Contra los ídolos de Mahoma
Una de las graves
contradicciones en la arena internacional hoy día es la confrontación entre
Oriente y Occidente; en la que no hay dudas de que Occidente lleva la razón y
está en el lugar del ofendido, pero sin que eso sirva para algo. A los musulmanes
se les ha echado en cara que se dejaran secuestrar la religión por sus
facciones más radicales y retrógradas, contrario a la evolución constante de
Occidente; lo que también es cierto, pero porque ha sido la reestructuración
política de la sociedad la que terminó por subordinar lo que era su
superestructura religiosa a un valor no determinante. El mundo
árabe llegó a esa misma encrucijada con la confrontación entre los califatos de
Córdoba y Bagdad, donde la ilustración corría por cuenta del primero; pero
cuando el mundo árabe no contó con un florecimiento del capitalismo moderno, que fue lo
que sobrepuso a las repúblicas con un estado suficiente a su
determinación religiosa. La prueba estaría en que fue la cultura árabe la única en producir una república medieval, cuando la transición del califato de Córdoba a los gobiernos de taifas; dejando claro que el problema es o era de madurez de la estructura política, al organizarse solo por default, sin que pudiera sostenerse la formula.
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Es entonces de esa separación primera en que nace el
estado laico de sonde surge la fuerza y los medios en general para subordinar
los extremismos religiosos; y eso no lo tuvieron los árabes, justo por culpa
del capitalismo occidental, al que le convenía esa subordinación política de
los árabes a un tribalismo cohesionado en el trascendentalismo religioso; y esto
tanto por el suprematismo moral respecto al liberalismo de Occidente y que
incluye el desdén por su cultura libresca, como por los lazos de fidelidad
confesional. No obstante, habrá que
recordar que hasta el ilustracionismo occidental está en deuda con el
liberalismo que emanó una vez del mundo árabe; y que mientras el oscurantismo
moral de Occidente se aferraba al platonismo agustinita de la teología
católica, los árabes avanzaban a la Casuística [moral] desde Aristóteles gracias al patronazgo de
Córdoba. Es de suponer que de nada vale quejarse del extremismo árabe, y que
sin dudas debe ser más productivo comprenderlo; porque es a partir de esta
comprensión que se les puede devolver mucho de lo que les es debido, y con el
reconocimiento construir la paz entre los mundos.
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No se trata del imposible
moral de poner la otra mejilla, sino de buscar entre los musulmanes y encontrar
en ellos las corrientes liberales que de seguro existen; creer que no hay entre
los musulmanes corrientes liberales y que todos son extremistas es una de las
formas del extremismo occidental que nos hacen odiosos a los ojos de los otros,
alimentando nuestra propia bestia al apelar a lo peor en ellos desde lo peor de
nosotros. Sólo la soberbia cristiana
pudo concebir esos hermosos cantos de caballeros que atacaban a los ídolos imosibles de
Mahoma; tanta grandeza moral es a nuestros días como las armas de destrucción
masiva de Sadan Hussein, una ficción perversa que se vuelve contra nosotros
mismos. Sí existen —es absurdo que no existan— corrientes liberales entre los
musulmanes, y necesitan y merecen nuestro apoyo; mejor aún, nosotros somos
quienes necesitamos de ese apoyo de ellos, así que en verdad es a nosotros
mismos a quienes ayudamos ayudándolos a ellos.
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