Saturday, March 16, 2013

La falsedad del genio!

Por Ignacio T. Granados Herrera
A mediados del siglo pasado el Catolicismo sufrió uno de los ataques de fanatismo teológico más mortíferos, en el que se trató de desmitificar a la teología; sin tener en cuenta con la soberbia racionalista que con ello se dañaba uno de los momentos más complejos del proceso de conocimiento, en el que se fija la idoneidad de la representación [cognitiva]. Por suerte, aquello no pasó de otra excesiva fantasía intelectual, que no afectó las bases parroquiales de esa confesión; pues en definitiva la cultura se alimenta de esta base popular, aunque después se vicie en el elitismo de sus especializaciones naturales. Recientemente llegó a las redes sociales otro acto de prepotencia racionalista, esta vez dentro del arte y su entorno teórico; sumando la burla a la ofensa con esa altivez de jóvenes universitarios que han de suplir su falta de imaginación con el atrevimiento aparente de sus intereses intelectualistas.

Se trató de una performance [otra], con la que un joven —¿cuándo no?— demostraba la falencia de nuestras contradicciones referenciales; primero, como si la falibilidad fuera un vicio antes que la virtud que nos sume al vértigo con su dramatismo, que no es teatral sino existencial; y segundo, con esa inconciencia con que se empujaría al cojo para mostrar la precariedad de su equilibrio, sin atender a la escandalosa inconsecuencia de las pretensiones mismas. En esta, un joven artista creó un mosaico antiguo con la composición de Les demoiselles de Avignon de Pablo Picasso; la exposición del artefacto sin la aclaración de su contemporaneidad sería el experimento que probó la fragilidad de nuestras percepciones históricas, dada su innata subjetividad. El error es que aceptamos sin cuestionarnos que el dicho mosaico era antiguo, como si eso fuera tan importante como para preocuparnos tanto; como si la genialidad de Picasso hubiera residido en el tema y no en la deconstrucción sistemática que dio paso al cubismo como una de las propuestas formales más impactantes de la Modernidad tardía.

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Los jóvenes deberían comprender no sólo que algún día dejarán de serlo, sino también que persistir en ese culto de lo imberbe es optar también por la inexperiencia y la torpeza. Por suerte, tampoco esta vez pasará el despropósito de los marcos híper especializados del esnobismo teórico que a bien tiene el malgasto de recursos; sin afectar a esa cultura popular que es la que alimenta a los procesos reales, y no esas ficciones de graduados sin objeto. La soberbia es el defecto de las juventudes triunfantes, que claman por su próximo fracaso con su falta de buen gusto y respeto; cuando habiendo demostrado al mundo la inutilidad de sus agudas inteligencias tengan que enfrentar la indiferencia del público del que se burlaron recostados en esa juventud. La Modernidad fue de suyo arrogante y excesiva, pero al menos dejó desde temprano un legado positivo con esos excesos; estos otros excesos demuestran con su negativismo que la postmodernidad es su decadencia y no otro período suficiente y capaz, aún está por verse este legado suyo.

Monday, March 11, 2013

La paradoja Maturana



La experiencia de conocimiento ha sido siempre individual e intransferible, en tanto comprensión de las cosas; una dificultad que el racionalismo positivo moderno negó con su fe en la educación, pero cuando esta no conduce a esa comprensión sino a la mera información sobre las mismas; que puede devenir pero no necesariamente en esa experiencia, nuevamente individual e intransferible. Esta paradoja perenne sería la gran dificultad de los filósofos, condenados a la refundación constante de los sistemas; informados cada uno por todos aquellos sistemas de los filósofos que les antecedieron, pero como una experiencia distinta y singular. Es por paradojas como esa que trabajos monumentales como el de Humberto Maturana pueden resultar asombrosamente inocuos o incomprensibles; al carecer de un ajuste epistemológico que concilie sus conceptos novísimos con los ya tradicionales a los que emulan, y que así los esclarecería. Claro, habrá que partir del hecho de que Maturana no es un filósofo en sentido estricto sino un ingeniero electrónico arrebatado al estudio de la biología, y desde tal simbiosis al alcance filosófico del acto mismo de conocer que lo asombra. 

Pero es un hecho que estricto o no Maturana filosofa, y con el mal gusto además de moralistas compulsivos como Nietzsche; que se indigna y apostrofa a la humanidad como un Cristo furibundo contra los mercaderes del templo, que son como los profesores medrando con la filosofía; es decir, con esa misma inutilidad y patética inocencia con que el Cristo se prestó en  a la manipulación de sus apóstoles, encandilados con el brillo de las llaves que estrenaban. Maturana no sólo filosofa sino que comete los excesos habituales a los filósofos modernos, con afirmaciones apodícticas sin margen a la duda razonable; en algún momento dice que la neurología es cibernética, en vez de la modestia de que la cibernética sea neurología en tanto artificial, y así por el estilo.

Por eso mismo el noble Maturana podría ser más efectivo desde Heidegger, por ejemplo, o desde el Kant que lo antecede o desde Hegel; sabría entonces —en su resumen— que su llamada tautología cognoscitiva es en realidad tan solo una paradoja, porque no plantea una imposibilidad sino la tenue dificultad que hace al conocimiento arduo pero posible; en tanto los niveles abstractivos proveen en la representación formal el nivel de objetividad mínimo [relativo] indispensable para el mismo. Claro, eso en tanto el “relato de la consciencia sobre sí misma” es tan solo ontología tradicional y clásica; donde el Ser [Ente] en sí es esa conciencia que monologa en el dramatismo aún si literario de sus determinaciones trascendentes. El populismo excesivo —y ya postmoderno— permite al idiota burlarse de la naturaleza semántica de los problemas filosóficos; la paradoja Maturana demuestra que, en efecto, los problemas en toda existencia—incluida la filosófica— no dejan de ser malentendidos susceptibles de gloriosa corrección.

Thursday, March 7, 2013

Islas en la fototeca



No importa la felicidad de ciertas respuestas, es evidente que la fotografía no es la perfección pictórica en su máxima inmediatez; su plástica acude a otros recursos, que realzan el dramatismo de los discursos por medio de la construcción inteligente, por la posibilidad su deconstrucción. Es así que un discurso intelectualmente polémico como el de femineidad se hace especialmente rico como criterio de curaduría para una exposición fotográfica; sobre todo si se hace desde el criterio referencial de La isla que se repite, el magistral ensayo de Antonio Benítez Rojo sobre las recurrencias culturales del Caribe. El concepto es complejo, pero se trata sobre todo de eso, de su inteligencia; después de todo, este es el único modo de respetar las sutilezas en que se estructura funcionalmente la realidad, sin distorsionarla con el excesivo racionalismo.

La cualidad eminentemente formal de este tipo de esfuerzo sólo puede satisfacerse con un espíritu joven, que en ello tiene el atrevimiento y la desfachatez para enfrentar todo convencionalismo; algo titánico si se tiene en cuenta que tales convencionalismos no son necesaria y exclusivamente los del machismo sino incluso —¡oh, sorpresa!— ciertos excesos intelectuales del feminismo ya también tradicional. Esta es la elusiva premisa con que Kelly Martínez, profesora en la Universidad Central de Venezuela, curó la exposición fotográfica Islas, de la Fototeca Cubano Americana [CAPF]. Abierta desde el 8 de Marzo para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, la muestra recoge el trabajo de un abanico de fotógrafas cubanas; porque la referencia a la antropología de La isla que se repite no es el Caribe sino la femineidad cubana como un espacio funcionalmente análogo a ese otro; es decir, una construcción puede que cultural, pero en la que definitivamente recurren los modos del sentido femenino, que tan polémico se hace por las falacias intelectuales.

La muestra es amplia y sólida, poblada por mujeres de carácter suficiente como para atreverse a la mirada singular; y en la misma sobresalen nombres ya míticos como el de Consuelo Castañeda, a la que habrá que referirse como a la autoridad; o el de la misma Isabel María Sierra, directora de la Fototeca Cubano Americana, el espacio que acoge la exposición. La muestra estará abierta desde el mismo viernes 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, a las 7:00 pm; la CAPF se encuentra en el 4260 SW  de la 74 Ave., en el Bird Road Art District Miami.

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