Gaviotas Habaneras
En una feliz incidencia, este Día Internacional del Teatro marca el primer aniversario del grupo miamense Akuara; y para celebrarlo, el grupo preparó la reposición de Gaviotas Habaneras, de Ivón López Arenal. Es obvio que se trata de incidencias y no de coincidencias, porque nada de eso es casual; sino que se dirige a una mayor efectividad en la difícil movida del teatro en español de Miami, supliendo las necesidades con ingenio y creatividad. De todas esas incidencias, quizás la más feliz sea la de escoger Gaviotas Habaneras; una obra de repertorio aunque en estreno local y una nueva versión, pero no un estreno absoluto. Es sobre todo consistente, porque antes que al fuego fatuo y la incandescencia se refiere al trabajo y la trayectoria del grupo; sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un drama [literalmente] teatral, en que el objeto puede ser el teatro mismo y su experiencia.
Ciertamente, afirmar que el drama de Gaviotas... es el teatro mismo y su experiencia puede ser discutible; la obra versa sobre el reencuentro de dos actores que compartieron sus estudios de teatro en Cuba, y ahora enfrentan la dificultad de realizarse en el exilio. Está claro que el leit motiv es esa dificultad de realización para los teatristas, pero también que toda la experiencia es tremendamente teatral, más que propiamente existencial; y de eso es de lo que se trataría —para el escogido círculo de interesados y esteticistas— más que de la crónica de las dificultades de la vida, que todos conocemos. Es en todo caso un drama rico e intenso, en el que se superponen perspectivas y texturas diversas; hasta el punto de acercarse por momentos al musical, además de recrearse en un collage referencial de clásicos teatrales.
Gaviotas... ha sido relacionada con Weekend en Bahía y Delirio Habanero de Alberto Pedro, de quien Akuara estrenó El banquete infinito; pero la relación es situacional y recurrente dada su estructura necesaria, que en definitiva se trata siempre de teatro. No obstante, a diferencia del teatro de Alberto Pedro Gaviotas... no es una obra de cámara; y la situación misma difiere en su dramaturgia, con el tratamiento del conflicto entre la nostalgia y la actualidad. La puesta original era a dos actores, y esta es a cuatro; que en realidad siguen siendo dos actores, sólo que con el apoyo de dos comodines que diversifican las múltiples encarnaciones que ocurren en escena y la enriquecen con nueva perspectiva.
A los protagónicos de Ivón López Arenal y Carlos A. Pérez, Gaviotas... suma las actuaciones de Christian Ocón y Miriam Bemúdez; con la asistencia al director de Magguie Quicutis junto a la iluminación y asesoría técnica siempre esperadas y espectaculares de Mario G. Joya, y la producción y utilería no menos deslumbrante de Alba Borrego. De esta última cabe resaltar su trabajo en el Altar de Cachita, que logra la simbiosis equilibrada de Oshún y la Caridad del cobre sin subordinar una a la otra; en una de las fintas más sutiles y efectivas sobre la facultad del arte para especular [reflejar/reflexionar] en conflictos de sensibilidad y catarsis existencial como los que conciernen a esta obra.
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