Postcastrismo

Como nada surge de la nada sino que cumple una evolución, cualquier imagen del postcastrismo habría que buscarla en el presente; no en el castrismo de hoy, porque es obvio que ese es el que va a desaparecer; pero sí en su opuesto exacto, el anticastrismo, no menos furioso que la matriz de que nace, y que explicaría la naturaleza total del fenómeno. Haladeras de moño y traiciones más escandalosas que las de Pablo y Silvio son el pan cotidiano de Miami, aunque no lleguen a la prensa diaria; pero esa nimiedad de germen, prueba o ensayo, es lo que permite predecir lo que saldrá a escena cuando se levante el telón. Lejos de ser el espacio de libertad en que pueda construirse una paz, Miami está más cerca de ser el Purgatorio luego del Infierno nacional; un espacio donde todavía pugnan las malas costumbres infernales, y donde aún brotan las ansiedades frustradas por ese infierno. Es decir, está todavía tan en plena reacción al Castrismo, que si este desapareciera no puede aportar sino la virulencia de una enfermedad no curada; siempre ha habido virus así, más letales en el retorno por la insuficiencia de los antibióticos que en el ataque original; y por lo general sólo pierden esa potencia letal porque terminan incorporándose al sistema, es lo que se llama Idiosincrasia.