Thursday, April 14, 2016

De las vocaciones

Por Fra. Erasmo de la Cruz, OFMP

—Así que tenemos una vocación…
—¿Qué tiene de extraño?
—A estas alturas…
—Ja, pareciera que es su propia fe la que faya
—No, soy realista (pausa) y sé que es extraño tener vocaciones a estas alturas
—Extraño es lo que estás diciendo, las vocaciones están creciendo en el mundo
—¿En las ciudades grandes, donde las tradiciones están bajo cuestionamiento constante, el mundo es heterodoxo y no acepta dogmas?
—Eso es cierto, no había pensado en ese aspecto… pero aun así toda vocación es creíble, al menos en principio
—Si…. Es cierto, ¿quién es el guía?
—Yo…
—Jajá! ¿Y todavía crees que es confiable? ¿Lo eres tú?
—Aún estoy en la orden…
—Ni tú mismo sabes por qué o por cuanto más
—Es cierto, y este muchacho es un poco como yo
—Entonces… crees que la gente no se da cuenta, la Iglesia no es este convento, ni esta orden siquiera es este convento; tú estás aquí en una especie de retiro dorado, ya ni das clases y estás a resguardo de cualquier problema, incluso económico
—Pero…
—Déjame terminar… no es justo, a ti al menos te conocemos, eres un caso de vocación fallida que podemos tolerar y con la que podemos convivir… pero él, si empieza así, crees que podemos soportar esa incógnita, en qué va a parar si empieza donde tú terminas
—Yo lo apoyo
—¿Y a ti, quién te apoya a ti?
—Dios
—¿Qué Dios, esa cosa abstracta que tú crees que es lo que significa el concepto de Dios? ¿no crees que esa contradicción es muy fuerte?
—Yo creo en Dios, simplemente no tengo claro en qué consiste
—Ese no es el problema…
—Yo no soy el problema
—Tú no eras el problema, pero si no piensas en las consecuencias de tu genialidad eres al menos un peligro para la comunidad… y eso es un problema

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