Monday, November 23, 2015

Estilo Hesicástico

Ignacio T. Granados Herrera
No es gratuito que como fenómeno propiamente moderno, el auge del arte ocurriera durante el apogeo del capitalismo industrial;  este también es un fenómeno propiamente moderno, y el arte habría sido la proyección reflexiva de la época, cono el capitalismo su ordenamiento económico, en la determinación de sus relaciones políticas. La postmodernidad cobra sentido así como resumen y síntesis en que decae la modernidad, cumplido su propio ciclo de desarrollo; significando eso un mayor nivel de contradicciones al interior de la cultura como naturaleza, con la progresiva obsolencia de su organicidad. De ahí que como los procesos de producción en general, el arte también decaiga en el corporativismo; que desconoce sus funciones, sujetándolo al falso pragmatismo de la ganancia económica, termina por distorsionarlo en una burocracia mercantilista. Lo singular tanta contradicción es que nada de eso sería importante, indicando sólo esa obsolencia del sistema todo; que de su realización económica a su reflexión trascendente, sería ya una estructura de suyo disfuncional. Eso explica la fatuidad del arte contemporáneo, reflejada a su vez en la inconsistencia de las relaciones económicas; resultando a su vez en el estancamiento de toda la estructura política, en esa contracción de su masa crítica, antes del salto cualitativo a una reorganización;  determinada en unos procesos de producción distintos, que a su vez se expresarán en otro tipo de reflexión trascendente.
Comprar en kindle
Como todo lo anterior, eso no es gratuito, y obedecerá a los mismos procesos de desarrollo de la cultura; que a la altura de la modernidad no podía resolver su reflexión trascendente en las prácticas científicas, teniendo que recurrir a la mera representación formal del pensamiento en sí. Sin embargo, ya el desarrollo de las ciencias sería tan apoteósico como lo fuera el del arte al arribo de la modernidad; significando eso la madurez en su capacidad para proveer una reflexión trascendente capaz de comprender la realidad en sus propias determinaciones. Esto se vería al nivel mismo de la cultura popular y su manejo recreativo de las ciencias, que ya comprende fenómenos complejos como la física cuántica y las matemáticas; haciendo innecesaria la representación de lo real en ficciones dramáticas, por esta nueva capacidad del pensamiento científico. Eso es importante, esta conciliación formal es profunda, actuando como una sintetización que refina el pensamiento y sus capacidades; que hasta entonces había enfrentado a la dicotomía de Razón Vs Sentimientos, y por ende de ciencia Vs arte, con toda la ambigüedad y la ineficiencia del mundo para la filosofía. Ahora sin embargo la filosofía se alzaría como reina de las artes, recreando unas ficciones que reproducen el Cosmos en su comprensión paulatina; en forma no menos dramática que el arte moderno, pero sí más eficaz, al no distorsionarse en los meandros del ego, que todo lo hecha a perder con su distorsión del mercado; que como parámetro propio de la realidad en cuanto humana, sería lo que indique las redeterminaciones éticas de la cultura, según la identificación y satisfacción de las verdaderas necesidades.
Por supuesto, esto no quiere decir que ya eso ocurra de hecho sino que como principio es posible; en ese sentido acumulativo del conocimiento, cuya masa ya le permite un alcance auto referencial. De ahí que habiendo alcanzado ese nivel como masa crítica, imponga de hecho una inflexión; que se revertiría en una nueva exponenciación del pensamiento, como su conversión cualitativa, con nuevos alcances en su eficacia reflexiva. Eso sería lo que habría determinado la obsolencia del arte como reflexión trascendente de lo real en cuanto humano; abocándolo a la decadencia, en las prácticas mercantilistas de la burocracia corporativa a cargo de los procesos de producción; en cuya convencionalidad se dirigen a la conservación del status quo de la cultura y no a su desarrollo dialéctico, como parte de esa substitución de hecho; que siendo de la subestructura religiosa por la económica, se dirige en definitiva a la determinación política de la sociedad por sus relaciones económicas. De ahí la contradicción flagrante, del anacronismo de las élites intelectuales no científicas a la altura de la postmodernidad; que subsisten en burbujas de falsa sostenibilidad económica, como el de las universidades y programas de apoyo gubernamental, dada la disfuncionalidad en que en realidad responden al modelo medieval en que se forjó la modernidad. 
Otros libros en Kindle
De otra parte, esa extemporaneidad puede verse en la cultura popular, a la que se dirigen estas élites ya económicamente disfuncionales con el fin de sostenerse en una falsa necesidad; pero resultando en otra distorsión del mismo mercado, al desclasar a esa cultura popular al inducirla a un comportamiento mimético de falso elitismo; satisfacción de su falsa necesidad, que resulta de esa promoción de un modelo cultural obsoleto, como esta persistencia de la modernidad en su decadencia. Al margen de estos círculos viciosos, las élites de la nueva inteligencia se desarrollan sin trauma; logrando una inserción económica que contrasta con la precariedad de las élites tradicionales, como marcando la pauta para el renacimiento. Curiosamente, estas nuevas élites nacen y se desarrollan dentro de esas mismas burbujas de falsa economía que vician los ciclos culturales; pero mientras esos ambientes se ladran como los perros de Hécate su "publica o perece" a los modernos, lamen retozones las manos de los nuevos genios.

Seja o primeiro a comentar

  ©Template by Dicas Blogger.

TOPO