Monday, September 22, 2014

El sensible zarapico ataca de nuevo (En el centenario de Samuel Feijóo)

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Basurable, desmondongados, guturaciones, micada, exhaustación, insentido, atropamiento, clausurantes, enlutece, desflagadores, kafkear, proustiar, modernómanos. A este arsenal nos enfrenta la doctora Silvia Padrón Jomet con el libro Samuel Feijóo, conceptos y anticonceptos; derivado sin dudas de su título anterior, La dimensión cultural de Samuel Feijóo (2005), y que llega en formato electrónico bajo el sello de Ediciones Itinerantes Paradiso (EdItPar). Acercarse a una figura como Samuel Feijóo es un acto complicado, que se da entre la adoración y el sacrilegio; pero que por sobre todas las cosas exige una gran ponderación, para poder aquilatar a una de las figuras más enigmáticas y singulares del panorama cultural cubano. Este ha sido el propósito monumental de la profesora Silvia Padrón Jomet, que aporta en ello el lado sacro; pero en el que se sostiene el sacrilegio (sibarita) de un disfrute de esta cultura que nace del mismo culto que le dedicó este autor monumental, su mejor cultor. Feijóo era de todo menos modesto, pero poseía una ingenuidad capaz de suplir esa modestia tan necesaria en intelectuales de su taya; y que siendo tan escasa en el país, puede explicar el repelús con que la gente pasa de lo mejor de este panteón, a menos que casi se lo exija alguna especialidad. 

La diferencia puede que estribe en la generosidad, como ese peso moral que calibra la inteligencia; y que en este caso le habría permitido replegarse, como figura él mismo, tras un trabajo espeso de etnografía y folklore, que lo hace la personalidad más descollante de ese campo en Cuba. Al brillo de nombres como Lidia Cabrera o Fernando Ortiz, podrá oponerse la estrechez relativa de su campo de acción; pero como una paradójica amplitud de lo campesino, que prácticamente obsesionó a quien se diera en llamar a sí mismo como el sensible zarapicoAhora ese ser así sensible ataca de nuevo, en esta pasión con que la doctora Padrón Jomet lo rescata para una posteridad que se avisa problemática; ya que la gran peculiaridad de estos tiempos es la falta de esa generosidad que permite reconocer el talento ajeno como base para la continuidad de una cultura, y que ya no es un objeto común. Nadie mejor que la doctora Jomet para este rescate, con una trayectoria profesional que incluye múltiples títulos e investigaciones académicas; la mayoría en el mismo campo que definiera el perfil de Feijóo, sin dudas debido a su magisterio, pero sobre todo por su peso para redefinir el mapa cultural cubano desde el centro de la isla, donde reside Jomet. Jomet nos da entonces aquí una gran lección de humildad y generosidad como muestra mayor de inteligencia, pero también de gracia; al acercarnos ese gracejo que atrayendo al maestro como la realidad del campo cubano, lo hace recrearlo a su propio nivel intelectual.

Feijóo es una figura interesante sobre todo por ese carácter renacentista, que incluso lo definía en toda su excepcionalidad; pero sobre todo en ese pragmatismo que le permitió comprender que es en lo popular que se renueva y extiende la cultura, abocada al agotamiento y la decadencia con la especialización elitista. Eso explicaría la otra inteligencia, también mayor, con que él escogería permanecer en el segundo plano de provincias; donde igual era una institución, pero por su infatigable labor de recolección e investigador, asentada en su propia sensibilidad artística. Por su parte, este libro de Jomet sobre Feijóo es contradictorio en algún sentido, ya que su propuesta misma puede ser insuficiente; por más que se trata de un prontuario ya riquísimo, en aquella vieja tradición de los catauros, y que nadie mejor que Feijóo para centrarlo con su propia riqueza. El problema ahí es de dimensiones, pues como principio esta sería una labor de equipo total; pero no estando en manos de la autora esta última determinación, ella misma aclara que se trata sobre todo de un movimiento inicial, dirigido al estímulo de la curiosidad y el acercamiento. 

Para comprar el libro
Aquí está en todo caso un libro con la facultad del alfabeto feijosiano, como introducción a una hermenéutica y epistemología; pero que exige cautela, pues aunque cuenta con curiosidades como la falta de una extranjera letra K, tampoco cuenta con la Ñ de ñáñigo, por más que se trate del centro [¿isleño?] de la isla; y en cambio cuenta con una tan extranjera como exigua W, que se reduce a Whitman. Esto último puede deberse a la enormidad misma del esfuerzo, que hace que mengüen las entradas a medida que se avanza en el libro; pero recordando siempre que, igual, se trata solo de un estímulo para la curiosidad y el acercamiento, como no puede ser más que otro alevoso ataque de aquel, el tan sensible zarapico.

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