Thursday, January 1, 2015

Work in progress!

En 1980, el puertorriqueño José Luis González revolucionaba la antropología boricua con su ensayo El país de los cuatro pisos; en el que simplemente proponía una disección del entramado cultural de la isla para entender su singularidad en el espectro general del Caribe. No que Puerto Rico no fuera otra repetición de aquella, La isla que se repite, al decir del cubano Antonio Benítez Rojo; sino que dentro de esa generalidad, toda formación tiene rasgos singulares, debido a la forma inevitablemente específica en que se sedimentaron sus cimientos. La idea es entonces eficaz para cualquier propuesta antropológica, en tanto plantearía a los fenómenos a partir de su propia singularidad; ya que en tanto fenómenos tendrían un perfil propio, que los distinga del resto de la realidad de que participan con su propia consistencia. La idea es entonces eficaz para comprender las dinámicas de lo que podría entenderse como el exilio intelectual cubano; una entidad de suma importancia por esa forma tan peculiar con que se proyectó la cultura cubana dentro de los Estados Unidos desde 1959, a partir —lo más interesante— de una élite representativa; que en ello se distinguiría de la población a la que representa, permitiendo comprender la sutileza de los hilos políticos con que las élites manipulan a la población, apelando a su compulsión sentimental. (Cont.)

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