Monday, March 27, 2017

Georgina Herrera: Estos ojos de mirarlo todo

Dentro de las facultades reflexivas del arte, la poesía tendría un especial valor ontológico, por referirse a las necesidades del Ser; sobre todo la poesía femenina, que por la tradicional división de roles, habría tendido a un alcance más existencial que político. Por supuesto, ninguna línea demarcatoria es perfecta sino discontinua, y siempre demarca un cuerpo poroso; pero incluso las mujeres que escriben poesía contraviniendo los roles predispuestos para ellas llevan esta carga confrontacional, que remarca lo existencial en su discurso político. El problema, si alguno, sobreviene en el acercamiento al poema o al poeta en general; con lo que es siempre una lectura particular, que termina redefiniendo al autor como personaje él mismo.

Ese es el dilema con la poesía de Georgina Herrera, de la que ya se han presentado numerosos trabajos compilatorios; la mayoría, por enmarcarse en el ámbito académico, responden a ese interés político de las academias. Libros de la libélula nómada ofrece una aproximación menos interesada, dejando a la autora misma la selección; con lo que Georgina queda despojada de esos intereses políticos, que la han enmarcado últimamente en el discurso racial y de género. Está claro que este existencialismo fresco y poderoso de Herrera tiene amplias implicaciones políticas, justamente de raza y género; al fin y al cabo, es de ahí de donde sale la singularidad del drama existencial que reflexiona en su poesía; sólo que como siempre, ella es mucho más y más hondo que eso, en la delicadeza de la imagen con que consigue hablarnos en esta poesía suya.

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Esa es la distancia que hay de la última colección anterior a Estos ojos de mirarlo todo, la hondura existencial de una mujer; que más que negra y mujer es humanidad ella misma, y tiene sus propios ojos de mirarlo todo. Eso es posible por la esforzada independencia del sello, desvinculado de todo patrocinio en ese sentido; a pesar de que el descubrimiento se deba a la exposición académica de la prologuista, que aún expone este discurso en el libro —lo que es legítimo también—. No obstante, la curaduría es de la autora, y eso la pone al mismo nivel de independencia que el sello que la respalda; el resultado es un libro bello hasta en la sobriedad, con un diseño de lujo hasta en el interior, la maquetación y la tipografía —un magnífico regalo como los de antes—. Con este florilegio, Georgina nos da un retrato más exacto entonces de su trabajo en la poesía; y con eso pone un énfasis especial en ese valor ontológico y en ello trascendentalista de la poesía escrita por mujeres.

Es curioso que con ese marco, no haya en la poesía de Herrera los recursos ya manidos del erotismo sentimentalista; en cambio, hay un sentido profundo de la maternidad y del contexto referencial de su cultura. Puede decirse que esas son las dos referencias básicas de la reflexión existencial de Georgina Herrera, y por tanto de su poesía; más importante que eso es la belleza con que lo logra, porque esas en definitiva son las referencias existenciales de todo el mundo, y es la belleza lo que consigue comunicarlas. Este libro es también una entrada con pie tanteante al mercado europeo, en el momento en que declina la cultura del libro; pero se trata de España, que siempre ha sido la salvación del mundo en su propia existencia a contrapelo. Es por tanto y también, por esta originalidad, el marco adecuado para una presentación de esta poesía singular; que lo es porque desborda las elaboraciones discursivas, para replegarse en el poder reflexivo de lo que vive como lo que ve…. con estos ojos de mirarlo todo.

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