Monday, March 1, 2021

De la incompatibilidad de la mecánica cuántica y la relatividad general, como base para un realismo trascendental.

La incompatibilidad entre la relatividad general y la mecánica cuántica sería la mayor contradicción de las ciencias modernas; sin embargo toda contradicción es formal, y por tanto puede que sólo responda a problemas de comprensión. El caso es llamativo, porque en ambos casos se refiere a propiedades de los fenómenos físicos; que sin embargo responden a leyes y principios distintos, muy probablemente dada la diferencia de sus respectivas dimensiones objetuales.

En este sentido, se busca una relación directa entre ambos campos, como comprensiones propias de la realidad; ya que corresponden tanto a la de su determinación primera como a la de su realización última, como propiedades suyas. No obstante, este acercamiento puede ser erróneo, asumiendo ambos campos como directamente propios de lo real; ya que eso les atribuiría un sentido, estableciendo a lo real como un objeto al que se subordinan ambas propiedades, como su naturaleza física.

El sentido, no obstante, es propio de la observación y no de lo observado, como esa determinación cuántica; que si no se da a niveles macro estructurales, como en la teoría de la relatividad, es porque la observación no alcanza sus dimensiones prácticas. Eso quiere decir que, aunque el fenómeno sea siempre físico, está dado en una estructuralidad como naturaleza; cuya primera determinación produce esta naturaleza como singularidad, que se realiza en términos físicos.

De este modo, no sería posible una relación directa —ni correlación— entre esos niveles sub y macro estructurales de lo real; al menos en principio, ya que esa singularidad sería también la naturaleza que los relaciona funcionalmente. En ese sentido, la mecánica cuántica no tiene que ser compatible con las leyes de la relatividad general, sino con lo real en sí mismo; cumpliéndolo funcionalmente, al participar de su determinación, como la materia ordenada en su observación.

Igualmente, la relatividad general no tiene —y probablemente no pueda— responder a la mecánica de partículas; ya que no puede afectarla, si de hecho no existe a ese nivel, que es anterior a la naturaleza de lo real como singularidad. Lo importante en ambos casos es que se trata siempre de propiedades de lo real, y por ello con valor formal y consistencia derivada; que es la que los relaciona en sí misma, como propia del objeto real que se las otorga, ya que ellas no son objetos suficientes, careciendo de esa consistencia propia.


En tanto formal, el problema estaría dado entonces por la insuficiencia hermenéutica de las ciencias modernas; desarrolladas sobre la base filosófica del inmanentismo moderno, con su apoteosis en el racionalismo positivo. De ahí que carezca de instrumentos para entender lo real en su cabalidad, más allá de su abstracción convencional; como en este caso, con la sujeción de un desarrollo como el de la mecánica de partículas a un conceptualismo clásico, que antecede incluso al de la relatividad general.

Sería erróneo pensar que un problema de actitud, en relación con sus respectivos objetos, pueda superar esta dificultad; dada la exclusividad de la experiencia de conocimiento en cada caso, como comprensión respectiva de los mismos. Eso se refiere a la relación de los físicos con estos objetos respectivos suyos, ya que ellos los determinan como esta relación; siendo imposible que un físico que trabaje sobre la relatividad general no se convierta en uno que trabaja sobre la mecánica cuántica, al momento en que cambie su acercamiento.

Lo único posible al respecto sería respetar esa independencia de los fenómenos, pues su distinción es funcional y propia; incluso en esa naturaleza formal de cada uno, por la que derivan la consistencia como objetos de conocimiento. El asunto es que esa consistencia se deriva precisamente en esa comprensión, que es así lo que la determina funcionalmente; variando esta en la misma medida en que varía la función del científico sobre su objeto, como su propiedad que en definitiva es.

Esto haría pertinente, no sólo la necesidad de una mediación filosófica estableciendo esa mediación singular; de hecho implica una repostulación del realismo, como única comprensión sistemática de lo real en su unicidad inmano trascendente. El espectro hermenéutico disponible, propio del Idealismo, sólo perpetúa la contradicción en su inconsistencia, en tanto formal; ya que reconoce una determinación de lo real en su trascendencia (espiritual), o en su inmanencia (material), incluso como valores complementarios.

De ahí la reticencia de los científicos, a reconocer la confirmación del trascendentalismo tradicional en la mecánica cuántica; insistiendo en un presupuesto materialista, provisto por la hermenéutica al uso, que evite concesiones espiritualistas. Un realismo trascendental, reconociendo la unificiencia de lo real en su bivalencia formal, desconoce esa contradicción; concentrándose en la comprensión propia de lo real, y sólo desde ahí en la de sus proyecciones formales, como propias suyas.


Seja o primeiro a comentar

  ©Template by Dicas Blogger.

TOPO