocurrido en la modernidad es la sustitución de la aristocracia tradicional por la moderna; en tanto aquella aportaba el ascendiente militar, como el capital que potenciaba la estructura en su desarrollo; aportado ahora por la alta burguesía como financiera, que deviene en aristocracia funcional, sustituyendo a la otra. Eso ni siquiera ocurriría como contradicción, sino como desarrollo de la alta burguesía —específicamente financiera— en su emergencia; que permite la transición de esta aristocracia en élite intelectual, con la crisis provocada a su vez por la emergencia de esa nueva aristocracia[2].

De ahí ese carácter conclusivo de esa revolución, por la acumulación a nivel crítico de sus propias contradicciones; repercutiendo en el debilitamiento de su estructura imperial, con la relación disfuncional de sus clases y fuerza productiva. Esto sería lo que ocurre en Haití, como extensión entonces de esa misma crisis estructural, que ya es propia de todo occidente; por lo que a su vez tiene otros desarrollos, en la emergencia de la aristocracia inglesa, dada la debilidad relativa de su monarquía[3].

Haití deviene así en el arquetipo cultural del Nuevo Mundo, pero justo de la insuficiencia del humanismo moderno; que se va a proyectar en el voluntarismo y todas las formas del idealismo político, sin un ápice de pragmatismo o suficiencia económica. Esto incluso en países en que la fundación corre por cuenta del colonialismo inglés, que responde a estas mismas determinaciones; ralentizado por su base económica, pero igual dirigido a la implosión estructural, basada en este humanismo, por la misma especialización intelectual.

 


[1] . Debe recordarse que la Orden de Santo Domingo se funda precisamente en el Sur de Francia, como parte de la cruzada contra los cátaros, y tiene siempre este énfasis intelectualista en la teología. La universidad de París, segunda en Europa, surge como un estudio de teología, y por tanto bajo supervisión eclesiástica; con este énfasis teológico, que provocará desde la contesta cartesiana al sofisma a que se había reducido el realismo aristotélico, hasta del modernismo.

[2] . Se trata del caso específico del ministro de finanzas de Luis XVI, quien provoca la crisis al publicar el déficit presupuestario; pero en una manipulación que se le va de las manos, presionando al rey para que le conceda más fondos para la guerra de independencia norteamericana.

[3] . Contrario a la monarquía francesa, la inglesa es especialmente débil, desde la crisis constitucional de 1010 y su exposición anterior a las invasiones vikingas; a lo que debe añadirse el conflicto entre las casas de Lancaster y York con que arriba a la Modernidad, y la posterior de la dinastía Estuardo. Esto va a propiciar una transición distinta de la aristocracia inglesa, que en vez de especializarse en el elitismo intelectual va a desplazar a la burguesía financiera; preservando en ello el orden monárquico —bien que con las crisis de la dinastía Estuardo— y un énfasis en el desarrollo capitalista antes que intelectual.

Tuesday, August 29, 2023

Wikipedia no es una enciclopedia libre

La cuestión aquí es el tipo de organización, que media como fundación humanista pero funciona como grupo de gestión; dedicado en principio a la educación y la cultura, pero con intereses políticos claros, como toda organización de su tipo. A partir de ahí, y como cualquier otra organización de ese corte, Wikipedia carece de la credibilidad que requiere como medio de referencias; actuando por el contrario, como un mero instrumento de manipulación ideológica, imponiendo una lectura sesgada de la información.

Wikipedia se presenta como educacional y divulgativo, pero carece de cuerpo con responsabilidad jurídica; es una junta anónima, con poder de censura y bloqueo para la edición de artículos de interés histórico, político y científico. El modelo es típico y recurrente de las organizaciones culturales que se mueven tras los desastres políticos modernos; comenzando por el de la revolución francesa, fraguado por los aristócratas del club jacobino, pero presentado como un movimiento popular.

Como en ese caso, en Wikipedia abundan los juicios de valor, que dan el corte ideológico a su información; imponiendo esa lectura ideológica que es propia de organizaciones de culto, como los Testigos de Jehovah. Wikipedia vigila el tratamiento de esta información además, como una Congregación para la Doctrina de la Fe; que bloquea usuarios cuando tratan de corregir estas distorsiones, acusándolos de disruptivos, como los comunistas a los disidentes y los católicos a los herejes.

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Por supuesto, como en los partidos comunistas, hay un engorroso mecanismo de apelación, difícil de chequear; dejando a la potestad a una entidad todavía anónima la decisión final —a esas alturas ya inapelable— sobre el acceso. Eso, al tiempo que se impone a sí misma como la fuente primaria de referencias para investigaciones populares; de modo que reduce el margen de efectividad de toda disidencia, manteniéndola dentro de la convención política de la cultura oficial.

De este modo, subrepticiamente, Wikipedia completa la toma de la cultura moderna hasta en su posible disenso; tal y como los antiguos cristianos, cuando sellaron la patrística con San Agustín, en el origen de su dogmatismo. Parte de aquella movida fue la supresión de las escuelas de filosofía, como fuente de ese disenso en la libertad de pensamiento; que aquí se trasluce con la imposición práctica de la enciclopedia virtual, en la reforma de los hábitos de estudio.

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Lo que Wikipedia ignora, en su modernismo extremo, es la naturaleza misma de la realidad en su propia realización; que se sobrepone a estas estrategias, compensando con la inefabilidad del individuo toda su posible coerción política. No importa su siniestra manipulación de la historia, esta sólo funciona para sus propios cófrades y monjes fanáticos; no para los espíritus libres, que siempre han sorteado tanto al Santo Oficio como a la censura universitaria de los partidos.

Eso sí, cuando les pidan donaciones por su naturaleza cultural, pregúntese con qué cultura está colaborando; si con una que respeta su dignidad personal, o una que manipula la historia para imponerle —con su dinero— su propio plan para el mundo. Ese es el problema con los proyectos humanistas en su afán de cristianismo distópico, desde sus comienzos con la Universidad de París; cuando surgió como una organización cultural, especializada en la educación, y en eso elitista e intelectualmente oligárquica.


Thursday, July 20, 2023

La cultura negra en Estados Unidos

Puntos clave

El desarrollo de la cultura negra en Estados Unidos tiene el potencial de corregir la dinámica de poder y la corrupción intelectual presentes en la cultura occidental.

Los excepcionales orígenes de la cultura africana, en concreto de la cultura igbo, pueden complementar y superar los aspectos negativos de la cultura griega.

La reorganización y reinterpretación de movimientos precedentes, como la Negritud, pueden aportar un valor corrector a las luchas de poder dentro de la sociedad.

Resumen

La tesis del artículo es que la cultura negra en Estados Unidos tiene el potencial de corregir los problemas de la cultura occidental, especialmente en lo que respecta a la dinámica del poder. 

El texto sugiere que la cultura negra, en concreto la cultura igbo, complementa el desarrollo negativo de la cultura griega y ofrece una alternativa positiva. Sin embargo,  también se reconoce que la cultura negra en América se ha visto corrompida por el elitismo intelectual y la manipulación política de estas élites. 

A pesar de ello, el autor cree que la culminación de estos desarrollos creará una base para el progreso futuro. El trabajo también analiza el desmantelamiento de la tradición intelectual occidental y la posibilidad de que la marginación de los movimientos intelectuales negros provoque un cambio positivo.

Sunday, July 9, 2023

Los iniciados

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Esta película es interesante por más de una razón, y la primera puede ser porque rompe el cliché del cine latinoamericano; más eficiente en eso que al arrebato de la Generación Mac’Hondo contra el Realismo Mágico, que terminó en el Crack. Es también interesante que esto ocurra en el cine y no en la literatura, tal vez como signo de los tiempos; que se mueven a un tipo de reflexión más flexible, y en ello más difícil de manipular con discursos extra estéticos. Los iniciados rompe con todo, y brinda el drama gótico de una serie de novelas gráficas, reteniendo su estética; que si bien maniquea como el carácter binario de la realidad, no desconoce las borrosas líneas de la profundidad existencial.

Como crítica, puede achacársele la recurrencia del tono (Orange/teal) que satura toda la cinematografía contemporánea; rebajándola al nivel de video aficionado con estas recurrencias, que pierden impacto con la repetición gratuita. Además de eso, un elenco diverso con actuaciones desiguales, que depende —puede que excesivamente— de la plasticidad; pero en ese mismo sentido, hace lugar para uno de los duetos más maravillosos del cine contemporáneo, entre el grande Andrés Parra y el no menos inmenso Jorge Cao.

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De hecho, Cao no aparece en el primer tercio de la película, pero su presencia ominosa pone una barrera alta; que él llena fácilmente con serenidad con su primera aparición, para sentar la pauta dramática en apenas su segunda escena. A esas alturas, ya Parra ha hecho gala del histrionismo que se le conoce, y deja claro que se trata de un ballet escénico; con un nivel al que no pueden llegar otras figuras, dada la brusquedad con que se han dibujado estos dos perfiles, como en un Caravaggio. Las otras actuaciones son desiguales y ciertamente incidentales, como descuidadas frente a la excelencia de los protagonistas; con jóvenes que poco puede ofrecer aparte de la frescura —bastante impostada— y el idealismo natural al drama.

La naturaleza gótica del drama y su procedencia de la novela gráfica no es una metáfora referencial, sino un dato real; el guionista, Mario Mendoza, es un escritor de ese género, que fusiona en esta libreto tres de sus series gráficas; y el director, Juan Felipe Orozco, tiene a su haber una película de terror del 2006, con el título de Al final del espectro. Probablemente ese origen explique la tensión concentrada en el protagonista y su némesis, como una característica; pero olvidaría que el cine tiene otro lenguaje, con una profundidad y perspectiva que desconocen la inmediatez de la novela gráfica.

No importa, como conjunto la película se salva por su equilibrio, compensando estas carencias con el libreto; que si bien mantiene ese maniqueísmo de la lucha entre arquetipos de bien y mal, lo hace en un escenario amplio. En todo caso, vale la pena respirar la madurez estética de un cine que rompe con las expectativas de lo latinoamericano; aunque puede que sea por eso que sólo llega a través de una distribuidora alternativa —aunque poderosa— como Amazon. No importa, pues para eso existen las alternativas, para poder saltarse las convenciones y establecer otras nuevas referencias; y si la plataforma tiene el poder para facilitar eso pues mucho mejor, que tampoco se trata de una rebeldía infantil, sino de plena madurez.


Thursday, June 22, 2023

Olimpo

En la muerte de Manuel Díaz Martínez

El monte respira tranquilo, descansa

por fin, ha cargado en su espalda

los destinos todos de los hombres

y sus significados y sus alcances;

con nieve en los hombros ha visto

la danza coqueta de las musas y

la justicia incomprensible de Atenea,

el ceño de Era y la sonrisa enigmática

con que Afrodita sueña las armas de Ares.

El tiempo, el cielo y la tierra visten

el luto aquel de Deméter, pero saben

que este no es la promisoria Proserpina

sino la edad en que ellos mueren

ya sin héroes que los extiendan

Como esa tierra, ese cielo, ese tiempo.



Thursday, June 8, 2023

Cuba en la Nueva África

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La contradicción entre el exilio cubano y los afro americanos, sería por el apoyo de estos al gobierno cubano; que sin embargo es supuesto, ya que se limita a sus facciones filo socialistas, en su esfuerzo de monopolización de esa comunidad. Incluso en ese caso, recurre al mismo trascendentalismo histórico (moral) con que se justifica el socialismo a sí mismo; en contradicción directa con la naturaleza práctica de esa comunidad en su marginalidad, tanto histórica como política. La incapacidad para esta distinción evidenciaría el racismo sublimado de ese exilio tradicional, mayormente blanco; pero también la otra, de su crecente minoría negra, para sobreponerse a eso, respondiendo a la misma naturaleza cultural.

Ese estancamiento respondería a su vez a la estrategia con que el gobierno cubano truncha el desarrollo de los negros; cuando al triunfo de la revolución interviene sus sociedades, a la vez que se inmiscuye en el conflicto racial norteamericano. Esto se suele pasar por alto, pero subyace en la complejidad de ese conflicto racial norteamericano; monopolizado por la legitimidad de la confrontación por los derechos civiles, pero bajo la presión del liberalismo tradicional blanco.

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El conflicto nace como parte del proceso de emancipación, y la proyección de los negros en su propio desarrollo; con una vertiente que busca este desarrollo en un sentido de clase, como parte de la burguesía nacional; y otra que tiene su prioridad en los derechos civiles, como parte del naciente socialismo norteamericano, en contradicción con los obreros blancos. Esto se remonta entonces a los orígenes de la NAACP, como parte de ese patrocinio y control liberal sobre los negros; que desplaza al liderazgo negro —con sus propios intereses en la burguesía— usando la legitimidad política de W.E.B. Du Bois.

Los cubanos negros poseemos una posición privilegiada en ese conflicto, dada nuestra condición dual; pudiendo influir en el conflicto con una mediación efectiva, con solo entender la realidad de los negros norteamericanos; de la que participamos por nuestra propia singularidad étnica, a la vez que de la condición del exilio. Podríamos resaltar en esto la falsedad de esa contradicción, limitado a la prioridad política de la tradición liberal (blanca); que en su función neo conservadora, no duda en subordinarse cualquier contradicción propia de la sociedad post industrial.

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Para ello tenemos acceso directo al paralelismo en el proceso, que con más o menos virulencia, es el mismo; desde la llamada resurrección de Vesey en Carolina, que reproduce la de Aponte en Cuba, sin que se pueda probar ninguna; pero que en ambos casos propicio el desarrollo corporativo militar, al tiempo que limitaba el de los negros. La misma emancipación de la esclavitud, tras la guerra civil, fue un objeto secundario aunque determinante; que resolvió al último momento el estancamiento de la guerra, aparte de ser condicionado por la era Jim Crow y la reforma penitenciaria.

Como ese muchos otros casos, todos ocultos tras la sombra de esa tradición heroica a que nos reduce el arquetipo humanista; que sostiene a esa tradición liberal, en el mismo error ontológico que distorsiona a Occidente desde su misma raíz histórica. Este puede ser el sentido de la Nueva África, concretada en el exilio negro, incluso como trascendencia histórica; en el que Occidente completa su evolución, con su preservación de la singularidad étnica en la integración.

Nueva África —como Santa Mónica de los venados, Macondo y Nueva Venecia— corregiría el exceso ontológico que vicia a Occidente; con un juego de manos, con que redimensionando el dogma cristiano de la Trinidad, lo salva de su corrupción política en el humanismo, con la magia del Hoodoo. En definitiva, la magia no es sino la forma en que el Ser se relaciona con la realidad, interactuando con ella; no sólo en su redeterminación tecnológica con la cultura, sino también en la comprensión de sus proyecciones ontológicas. Ese es después de todo el exceso de racionalización que empujara a Occidente por la pendiente de su corrupción; en aquel difuso inicio histórico suyo, en el que funda su trascendentalismo como ontología, ahora reversible.


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