Conclusión al republicanismo americano
Cromwell y Lincoln no operan desde una filosofía, sino sobre
una estructura, que enfrenta su fractura formal; Cromwell la de la monarquía
inglesa de los Estuardo, incapaz de absorber el pluralismo religioso y el
ascenso parlamentario; Lincoln la del pacto federal, desgarrado por el determinismo
político, ya insoportable desde su constitucionalidad. Frente a esto, la
república de Rousseau no nace de una fractura real, sino de una ruptura ideal,
como un imaginario; del que el contrato social no emerge como solución a una
tensión estructural, sino como un artificio político.
De ahí que la revolución Francesa no sea un proceso de
estabilización estructural, sino de aceleración ideológica; la voluntad general
deviene soberanía popular, en que el pueblo deviene sujeto absoluto, pero sin
forma viable. El resultado es una espiral de violencia que destruye toda
mediación, e impide su propia viabilidad política; en cambio, Cromwell y
Lincoln, aun actuando desde la excepcionalidad, trabajan sobre esa viabilidad
republicana; uno con menos suerte que el otro, dadas sus respectivas
circunstancias, pero definitivamente como su fundamento.
Recuérdese que la violencia ideológica del Cristianismo
se funda en San Pablo, pero no se realiza hasta San Atanasio; haciéndose
estructural con San Basilio y sus monjes fanáticos, sentando la dinámica política
del futuro socialismo. De este tránsito es que surge el humanismo, como
justificación de la república moderna, en su racionalidad como suficiencia;
pero la república inglesa tiene otro origen, dado por la contradicción misma de
la clase media, no como ideología; que es lo que explica esa crisis de
continuidad de Cromwell, solucionada en el constitucionalismo de Lincoln.
Eso es lo que potencia Virginia, como reinauguración que
extiende la nueva realidad ante el carisma de Alfredo; tras el que vienen los
nuevos heaten del ilustracionismo francés, pero como otra condición también de
lo real; que se niega a ser ignorada en ese extraño idealismo del pragmatismo de
la cultura, como dificultad perenne de lo real. En efecto, como un final
paradójico y operático, el problema está en la relatividad tricotómica y no
dicotómica de lo real; por la que toda realización es epifenoménica —en tanto efecto— y en eso responde aún a la estructura de la que parte.
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