El espíritu del teatro de Miami en New York
Por Ignacio T. Granados Herrera
La precariedad del teatro no es exclusiva del
teatro mismo ni mucho menos de la circunstancia misma de Miami; es una
condición universal que afecta al arte mismo, como reflexión de la realidad
siempre concreta a la que pertenece; y que en este caso se trata de la crisis
en que la Modernidad evoluciona dialécticamente hacia un nuevo período
cultural. En ese sentido es fácil romantizar los viejos tiempos y tratar de
reproducirlos con cierta creatividad, en la miríada de pequeños teatrillos; que
pululando en la ciudad ofrecen esa sensación de trabajo constante, que sin
embargo no conduce más que al alargamiento de la agonía, como la respiración
artificial. La prueba y el sentido de eso podría ser la inviabilidad económica
y la inoperatividad con que no logran insertarse en la vida cotidiana de la
gente; que sería la da ese sentido al arte en general, haciéndolos
económicamente viables.
La posibilidad real del teatro estaría entonces
en la voluntad de los teatristas para encarnar su espíritu, encontrándole
sentido real como expresión de su tiempo; no ya en los discursos de los
artistas, que son más bien petulantes en la idea de que pueden enseñar algo a
alguien; pero sí en la capacidad para recolocarlos en la vida cotidiana de la
gente, con un dinamismo que lo haga atractivo. Esa es la capacidad organizativa
que puede reconocerse en Yoshvani Medina y su Art Spoken Performing Arts
Center; que desde su sede en Miami ha sido capaz de hilvanar el ya tradicional
Festival de Teatro de Pequeño Formato de Miami.
A primera vista, el Festival de Teatro de
Pequeño Formato de Miami no se distinguiría de los varios otros éntrelos que se
inserta; lo mismo el Internacional de Teatro Avante, que con treinta años y
asociado ahora al Adrienne Arsht Center for
the Performing Arts, al Miami-Dade County Auditorium y al MD Culture,
tiene algo de evento oficial de la ciudad; pero que en ello mismo impone un parámetro
económicamente inalcanzable y en ello distanciado de la realidad en que se
inserta; e igualmente los otros festivales, ya decididamente menores y en ello
supuestamente en el mismo rango del de Pequeño Formato. Sin embargo, uno por el
exceso y los otros por el defecto, ninguno habría podido postularse en la fatigosa
medida justa de esta realidad local hasta rebasarla; no en el exceso en que
desconozca esta realidad —como se vio en el caso de Avante— ni en el de la
insuficiencia con que los otros tampoco consiguen insertarse y llenarla más
allá de su eventualidad.
Eso es entonces lo que distingue como consistencia a la voluntad tras el
Art Spoken Performing Arts Center; su capacidad para hacerse centro operativo
en el que pueden confluir los otros proyectos con un impacto de mediano y largo
alcance, no sólo ni primeramente económico —de mera sobrevivencia, además—. Ahora
mismo, el festival de pequeño formato de Miami está cumpliendo las promesas de
su última edición; cuando alcanzando el valor de internacional de modo
efectivo, estableció como uno de sus premios la participación en el circuito
Off Broadway de New York.
En estos momentos entonces, el circuito del teatro pequeño de New York
se enfrenta a una quincena de teatro Miamense, que incluye la presencia de
proyectos internacionales; como otra muestra de lo que significa el espíritu
del arte encarnado en una voluntad concreta, más allá del talento susceptible
de perderse frustración en su incapacidad para insertarse de modo activo en la
realidad; lo que es además un acto de generosidad en el pragmatismo que
muestra, porque es donde el Ser consigue dar lo mejor de sí con su propio
esfuerzo, y no pagado de la bella gratuidad de su talento.