Monday, August 15, 2011

Para una introducción a la literatura cumberlandiana IV

Secuelas
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Todo juego es en algún modo una reproducción teatral de la realidad, y toda recreación formal [arte] es en algún modo un juego, por su sentido recreacional; de ahí el valor trascendente y mistérico del arte, entre las que resalta —por la peculiaridad de su exigencia sintáctica— la literatura. De ahí también, entonces, que en la literatura como en ningún otro arte se reproduzcan los principios mismos de los procesos existenciales en su determinación; y que por ende, toda narración sea una exposición de la dialéctica [mecánica] interna de los fenómenos. La primacía de lo épico en lo literario no sería gratuita tampoco; sino que respondería a esa misma dialéctica a que se alude, puesto que al fin y al cabo todo fenómeno es una fuerza [determinante] y toda acción lo es de fuerza, siquiera existencial, porque se puede lo que se puede y lo que no, pues no.

No es de extrañar así que el juego en torno a El códice Thamacún significara el fin de Cuba Inglesa; que como un imaginario con valor propio, madura hasta su apoteosis en el nuevo modo de la literatura virtual. Vale recordar que, en la mejor tradición de la radio y telenovela, el argumento del Códice lo impusieron sus lectores; no sólo a través del modo explícito de la encuesta sobre personajes, sino incluso en la discusión abierta sobre sus episodios y argumento. La solución de El códice Thamacún implicaba entonces la consumación de todas sus determinaciones, como advertía ingenuamente desde el principio; y la resurrección de Inga, como el Apocalipsis de Juan, marcaba el fin, en tanto cumplimiento cabal de una era.

Sólo que como el caos es imposible no es entonces posible, y la caída de Cuba Inglesa significaría una reconstitución en otro orden; incluso si a costa de un pasaje sacrificial, que curiosamente reproduce al super clásico del drama crístico, con las negaciones de Pedro, la traición de Judas y las falacias paulinas incluidos; Constantino mira por el rabillo del ojo, sabe que para él es la liturgia que se celebra y se da su lugar todavía. No obstante, hay otros elementos en torno a este desenlace, y se refieren al nuevo orden; porque si la sabiduría existe es porque existen los sabios que le dan consistencia, ella —como se sabe— es un concepto y carece de consistencia propia. De ahí que, existiendo los sabios, recurre el axioma del trascendentalismo sumerio; y si la perfección significa la muerte porque es la presencia misma de Dios, entonces el sabio se niega a ese paso final del conocimiento perfecto.

La destrucción de Cuba Inglesa por el esplendor fulgurante de El códice Thamacún apuntaría así a la búsqueda de un Vetero Club; un grupo de [viejos] conocedores, que por serlo se niegan a pronunciar el nombre que buscan los cabalistas afanosamente. Inga resurrecta buscará ese club, que seguramente será de varones avejentados en su formalismo y verrugosos de ansiedad por la inestable existencia; que la mirarán con desconfianza, sin saber que ella tiene más derecho que ellos a la membresía que usurpan, porque es la sacerdotiza. Sólo que ella misma no lo sabe, ni siquiera recuerda que es resurrecta; de ahí la importancia clave de la reina con papel malamente reajustado pero siempre fundamental, como siempre lo fue.

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