Tuesday, June 21, 2016

Yadira Álvarez Betancourt, el prospecto

Por Ignacio T. Granados Herrera

Cuando Daína Chaviano publicó en Cuba las Fábulas de una abuela extraterrestre, la influencia de Ray Bradbury era muy clara en ella; pero también era claro que se trataba de una bifurcación, en la que la entonces promesa de la ciencia ficción cubana derivaba hacia la fantasía heroica. No que eso no lo hubiera en el norteamericano, sino que su sentido era más existencial y crítico, hasta cínico en su moralismo; mientras que la joven Daína, más alegre y despreocupada, también bebía positividad en la tradición mitológica de los países al norte de Tolkien y su Señor de los anillos. Sin embargo, por eso también la imaginería de Chaviano era un poco ingenua en su riqueza, abundaba en gratuidades sin mayor sentido; y sus historias salvaban todo aquel imaginario en las dramaturgias cerradas que sólo podía darle la sequedad del norteamericano, pero no mucho más. Yadira Álvarez Betancourt es una feliz confluencia, que vuelve a reunir la frescura de la Chaviano —que es ya una tradición autorizada— con la dramaturgia cerrada de Bradbury; no que beba directamente de ellos, pero que cualquiera sea la vía los continua y los vuelve a relacionar, desde aquella bifurcación en que la cubana se alejó despreocupada.

Yadira entrega así una serie de cuentos largos —que es la dimensión original del cuento—, en las que el elemento de ciencia ficción tiene la nobleza de la fantasía heroica; pero en las que sin embargo administra su imaginario con una sobriedad digna de reverencia, quizás porque ya el mundo ha perdido demasiada ingenuidad para repetir a Tolkien en gratuidades. Lo cierto es que cualquiera sea el motivo —que debería ser la salvaguarda de toda crítica—, Yadira Álvarez es una lectura fresca y novedosa, que explota todas las posibilidades reflexivas de la ficción; lo que no es poco, en un mundo en que la literatura ha usurpado la función discursiva del periodismo —o los periodistas han usurpado el glamour literario— y languidece en un realismo banal. Álvarez Betancourt cuenta además con la singularidad de los que pertenecen a la tierra de nadie en Cuba, lo que le permite cierta autenticidad; en el sentido de que no participando del oficialismo ni la disidencia, forma parte de esa realidad que todos se disputan sin consultarla, y que guardan la potestad sobre sus propias vidas en la apariencia neutral del gris. Betancourt es por eso, muy probablemente al menos, el mejor prospecto para tentar las posibilidades reales de un mercado literario cubano; que sin los vicios de procedimiento de todo bando en pugna, exige alguna objetividad que corrija tanto voluntarismo, devolviendo a la literatura su sentido original.

Este es entonces el próximo proyecto editorial en que está trabajando EdItPar, sin más fecha que la del cuidado que lleva un trabajo hermoso; en el que no se puede estar introduciendo técnicas de edición sin estropear de alguna forma la languidez de una prosa aparentemente funcional, que en realidad encuentra las texturas de su drama hasta en la gramática. Este es probablemente el proyecto más atrevido de Ediciones Itinerantes Paradiso, que no es precisamente prolífico en ellos; y puede que hasta marque un retorno temeroso a la edición tradicional (paper back), para tensar un poco las posibilidades del mercado cubano dentro de la isla misma. No obstante, todo eso es confusa proyección más que plan, y lo único concreto es el esplendor de esta dramaturgia leve y honda que depara Álvarez; en una serie de narraciones que alimenta hasta la otra fantasía de recuperar la edición por suscripciones, en unas entregas que alimenten con vivacidad el moribundo mercado de nuestras ilusiones.

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