Tuesday, September 23, 2014

Poética

Cuando Coleridge habla de la rosa, que al despertar todavía está ahí, crea una de las imágenes más dramáticas y hermosas de la literatura moderna; pero fuerza la lógica para conseguirla, lo que no le resta  belleza sino posibilidad real de ser como un hecho concreto en la vida de cualquiera. Pero cuando Chuang Tzu habla del sueño en que era una mariposa, dice que al despertar no sabía si era Chuang Tzu o una mariposa que soñaba ser Chuang Tzu; y ahí Chuang Tzu no sólo está creando una paradoja con el mismo nivel de impacto dramático que Coleridge con su rosa, sino que además lo hace dentro de las líneas de la más estricta lógica existencial. Es decir, siquiera esbozando la locura como trance cognitivo, Chuang Tzu no necesita acudir a la fantasía para elaborar su discurso; de hecho carece de discurso —a lo que es probable que se deba la eficacia— y en la más fina contemplación deja el curso libre a la existencia misma; que con sus extrañamientos pareciera el tenue batir de unas alas de mariposa, y que sobrepuesta a la amortiguación del eco provocaran una conmoción  en el otro confín.

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