Volpi y el fin de la novela contemporánea
Jorge Volpi es probablemente uno de los novelistas contemporáneos más exitosos, y con buenas razones; exhibe un perfecto equilibrio entre ese éxito deslumbrante y un prestigio real y merecido, cuyo único defecto sería el de ser un novelista contemporáneo. En su libro Mentiras Contagiosas se apoya en una de las mejores ficciones del argentino genial, Jorge Luis Borges, para desarrollar otra; propia suya, esta otra ficción es una finta futurista en que se ha declarado la muerte de la novela. El plan es agudo e inteligente, porque se trata de una defensa numantina de la novela como fenómeno estético; lo que habría sido muy puntual y efectivo sino fuera por ese defecto terrible del numantismo, que apela a sentimientos antes que a algún argumento.
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Lo cierto, entonces, podría ser que la crisis de la novela esté dada y sea terminal aunque la agonía sea prolongada; y justo por la corrupción de sus fundamentos, con una falta ya crónica de ficción, si bien ajena aún a la rozagante salud literaria de Volpi. Volpi podría ser uno de esos casos de inmunidad genética, recurrentes a toda pandemia; después de todo, a juzgar por sus influencias e inclinaciones, Volpi tiene magníficos genes literarios. Pero un caso de inmunidad no alcanza a negar una pandemia, y el sentido común aconseja tomar precauciones; es decir, ciertas ponderaciones, que aceptando la gracia del arrebato romántico —es bello, es dramático, es una performance!— no descuide la vacunación preventiva ni la dieta.
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