Ascenso al Tokonoma (Testimonio)
Por Ignacio T. Granados Herrera
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Adverso a los cultos de
personalidad, no puedo decir que lo fuera al de la de José Lezama Lima; tampoco
tenía manera de permanecer en esa lejanía, si este culto suyo fue de toda la
masividad circundante. No se puede culpar de ello a la mediocridad de la masa,
para la que él fue un parámetro de grandeza; se trataba de una figura de
transición, convocando con su misterio a una multitud que rechazaba los dioses
viejos en busca de una esperanza. El error era persistir en aquella esperanza,
pero el error era propio de una época más grande incluso que la de la
inquisición; el error era de la modernidad completa, sobre la que brillaba
Lezama Lima como un buda de porcelana, de los más kitsch y repetidos. Quizás su
poesía sí fuera grandiosa, a mí después de todo lo que me atrajo fue su
poética; y aunque creo que al resto también, lo hacían siguiendo los ritmos de
su versificación como un incienso que llevara a Dios su oración de santos en el
martirio.
Debe ser por eso que aun cuando
cayera en el mismo culto de su figura como del sol, lo hiciera contándole todas
y cada una de sus manchas; no por perversidad sino porque sabía que en realidad
no era su poesía lo que me atraía sino su poética, y también tenía muy claro el
por qué. De ahí que aunque de momento deslumbrado por la pedrería habitual del
curso délfico y el orfismo, siguiera de largo hacia la otra dimensión; esta sí
grandiosa, porque hacía de él el único coloso capaz de hacer atractiva una
discusión filosófica; que si bien más pre moderna que propiamente moderna —pero
él era un moderno— preparaba en ello la superación de todas las contradicciones
de la modernidad. En efecto, la poética de Lezama
Lima era toda una soberbia organización teórica, por su no menos soberbia
pretensión de lograr un sistema poético; un esfuerzo que coronara en una
dilogía novelística extremadamente singular, hasta lo improbable.
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Nuevamente en
efecto, las novelas de Lezama Lima se debieron más al snobismo de una época; en
la que todo lo que valiera y brillara en las letras latinoamericanas escribía
novelas de sagas familiares, y él también era un snob seguidor de modas. De ahí
que estas dos novelas suyas fueran fallidas como novelas —costó aceptarlo y el
mérito es de Duanel Díaz— …por poéticas; pero también que por poéticas
resultaran en una organización de sus teorías literarias, puede que más
eficiente y singular por lo dramática. De ahí que resultara en un
larguísimo y complejo ensayo, en el que ajustaba la capacidad reflexiva de la
literatura; en una función entonces de realismo trascendental, que se apropiaba
por carambola de la eficacia que encontraba el realismo latinoamericano en lo
mágico; ya que esta peculiaridad de lo mágico p maravilloso era una figuración
convencional para lo trascendente, que así se revertía en una comprensión de la
realidad. Más grande que todo eso aún, aunque a la zaga de toda la novelística
que pretendía superar, era pues su cumplimiento; paradójica manera en que los
últimos resultan los primeros, no por soberbia estructuralidad sino por la
modestia disfuncional.
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Tan así además, esta dilogía será la que haga de
él el titán capaz de ser confrontado a toda la tradición de Occidente; que
culminando en la excelencia racional del maniqueísmo recurrente de Herman
Hesse, podía aportar entonces una comprensión eficiente del mundo en la mera
reflexión estética. El culto secundario de Lezama
Lima devino así en un improbable neo realismo al margen de Jack Maritain, que
por tanto corrigiera los excesos católicos en un neo hedonismo; y que por tanto
se alzara para corregir los excesos materialistas —propios de la tradición
idealista— con que el Marxismo era en realidad un seudo realismo. Esta es la forma en que a la
larga ese culto secundario de Lezama Lima era una purificación, en su ajuste
epistemológico para la historia del mundo; de modo que hasta su plagiario
Pabellón del vacío —su propia devoción era borgiana, y cómo no— se convertía en
un verdadero ascenso al Tokonoma, que efectivamente había encontrado siquiera en
el error.
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