Académicas!
Por Ignacio T. Granados Herrera
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Un artículo defiende la inconvencionalidad del
arte contemporáneo, apelando a su definición por la Real Academia de la Lengua
Española; según la que "el arte se define como la manifestación de la
actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y
desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos,
lingüísticos y sonoros". El problema con esa definición es que no se
sustenta en otra lógica que la que emana de la misma, cayendo en el juego
tautológico de las autoridades; uno de cuyos ejemplos más escandalosos es el de
la tradición católica, que alega tener su autoridad emanada de la tradición, a
la que ella misma autoriza, retornando hacia sí toda fuente de legitimidad. Sin
embargo, hasta la propia iglesia en la
más conservadora de sus tradiciones —que es la católica— justifica su
dogmatismo en otras autoridades, que integrando la tradición explican esa
ambigüedad; trazando siquiera un silogismo que así hace creíble su
representación de la realidad por la idoneidad de los conceptos que postula y
elabora.
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Pero ese no es el caso con esta definición de
la RAE, que hablando excátedra en temas más concretos que los de moral debería
tener conceptos más racionales; explicando por qué esa interpretación de lo
real o imaginado es una visión personal y desinteresada, no sólo en ese mismo
hecho de serlo sino también o incluso la causa de que así sea. El problema
parece típico del funcionalismo filosófico de los posestructuralistas, que en
realidad eran estructuralistas disidentes de sí mismos; y que en esa insuficiencia
de la tesis que primero sostuvieron no pudieron ver la necesidad de un
complemento funcional sino una antítesis directa. Eso no quita que el
funcionalismo postestructuraliata no alcance a negar efectivamente se
estructuralismo; sino que de hecho lo complemente, más allá de esa parcialidad
parece que inevitable de los postuladores, como si el peligro no fuera esa inmodestia
implícita en toda postulación. Volviendo al problema de la definición del arte,
la deficiencia de la RAE habría estado en ese exceso abstraccionista, que no le
permite acudir a la seguridad del deslinde etimológico; por el que Arte proviene
de Tekné y este quiere decir técnica o tecnología, excluyendo por secundaria el
interés o desinterés de la representación que hace de la realidad, sea esta imaginada
o con consistencia propia.
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Valga esa última sutileza, que comprendiendo
que todo lo que es es real en alguna forma, sólo diferencia su grado o nivel de
realidad; según esa consistencia suya en tanto sea propia o derivada, como la diferencia
en que se relacionan el objeto y el sujeto, que es el que otorga realidad con
la suya propia. El concepto de arte sería así tan sencillo como el objeto o
fenómeno (no la acción) que reproduce artificialmente otro objeto o
fenómeno; aunque eso le cueste la innecesaria
complejidad que hace del artista un miembro de esa aristocracia ficticia en que
ha devenido la intelectualidad; como una condición especial que supuesta pero
gratuitamente hace a los artistas seres supra sensibles, capaces en ello de
alguna comprensión especial de la realidad.
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