Wednesday, June 9, 2021

Kant y el capitalismo moderno

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El capitalismo postmoderno demostraría que el moderno es una falacia, sustituyendo la aristocracia tradicional por la financiera; al aportar esta el capital que antes aportara la otra en su carácter militar, como producto del desarrollo mismo. Con eso se produciría un desclasamiento de la burguesía, en función del gobierno, no del proletariado; y lo que resolviera el humanismo moderno habría sido la abstracción convencional de las potestades del soberano, como derechos.

De ahí la metafísica de Kant, desconociendo la potestad individual, al subordinarla a la del estado, como necesaria; proveyendo la base lógica para la ontología moderna, desde su trascendentalismo al absoluto hegeliano. El problema con Kant sin embargo, sería que proviene del vuelvo de la filosofía moderna, con el continentalismo matemático; que nace con Descartes, como un modelo centrado en la racionalización de cantidades, desconociendo la función intuitiva de esa misma ciencia.

No importa que el mismo Kant trate modere esa racionalización, pues la matemática es naturalmente abstraccionista; en una dinámica que florecerá en la postmodernidad, como contradicción entre la filosofía analítica y la continental. La contradicción en realidad responde a la función cognitiva misma, como una proyección formal, que no niega pero se subordina al contrario; explicando ese desarrollo, que terminaría por sobreponer a la tradición idealista —y su respectivo espectro hermenéutico— sobre la realista.

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De ahí que incluso, el trascendentalismo kantiano consista en una moderación del exceso racionalista cartesiano; al incorporar las referencias realistas del aristotelismo, aunque aún subordinas al objeto político como continental. El desarrollo paralelo se habría dado, en el desarrollo consecuente del realismo aristotélico, en la forma más pura del tomismo; con una comprensión consecuente del individuo sobre la corporatividad política, desde el probabilismo en que se basa la Casuística.

El problema ahí es que, subordinado al dogmatismo institucional, este realismo carece del ascendiente secular kantiano; que no por gusto se da en el ambiente anti eclesiástico de la germanía protestante, con su distanciamiento de la autoridad dogmática. No por gusto tampoco, será en la cultura hiper secular de Norteamérica que se dé una comprensión más sistemática de este probabilismo aristotélico; en la figura de Pierce, cuyo pragmatismo sin embargo quedará subordinado a su semiótica, de marcado cariz idealista en su procedencia.

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Desde este punto de vista, el estado moderno se dirige entonces a la reproducción del mismo autoritarismo medieval; sólo que en vez de legitimarse en un trascendentalismo teocéntrico, lo hará desde uno androcéntrico, en el humanismo. Kant no es entonces un utópico, sino que sujeta la realización del Ser a condiciones lógicas, en ello extra positivas; aunque no se ocupe más de eso, y lo resuelva en un concepto general como el de su necesidad imperativa. Kant hace eso porque su propia capacidad está sujeta a un desarrollo continuo, desde la base misma del cartesianismo; y por la que su prioridad no es esa realización, sino su organización como potencia, como para Descartes lo fue su racionalidad.

De ahí el carácter nominal del objeto, ya como comunismo o socialismo, por aquella abstracción del poder soberano; pero más concreta aún en sus propósitos que las proyecciones teóricas del capitalismo, que desconocen la compulsividad de lo humano tanto como el socialismo. En ambos casos se tratará de abstracciones convencionales, no importa si una más que la otra, porque son intrínsecas entre sí; no importa tampoco que la base en que se debaten sea capitalista, porque la misma comprensión de este capitalismo es falaz.


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