Saturday, March 26, 2016

El espíritu del teatro de Miami en New York

Por Ignacio T. Granados Herrera

La precariedad del teatro no es exclusiva del teatro mismo ni mucho menos de la circunstancia misma de Miami; es una condición universal que afecta al arte mismo, como reflexión de la realidad siempre concreta a la que pertenece; y que en este caso se trata de la crisis en que la Modernidad evoluciona dialécticamente hacia un nuevo período cultural. En ese sentido es fácil romantizar los viejos tiempos y tratar de reproducirlos con cierta creatividad, en la miríada de pequeños teatrillos; que pululando en la ciudad ofrecen esa sensación de trabajo constante, que sin embargo no conduce más que al alargamiento de la agonía, como la respiración artificial. La prueba y el sentido de eso podría ser la inviabilidad económica y la inoperatividad con que no logran insertarse en la vida cotidiana de la gente; que sería la da ese sentido al arte en general, haciéndolos económicamente viables.

La posibilidad real del teatro estaría entonces en la voluntad de los teatristas para encarnar su espíritu, encontrándole sentido real como expresión de su tiempo; no ya en los discursos de los artistas, que son más bien petulantes en la idea de que pueden enseñar algo a alguien; pero sí en la capacidad para recolocarlos en la vida cotidiana de la gente, con un dinamismo que lo haga atractivo. Esa es la capacidad organizativa que puede reconocerse en Yoshvani Medina y su Art Spoken Performing Arts Center; que desde su sede en Miami ha sido capaz de hilvanar el ya tradicional Festival de Teatro de Pequeño Formato de Miami.

A primera vista, el Festival de Teatro de Pequeño Formato de Miami no se distinguiría de los varios otros éntrelos que se inserta; lo mismo el Internacional de Teatro Avante, que con treinta años y asociado ahora al Adrienne Arsht Center for the Performing Arts, al Miami-Dade County Auditorium y al MD Culture, tiene algo de evento oficial de la ciudad; pero que en ello mismo impone un parámetro económicamente inalcanzable y en ello distanciado de la realidad en que se inserta; e igualmente los otros festivales, ya decididamente menores y en ello supuestamente en el mismo rango del de Pequeño Formato. Sin embargo, uno por el exceso y los otros por el defecto, ninguno habría podido postularse en la fatigosa medida justa de esta realidad local hasta rebasarla; no en el exceso en que desconozca esta realidad —como se vio en el caso de Avante— ni en el de la insuficiencia con que los otros tampoco consiguen insertarse y llenarla más allá de su eventualidad.

Eso es entonces lo que distingue como consistencia a la voluntad tras el Art Spoken Performing Arts Center; su capacidad para hacerse centro operativo en el que pueden confluir los otros proyectos con un impacto de mediano y largo alcance, no sólo ni primeramente económico —de mera sobrevivencia, además—. Ahora mismo, el festival de pequeño formato de Miami está cumpliendo las promesas de su última edición; cuando alcanzando el valor de internacional de modo efectivo, estableció como uno de sus premios la participación en el circuito Off Broadway de New York.

En estos momentos entonces, el circuito del teatro pequeño de New York se enfrenta a una quincena de teatro Miamense, que incluye la presencia de proyectos internacionales; como otra muestra de lo que significa el espíritu del arte encarnado en una voluntad concreta, más allá del talento susceptible de perderse frustración en su incapacidad para insertarse de modo activo en la realidad; lo que es además un acto de generosidad en el pragmatismo que muestra, porque es donde el Ser consigue dar lo mejor de sí con su propio esfuerzo, y no pagado de la bella gratuidad de su talento. 

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