Tuesday, April 29, 2014

La segunda mirada

Carlos A. Díaz Barrios, Rubí Arana e Ignacio T. Granados
Un reciente recital por la nicaragüense Rubí Arana en The silver dragón, la tienda de Carlos A. Díaz Barrios en Coral Gables, dio lugar a un acuerdo importante acerca de una colección llamada La segunda mirada. Se trata de una colección que surgió como fruto del trabajo como editor del escritor Carlos A Díaz Barrios; a la sazón uno de los editores más consistentes y confiables del entorno cubano de Miami, desde que no trata de derivar una relevancia intelectual —que ya posee— sino que puede volcarse a la recreación de un acervo tradicional como el de la literatura cubana anterior a 1959. En ese sentido, debe recordarse que la tradición literaria cubana es particularmente rica y extensa; más allá sobre todo de sus autores canónigos, como Alejo Carpentier o Eliseo Diego, a autores que sin alcanzar ese rango sí fueron icónicos. Ese es el tipo de autor que en general recoge La segunda mirada, como una colección con carácter incluso de muestrario antes que compilatorio o definitivo en modo alguno.

De ahí que sea tan importante el acuerdo con Díaz Barrios para la digitalización de eso que ya es en sí un fondo precioso de la cultura cubana; al que se podrá acceder de forma universal, e integrándolo en las nuevas proyecciones que el desarrollo tecnológico impone a la cultura. No puede olvidarse el detalle del momento crítico, aún en sentido positivo, que atraviesa a la cultura contemporánea; distinto incluso al que significó la invención de la imprenta, ya que contiene el elemento acelerador de la relación objetual con el libro como referente cultural; que ha de ser una relación necesariamente distinta, desde que —hasta por los niveles de educación y la densidad poblacional— el manejo de las bellas artes ya no es un denominador de interés político y social. En ese sentido, ya la invención de la imprenta tiene que haber significado un filtro que sacrificara gran parte de la tradición literaria anterior; como esta transición hacia soportes electrónicos ha de serlo para gran parte de la producción literaria actual, basada sobre todo en el culto [seudomístico] del libro como objeto de prestigio.


Kindle
Eso entonces ha de revertirse en la definición misma de proyectos como La Torre de Papel y Ediciones Itinerantes Paradiso; que se distinguen en el panorama local tanto por su bajo perfil como por el tipo de proyección no institucional pero sí más vitalista que el común de proyectos de su tipo. Díaz Barrios además es un autor de calidad superior, que en vez de usar su trabajo editorial para auto promoverse lo ha utilizado para isolarse en el ambiente que corrompe a la cultura cubana con su falso institucionalismo; carácter que es lo que le hace más atractivo como criterio y referencia para el trabajo, tanto por ese carácter suyo como por la eficacia de su propósito. Algo que lo distingue todavía en ese sentido, es tanto el respeto [singular] que le hace pagar por los servicios que requiere como la modestia de reconocer sus necesidades; que le ha llevado a la simplificación de sus diseños de portada, distanciándose de ese horror que es lo que se puede llamar el estilo Miami en portadas, para alcanzar la máxima expresión en el más total minimalismo.

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