De Perfectio
la muerte; así, la recreación de la mirada
debía frustrarse por la ostentosa ausencia de un
ladrillo, la desproporción de una cornisa o la lastimosa
hermosura de una columna trunca".
Fra Erasmo de la Cruz
El perfeccionismo, como búsqueda obsesiva de la perfección, es un error típicamente moderno; pero no exclusiva de esa fe irracional por la Razón que también tipifica a lo moderno, sino innata a lo humano. De ahí esa persistencia de las tendencias idealistas, que logran sobreponerse de continuo al pragmatismo; hasta el punto de lo paradójico, pues resulta que la ideología más supuestamente pragmática, el Materialismo, se basa en un concepto puro como el de Materia. La paradoja, entonces, lo permea todo, y no hay nada más antihumanista que el Humanismo; lo que corrige en cierto modo el equívoco de un esfuerzo como el de vulgarización de la Cultura; que siendo propio de los enciclopedistas, logró en efecto vulgarizar las más sublimes prácticas del intelecto.
Los antiguos, pues, no escaparon a ese arrebato tan propio de lo humano; pero, quizás porque tenían mejores relaciones con lo natural, tuvieron también mejores recursos para lidiar con sus defectos. Véase, por ejemplo, el cliché de los sumerios, que no por recurrente es menos válido sino que por válido es recurrente; pues resulta que, conscientes de su propia soberbia en tanto humanos, supieron imponerse la modestia de la más simple naturalidad. Así hasta el vicio es cómodo, pues ya conoce por anticipado de su frustración; otro motivo para dudar de esta suficiencia de los ya arcaicos modernos, que intentan mortificarnos la postmodernidad con sus ánimos de catequistas.
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