De intercambios culturales

Nuestra derecha es histriónica, y

si sale falsa no importa, es nuestra

derecha.

La tradición política del Miami cubano parece padecer la misma obstinación de su objeto afectivo, al menos en política externa; porque de otro modo no se entiende esa reproducción tan puntual de las políticas del gobierno cubano respecto a la cultura, ni sus resultados, más exactos aún. En este sentido, el intercambio propuesto por el Obamismo se interpreta como una exigencia directa y moral; a la apertura norteamericana correspondería una apertura oficial cubana. Como se trata de puro histrionismo es un sentimiento primario, y por ende no hay posibilidad de diálogo, vana aspiración; por eso se escapan las sutilezas que concurren en apoyo del discernimiento inteligente, y se ignoran los alcances de la oposición consecuente. Puestos a ver, pues véase entonces, que la política oficial norteamericana se dirige a la sociedad civil cubana; entonces la respuesta habría de venir de esa sociedad civil y no del oficialismo, pues es con la sociedad civil con quien dialoga el gobierno gringo.

Curioso que tal cuenta, de primer grado, no se le ocurra a las jaurías que se la pasan envidiando los avances del Busto y la Sánchez; tan simple como esperar de ellos, o sugerirles siquiera —si se fuera efectivo— esa imposición de la producción cultural del exilio cubano. Todo esto dice que unos y otros son falsos, en lo que no hay que detenerse porque es conocido; apenas da risa esa prepotencia en que creen haber secuestrado la voz del exilio, sin ver que la indiferencia popular es un escándalo de muchos decibeles. Mientras tanto, con bajo profile, gente menos vistosa es más efectiva; blogs como el del Lugareño logran un seguimiento del cine cubano, sin necesariamente establecer vínculos oficiales; porque el poder de la cibernética sirve para lo que sirve el cerebro de quienes la usan. De nada vale atacar el trabajo ajeno si el propio es ineficiente, y en el ataque mendaz y personal se revelan la hipocresía y sus patrocinadores hipócritas; todo arte es intrínsecamente innecesario, desde el video a la fotografía y la pintura y la poesía, en ello radica el poder de su libertad ilimitada.