Thursday, June 19, 2025

Arte, déjame- pensar.

Por Angela de Mela

El viaje de la identidad cultural alimenta su condición cuando acepta su contenido secular y se agrega al presente. Sin este completamiento nada podría decirnos la obra de un Miguel Ángel, pues la grandeza de toda obra por mucha que esta fuera, escaparía a nuestro entendimiento. La Odisea o la Ilíada no contarían igualmente con su justa apreciación, despojadas ya de vínculos y de pertenencia en el constante viaje de su identidad.

Y aquí parece encontramos uno de los temas primordiales de la cultura en nuestros días.

Sabido es que el arte y la literatura cuando resultan ser un número más en un mercado incapaz de no atinarle a su condición, este tiende indefectiblemente a usurpar su valor, pues bien, a ello deberá sumarse lo que realmente resulta hoy, actualizándonos en su realidad y en su verdad, donde no solo se está tratando en el ahora mismo, de poner a prueba la calidad inmanente del arte y la literatura, sino también y es esto lo más alarmante, su carácter, la condición primordial de su existencia.

El mundo tecnológico, su acelerado desarrollo ofrece a lo contemporáneo enormes oportunidades para ennoblecer el contenido cultural y comunicarlo, el acercamiento de la tecnología al arte ,ha abierto disímiles variables y no pocos derroteros a lo artístico, muchos de los cuales, aún no han sido examinados convenientemente y puede que con ello, nos encontremos ante una muy renovada, desconocida y silenciosa , arquitectura de lo anodino intentando cada vez más ser lo supletorio del Arte y la literatura. En el caso de esta última, por ejemplo, las redes, las aplicaciones, los nuevos formatos de entrega se abren a los receptores y a los creadores en una multiplicidad donde escoger supone ya de por sí una labor titánica.

En la pintura se superponen las opciones artísticas dando paso a nuevas opciones del arte visual, algunas de ellas muy loables y plausibles, pero otras ni siquiera rozan el límite de lo aceptable; si a esto agregamos que el ejercicio de la crítica tiende a desaparecer de ese entorno cuasi selvático de posibilidades; pregunto, que es escoger hoy, sabemos escoger, ¿sabremos cribar para hacernos de ese presente capaz de alimentar la riqueza que deberá alimentar la identidad del Arte? El discurso transgresor vende, y del mismo modo se invisibiliza lo que no aparece como rompedor, pero sin embargo es en la continuidad donde se encuentra algo verdaderamente valioso.

En el fondo lo disruptivo es pantalla para lo fácil, el respeto al conocimiento, al esfuerzo y al oficio parece estar en las antípodas de este desacertado entender del arte y la literatura. Lo original se difumina, hay una insumisión ante lo original y una irreverencia ante lo permanente Así la disolución, la evanescencia, del valor de lo artístico en su carácter primordial, acusa de convertir-le en cualquier cosa que se proclame en ello; ya no como sucedáneo, sino como apropiación de su esencialidad, ocupas de su cometido, donde la valoración, nuestra capacidad para “ apreciar “ ha sido cedida a la estulticia, en el para qué preguntar, entender, disfrutar del conocimiento del arte cuando su fugacidad no lo ha hecho relevante. Lo relevante es su consumo fácil, la usurpación silenciosa. Usurpación y fraude, a un costo más alto de lo que podamos suponer, arte no para dejar de pensar sino para “pensarte”; y que se refrende el pensamiento ante la astuta y nueva conversión de los valores, que parecen apuntar hoy nada menos que a desvirtuar la esencia de la creación; y con ello desde luego, el viaje a su condición humana, después de hacernos la pregunta más radical: cuando es indiferente el valor del arte y la literatura, cuando escapan a su contenido virtuoso, será porque acaso no son lo importante?

Monday, June 9, 2025

Descartes, entre Aristóteles y Platón, la trampa invertida

Hay una paradoja que debilita a la filosofía occidental —no sólo la moderna—, por la base platónica de su epistemología; que no es platónica, sino de la crítica aristotélica de Platón, manipulada por Descartes como autoridad. Platón plantea la excelencia de la Razón, pero no como primacía lógica sino como su culminación por esa excelencia; con lo que de hecho cumpliría su desarrollo lógico, desde una alta a una baja entropía, partiendo de la intuición.

Sólo que esa intuición es experiencial, no un concepto claro y distinto, que es la naturaleza del concepto racional; ya que como reminiscencia —y aún hay que ver lo que esto significa— proviene de la experiencia, no de la razón misma. Por su parte, la reminiscencia es explicable en su ambigüedad, en una fragmentación cuántica de la memoria; que ilustra la transmigración como reciclaje de partículas del caos originario, en el lenguaje irracional del pensamiento clásico.

Aquí el problema es entonces de anacronía, en tanto el Racionalismo es un postulado típicamente neoclásico; que como exceso propio del barroco, redujo no sólo la exuberante estética clásica a la sobriedad clasicista.

Como al arte clásico, el racionalismo neoclásico racionalizaría también la tradición de pensamiento desde el fisiologismo; que no habría cambiado de naturaleza sino sólo de objeto, hasta el establecimiento de la lógica por Aristóteles. Esta misma, como todo el pensamiento anterior al suyo —incluido Platón— era intuitivo, como el mito clásico; pero la Lógica deviene en instrumento de racionalización del pensamiento justo a partir de Descartes, no antes.

Hasta entonces, la filosofía tiende naturalmente al racionalismo escolástico, con apoteosis como la de los universales; pero esto es sólo una desnaturalización progresiva, que encuentra su propia apoteosis en el método cartesiano. A su vez, esto no supera ni desplaza a la lógica, sino que la afina en su función instrumental, subordinándole la intuición; pero asentando con ello la Razón como único parámetro de objetividad, dando lugar al relativismo moderno.

Nada de eso estaba en Platón, ni en los fisiologistas ni en Pitágoras, ni siquiera en Aristóteles, aunque este lo provoca; ya que su comprensión de Platón es parcializada, al criticar la metafísica funcional de su teoría de las ideas. Platón no postula una trascendencia paralela a lo inmanente, sino que hace representaciones cognitivas, no conceptuales; en esa naturaleza figurativa del pensamiento pre-aristotélico en que nace el fisiologismo, y por la que él elabora el mito.

Es en esta naturaleza figurativa que Platón postula el mundo de las ideas, pero no como una actualidad fenoménica; sino como un distanciamiento estructural, propio del acto de conocimiento como existencial, y en ello epifenoménico. Más contemporáneo, y curiosa y recurrentemente desde la estética, Antonín Artaud postularía el extrañamiento; y en ese mismo esteticismo —que funda al pragmatismo de Peirce— Lezama Lima postula los eros de la lejanía y lo cercano.

Es en ese contexto figurativo que Platón reconoce la primacía de la experiencia, como base sensible del conocimiento; que la modernidad negará en Descartes, sobre la base lógica de Aristóteles, aunque desde la autoridad de Platón. Eso, en medio de otros desarrollos diacrónicos, como el del capitalismo moderno en el mercantilismo desde el siglo XVI; determinando a la economía en el consumo antes que la producción, conduciendo a la revolución del siglo XVIII.

Esto es importante, porque la revolución científico técnica es así producto y no causa del capitalismo moderno; reproduciendo en sí mismo la dinámica secularizadora de la expansión del comercio fenicio en la Grecia arcaica. Esto sin embargo ocurre como contexto del sujeto como parámetro de racionalidad, desconocido al mundo antiguo; para el que el conocimiento era relativamente objetivo, justo porque partía de la experiencia, incluso como reminiscencia.


Sunday, June 8, 2025

Del número de Afro-Hispanic review dedicado a Georgina Herrera

A casi cuatro años de su muerte, The Afro-Hispanic Review dedica un número temático a la poeta Georgina Herrera; y la demora puede —pero no se sabe— deberse a la tensa negociación acerca de su cuestionable legitimidad. El número fue planeado al momento mismo de su muerte, y fui invitado a participar por Juana María Cordones, como editora invitada; pero lo condicioné a la exclusión de Roberto Zurbano —por motivos que todos sabrán—, a lo que se negó.

Ni la reluctancia de la invitación ni la negativa son importantes, por banales y secundarias en la subjetividad; pero la aparición de este número apunta a un apaciguamiento, más ofensivo aún que la ofensa original. No condicioné mi participación a la exclusión de Zurbano por arrogancia, sino por su irrespeto y oportunismo; y el hecho de que lo excluyeran sin renovar mi invitación, habla de esa arrogancia y oportunismo, y de cobardía y debilidad.

No se trata de una pugna entre dos mediocridades, sino de la ascendencia de Georgina Herrera en su maternidad; usurpada —o pretendida— por Zurbano en sus manipulaciones, a manos del negrerismo de las universidades norteamericanas. Puesto así, podrían hasta ponerlo de editor invitado a él, pues la ofensa es hasta mayor, si se excluye al hijo de Herrera; no importa la razón que se blanda, más allá de la hipocresía irresponsable con que se habla y elogia su maternidad.

Aquí mismo se le menciona, como origen del ultraje a Georgina Herrera, para que quede claro que se trata de dignidad; algo que ha desconocido esa revista, en esa arrogancia de aristócratas franceses ignorando su destino a finales del siglo XVIII. Eso explica esa naturalidad, con que gastan dineros públicos en darse palmaditas, mientras siguen explotando negros; ignorando en ello además la dignidad de quien no los necesita, porque no vive de dinero ajeno en su supuesta aristocracia.

Alternativas tuvieron, que al menos les hubieran salvado la cara, en una delicada situación que merecía cuidado; aunque hubieran tenido que quitarle el feudo a la blanca, y no hay negro —de Vanderbilt a Puerto Rico— que se atreva a tanto. Eso, más aún que lo personal, es lo que duele de este portazo, como debilidad de una raza incapaz de dignificarse; en una prueba de que nada ha cambiado, sino que sólo han aumentado la nómina de contramayorales y mayordomos.

De hecho, y como es propio del comportamiento racial, este número ni siquiera hace justicia a Georgina Herrera; porque obvia su importancia, más axial que anecdótica, en la determinación del cosmos negro en Cuba. Eso, que ocurre en el poder intenso de su poesía, es mayormente manipulado como una poética de resistencia; que le escamotea en ello el alcance existencial, con que rearma el ethos cubano en su verdadera dimensión.

Demasiada gente importante ha colaborado en ese número, y uno no sabe las condiciones ni por qué lo hicieron; basta la buena voluntad de algunos, para no andar ofendiéndolos a todos, en lo que sería un acto de vanidad imperdonable. Sin embargo, a los que sí saben que actuaron con doblez y cobardía, sólo queda lamentarles la pobreza y mezquindad; si tan trascendentalistas son, deberían saber que esto es lo que quedará de ellos, la soberbia e ignorancia que exhiben; porque con semejantes actos de fuerza, sólo muestran su debilidad, en esa dependencia vergonzosa de dineros públicos.

Tampoco hay que agotar los límites del amor, no importa lo inmenso, pues siempre se seca ante la inconsistencia; y eso sería irreparable, después de haber crecido sólo de la fe y el recuerdo de un pasado ya lejano. No es extraño que eso lo haga el institucionalismo cultural cubano, al que esa prepotencia irreflexiva es natural; pero es triste que universidades norteamericanas —que usan dineros públicos— lo acompañé así, al abismo de esa vulgaridad.


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