Get out!
Justo a
tono con las últimas polémicas de la cultura cubana en el exilio, Estados
Unidos estrena con éxito Get Out; una
película de horror, que parodiando la racionalidad liberal de Guess who is coming to diner, se atreve
a una metáfora retorcida como la realidad que representa. La película es
sorprendente por varios detalles, y el primero es la serie de clichés en que se
resuelve como cine del género; pero más asombroso es ese aire de parodia medio
cómica, por el que sin embargo no pierde ni un gramo de horror ni dramatismo.
Lo paródico es tal que las escenas llegan a hacerse predecibles, sin que —como
ya se dijo— pierdan impacto por ello; pero en conjunto tal parece como hecho a
propósito, en una espeie de tratamiento de farsa, que con ello pone el énfasis
en su sarcasmo. Obviamente, en su momento Guess
who… fue una propuesta atrevida justo en su racionalidad; con esa
ingenuidad de cuando el liberalismo era liberal y se enfrentaba abiertamente al
conservadurismo tradicional de la cultura. Hoy día esa película es ingenua y
aburrida, no sólo por esa racionalidad ineficiente, sino hasta por el
descafeinamiento en general; del que ya mucha gente ha llamado la atención, con
ese ícono ideológico de Sidney Poitier, tan inofensivo como Barack Obama o
Alden Knigth en Cuba.
Eso no
debería ser peyorativo, es esa gente —como el buttler de la película con ese nombre— la que sienta la avanzada del
progreso; justo por su capacidad de conciliación, como el espacio neutro que se
necesita para negociar, que es de lo que se trata luego de la agresividad
militante. Pero nada de eso lo hay en Get
Out, que con su estilo de freak es una mirada dura sobre la realidad de la
integración racial; y de cierto, si la película no hubiera acudido a tanto
cliché, es muy probable que hubiera diluido su dramaturgia poderosa. En Get Out, de lo que se trata es de la
vida vicaria del liberalismo blanco, que zombifica la vitalidad negra que envidia;
en un momento de la película se argumenta esa dialéctica tan retorcida, por la
que —por ejemplo— Elvis Presley se apropiara de la tradición musical negra
norteamericana. Eso es un ejemplo, que no por lo radical será exagerado, ni acude
al reivindicacionismo o al discurso ideológico; pero lo cierto es que con un
par de saltos a las figuras más absurdas, este cineasta nos recuerda que la
realidad es más compleja de lo que muestra.
Es difícil
explicar ese proceso sin adelantar una trama que bien vale la pena descubrir en
las dosis en que se suministra; pero se puede recordar que el arte tiene una
facultad reflexiva, por la que funciona como un realismo efectivo justo en sus
propuestas más burdas. Get Out nos
muestra también la madurez de una cultura como la norteamericana, que puede
darse el lujo de asomarse a su propio espejo sin complejos; cuenta con los recursos
para ello en su propia densidad histórica, a diferencia de esa debilidad
intrínseca por la que lo cubano sólo se sostiene en el abuso. Técnicamente la
película es decente, con una buena fotografía, que recrea los clichés
dramáticos en el personaje protagónico; una banda sonora que contribuye al
ambiente de horror, con algo de sinfonía salpicada de picardía infantil. Las
actuaciones, como el resto, buenas sin ser glamorosas, pero tendiendo al buen
arte; lo mejor sigue siendo el guión, con esa dramaturgia que reserva el
espanto para sui alcance intelectual sin gastarlo en las escenas horrorosas.
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