Exponenciación simplificada para blancos cubanos
Los poetas
se suicidan
Como si
fueran a un baile en esa noche triste
En que la
novia se devela por fin
Cumpliendo
esa promesa de cuando niños.
No importa
por qué, todos lo hacen igual, con
Esa
melancolía en que se reconoce
La zozobra
en que han vivido
Desde que besaron
los labios fríos de la muerte
Allá
lejos, hace tanto, tan adentro que
Era como
un espejo, pero era su propio pecho;
Y ella
allí, tranquila y queda, dentro de ellos
Esperando
ese momento en quitarse el velo
Y
revelarse espléndida y abierta.
Este es
Juan Carlos Flores, al que no conocí personalmente, y eso es un poema que escribí
cuando supe de su muerte; igual que escribí uno a la muerte de Heriberto Hernández,
que fue el más odioso y prepotente de los blancos que he conocido; porque como
negro, he aprendido que la plenitud se da en la individualidad, y la muerte es
uno de los hechos que más deben conmover al individuo. Nada de eso tiene que
saberlo nadie, ni yo tendría que haberlo escrito aquí de no ser por esa
arrogancia de a una raza que no ha desarrollado suficiencia y voluntad; y que
por eso, no más un negro habla como tal, en su propia individualidad, cae en
catarsis y pierde la cabeza, sin recursos para mantener su entereza.
Como
evidentemente, esa debilidad intrínseca a su privilegio la afecta en su
inteligencia, añadiré un par de explicaciones; como la naturaleza antropológica
de la percepción de la realidad, que hace que la proyección racial tenga más
que ver con la cultura que con la genética. No obstante, y por encima de eso,
el desarrollo de un sujeto poético requiere licencias lógicas; que lo asombroso
es que asombren a esos irritables —a menos que reaccione y actúe a la defensiva—,
después de tanto discurso sobre la fe poética, que parece otro privilegio
racial.
Debido a
todo ello y por mi propia potestad individual, estableceré un test privado de
inteligencia especial para blancos cubanos; estará asociado a la sensibilidad,
y todo aquel que no lo pase quedará automáticamente eliminado de mi radar, no
hay tanto tiempo para la estupidez. En cuanto a las simplificaciones martianas,
sean creativos e imaginen dónde pueden ponérselas.
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