Summa Lezamicae
La facultad por la que la literatura puede revitalizar el pensamiento filosófico residiría en su contracción a la representación antroporfista; como origen para la organización racional de los conceptos en formas ya dadas, las imágenes, que son las edidos platónicas. De ahí que la inteligencia resida en la posibilidad de imaginar nuevos conceptos, pero cuando la imaginación sólo puede recurrir a formas ya dadas y no nuevas; pues lo que hace la inteligencia es desplazar los significados originales, atribuyendo nuevas funciones relacionales a la forma, como vaciado que se llena. Esta es, pues, la facultad con que sorprende Lezama Lima; cuando se le desborda la saga familiar de una cubanía arquetípica, y se introduce directo a la poyesis como a una vorágine.
De ahí que Cemí pueda ser el mismo Lezama pero en su infancia, no en la adolescencia donde es el Ser; que es en potencia, puro sistáltico que se apresta a saltar a lo hesicástico de toda madurez, de la mano de sí mismo. El hombre que es Lezama está entonces en el Oppiano Licario, que si su vida fue conocer su muerte no puede ser sino hacernos conocer; y con el que se entronca desde los temores de su madre, Doña Munda, que emulan los de Rialta sobre el destino de Cemí. ¿Es Licario totalmente imaginado en su función arquetípica, sin otro asidero a la realidad?; quizás sí pero ni tanto, al menos si acudimos al recurso del conocimiento agente que desconocen los modernos por su extrapositividad, pero que fue postulado por el de Estagiria.
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