Thursday, October 24, 2013

El Banquete [reseña]

Por Julio Pino Miyar

Julio Pino Miyar
Amigo Ignacio, permíteme llamarte asi, hablabas de Mairena, el alter ego de Machado; hay un pasaje suyo que creo se titula Sobre la imposibilidad de losbanquetes, es más o menos asi: un alumno en un trabajo de clase hace la siguiente exposición: critica a los que van a ellos, por ser parásitos de la gloria ajena; a los que los que los dan, porque que son vanidosos y ególatras; y a los que no van a ellos, por ser roñosos y envidiosos de la gloria ajena. Tu texto sobre los banquetes me hizo entender por fin la parábola del maestro Machado; la imposibilidad de los banquetes es la imposibilidad misma de la cultura para producirse, de la humanidad para darlos en este momento en que vivimos; sobre todo si entendemos al banquete desde su paradigma, donde tu bien lo sitúas, El symposium. El banquete, la cena, el condumio esplendido, es naturaleza pero también es poética. Claro, bien lo demuestras, es Villaverde, Lezama e incluso Senel. El banquete, en este último caso, con el otro marginado, el gay horrorosamente desvirtuado de su condición natural de ser humano, de hombre.

¿Y si la cena es naturaleza y la poética es proceso natural de creación, que ha pasado? ¿Por qué ya nos son imposibles los banquetes entendidos como symposium, en acto naciente de la cultura? Aparece la parodia, como ejemplo de parodia el Quijote, que no es una parodia, sino un hombre parodiado en una época en que el ordenamiento clásico se desvirtúa. Banquete es creación, poética sensible y sensitiva de máximas integraciones, analógica universal que tú remites al periodo merovingio —¿Fue en el periodo carolingio donde aparecieron las universidades, o es un error mío?—. El hacer universal, la poética como verdad, la verdad como naturaleza, la naturaleza como gestión universal y madraza de todas las integraciones imaginables. Aún no han aparecido los pérfidos inventarios y los catálogos de la cultura, enciclopedistas. Pero insisto, por qué la parodia, que se burla de la imposibilidad del banquete, cuando en esencia lo que vemos fracasar con este es el ideal de la belleza, aquello que hizo decir “lo bello es el resplandor de lo verdadero”.

¿Mirándolo bien no sería preferible, disfrutable, restituir el banquete primigenio, ese que hizo decir que Sócrates era incorruptible, que el espíritu clásico, no es solo ideal de la belleza, sino placer fraterno, compañero? Por ello es que me choca siempre la parodia, que en Cuba, en cubano, es choteo. Choteo, desconstrucción de toda gestión cultual de la cultura, pero a la vez arma contra lo establecido. Parodia preferible: una patada en el trasero a todo mal gobernante. Bien. Pero el choteo también puede ser nefasto, no es que suprima lo clásico para convertirlo en carnavalización, es que aniquila con ello la poética, desprecia la poesía; y un pueblo sin poética, sin sensibilidad receptiva ante la imagen, no es un pueblo. un lugar así aterra. Que dios nos libre de un mundo sin banquetes, es el peor de los mundos posibles. ¿A propósito, desde cuando no vamos a un verdadero banquete? Cita impostergable de nuestra cultura.


PD Te invito a un banquete.

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