Amazon se desencadena
Por Ignacio T. Granados Herrera
Contra todo pronóstico lógico, el gigante de
las ventas digitales Amazon apuesta ahora por las tiendas físicas; y no sólo
eso, sino en un rubro además que el mismo ayudó a desbancar, como el de las librerías
tradicionales. La nueva apuesta de Amazon demostraría que la desaparición de
las librerías tradicionales no fue natural, sino un acto de depredación;
totalmente desvinculado del otro proceso (esta vez sí natural) de sustitución
de medios por el desarrollo de nuevos soportes y tecnologías; que es un proceso
ralentizado y de desarrollo desigual, por su dependencia de las sucesiones
generacionales, más que de las tensiones económicas del mercado. No que estas
tensiones no influyan o hasta determinen dicho proceso, sino que lo hacen justo
a través de esa sucesión generacional; mientras que la extinción abrupta de las
librerías, responderá más bien a ese otro proceso de la gentrification de la economía, con el crecimiento desmedido del
corporativismo mercantilista.
Tampoco es que esté mal del todo, si en
definitiva es una suerte de darwinismo brutal, aunque sí desdiga mucho de la
calidad moral de la cultura; que como naturaleza específicamente humana, se
organiza en una serie de convenciones, sancionadas por la tradición como
parámetros morales. En realidad, los negocios barridos por la desmedida de
Amazon no era precisamente patrones de industrialismo; sino que eran a su vez
gigantes corporativos, que eliminaron viciosa y sistemáticamente a los pequeños
y medianos vendedores; únicos representantes verdaderos de del industrialismo,
como gestores de la actividad comercial a nivel industrial, sin capacidad por
ello de manipular el espectro general del mercado. De ahí que el proceso sea
exactamente de gentrification, como
esa fatalidad cuyo único paralelo posible sea el religioso del karma; que en
definitiva sólo tiene de metafísico su calidad de principio mecánico, por el
que explica la cadena dialéctica de la continuidad lógica de la acción.
En todo caso, la ineluctabilidad de la
prepotencia de Amazon tendrá un efecto inevitable y ya visto con su estrategia
digital; y esto es la banalización del producto editorial, que ya carecerá de
todo criterio de discriminación ajeno a la manipulación del gusto popular. Eso
es lo peor, que en principio parecería un buen efecto contra el elitismo de una
industria de la cultura, que es más bien del egocentrismo; con lo que pareciera
haber acabado la estrategia populista de Amazon, cuando lo que hace es
sustituir el elitismo tradicional por la falsa aristocracia de un extrañamente
popular. Con dos palmos de narices se quedarán los que apostaron por Amazon
cuando su enfrentamiento contra la Hachete de Francia; pero la venganza es
mezquina y el precio a pagar por esa arrogancia es una deuda pública, no
privada de ese elitismo.
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