The beyond (2017)
Conócete a ti mismo reza la inscripción grabada en el
templo de Apolo en Delfos, y que la tradición atribuye a diversos sabios; esa
parece ser la tesis tras The beyond,
un filme de ciencia ficción que parece culminar toda una etapa de este tipo de
cine. En efecto, la propuesta de esta película es más filosófica (metafísica)
que propiamente científica; y aún, en ese campo estricto sería más adecuado
llamarla de ficción científica que ciencia ficción, por su tono poco
especulativo. Por el contrario, en ese sentido, el filme se limita a mostrar una serie de
desarrollos tecnológicos que ya deben gozar de alguna actualidad; y lo hace
además en un formato de video aficionado y documental, que le ahorra el
dispersarse en inevitables subtramas.
El más vistoso de esos
desarrollos tecnológicos, y de hecho central en la trama, es el modelo de
androide Humano 2.0; que no se plantea como un asistente utilitario, sino como
una extensión del desarrollo mismo de lo humano, en un movimiento de sutil
corrección ética. Más llamativa es esa apoteosis culminante que provee el filme,
dando fin al ciclo que comenzara con aquella de El día que se detuvo la tierra (1951); y que se desarrollara en una
secuencia esteticista, por los extrañamientos que planteaba, con filmes como Solaris (1972), hasta las últimas
propuestas de The arrival (2016) e Interestelar (2014).
Esto se refiere a ese
tipo de cuestionamiento acerca de nuestras pretensiones de hacer contactos de
primer tipo; preguntando si en definitiva seríamos capaces de comprender el
fenómeno frente a nosotros, y hasta de la banalidad del propósito. Es aquí
donde resalta la sutileza filosófica de la consigna grabada en el templo de
Delfos, y que parece la tesis de esta película; en la que en un momento se
llama explícitamente al ser humano a conocerse a sí mismo, antes de intentarlo
con cualquier otra cosa. En este punto, el guionista se vale de un giro de la
trama que de modo inesperado va a explicarlo todo; en una situación tan
sorpresiva que será la base de esa tesis increíble, basada en la nimiedad de
nuestro conocimiento.
La película tiene muy
buenos recursos dramáticos, y consigue subordinarse los efectos formales,
sorbios por demás; de modo que estos no interfieren nunca con esa tesis, de
hecho omnipresente aunque con sutileza, manteniendo la tensión en todo momento.
La mejor parte, es que con eso este filme apuntaría al desarrollo de un nuevo
tipo de ciencia ficción; en la que el ser humano va enfrentándose a esa gran
incógnita que es él mismo, como aquel recurrente espejo que culmina los
laberintos en las sagas medievales.
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Después de todo, con su
parquedad cientificista, la película nos recuerda que ya todas las respuestas
están dadas y lo que falta es comprenderlas; algo que sólo es posible si la
ciencia recupera aquella dimensión humana, que perdió en las batallas contra el
determinismo teológico. Como otra sutileza, esta vez irónica, eso daría otra
connotación al intrigante título de The beyond (El más allá); como un silbido quedo, que llama la atención sobre
esas determinaciones de la realidad que organiza la metafísica.