Diario de Cuba en la era de la postverdad, II
Diario de
Cuba es sólo un sitio de noticias sobre Cuba, con la seriedad y trascendencia de
cualquier otro, incluso personal; no importa lo que pretenda en ese sentido, ni
que para ello acuda al dinero de donaciones formales, como un medio oficial. Pero
no es un medio oficial, sino que como todo lo que se relaciona con Cuba, vive del
conflicto político y no de resolverlo; es decir, Diario de Cuba no va a
dirigirse nunca a las raíces del problema político cubano, que son culturales,
porque vive del mismo y necesita extenderlo. Es curioso que naciera poco
después de la muerte de Jesús Díaz, el director de Encuentro de la cultura
cubana; que siendo el padre de Pablo Díaz, parece haber sido el único soporte
con que este contaba, en lo que sí era un medio y se proyectaba con sentido
profesional. No hay que engañarse, Encuentro reproducía y probablemente todavía
reproduzca los vicios de la cultura política cubana; pero a pesar de eso era un
medio, cuya proyección era profesional, pudiendo por ello darse el lujo de sus
desmanes e injusticias.
No es ese
el caso de Diario de Cuba, puede que por la dirección de Pablo Díaz, aunque
este es representativo de todo su equipo; y que dedicados a ordeñar la
contradicción política cubana, lo hacen manipulando los egos de cuanto
intelectualillo no puede cumplir sus ambiciones propias. Es por esa sensación
de trascendencia que Diario de Cuba cuenta con tanto cómplice, entre los que
hay viejas luminarias de todo tipo; que negados a dejar el
candelero, participan de la política de mezquindad del periódico madre, a cuya
legitimación ayudan con su participación culpable. Entre los horrores que
restan credibilidad a Diario de Cuba, está su política de comentarios, que
estimula el anónimo; provocando esas refriegas habituales al cenáculo cultural
cubano, al brindar esa sensación de éxito que es absurda por falsa y
superficial; porque en realidad, a lo que acude es a esa necesidad de
trascendencia que enloquece a toda una generación, que vive en una catarsis perpetua
por su frustración. Producto de esa política de comentarios, por ejemplo, no es
extraño que algunos sean firmados con nombre ajeno para alimentar la controversia;
repercutiendo en la credibilidad y reputación de esas personas, con un
comportamiento irresponsable e infantil... en un medio dice que serio.
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Por todo eso,
como advirtiera el poeta sublime sobre Santiago de Cuba, no os asombréis de
nada; aunque sea porque veréis horrores, como esa práctica falaz, por la que el dicho medio se escuda en la política de Google para predar en contenidos ajenos. No tiene en cuenta que con eso comete doble fraude, y en algún
momento puede ser sujeto a acción judicial; pues mientras con ese contenido
saca provecho económico, justificando el dinero que obtiene de donaciones,
también afecta la credibilidad de autores que utiliza sin su consentimiento. Esa
sin dudas es la prueba mayor de su delito más grande, como el fraude político que
es en el espectro de la cultura cubana; la falta de escrúpulos con que se
apodera del trabajo de quienes mismo margina sin contemplación, y a cuya
credibilidad se vincula de modo incorrecto.
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los vínculos al material indebidamente apropiado