Monday, June 7, 2021

De “Las almas del pueblo negro”, como la “Biblia” y “El Capital”

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Tanto la Biblia como El Capital suelen tener lecturas parciales, que admiten el sesgo, el equívoco y la manipulación; lo mismo pasa con Las almas del pueblo negro, que todos citan pero sólo como fuente de legitimidad ideológica. De hecho, ese es el problema del pensamiento contemporáneo, y su recurrentes referencias históricas; que así funcionan como mitos fundacionales, en el mismo sentido que las culturas antiguas; dado que esa historia no es nunca la historia en sí, sino una interpretación, inevitablemente sesgada por presupuestos morales.

Como La Biblia y El Capital, Las almas del pueblo negro consiste en una serie de historias no consecutivas; publicadas originalmente como artículos periodísticos, que narran la situación racial a comienzos del siglo XX. En este último, como en los otros casos, la lectura no tendría que ser lineal y exhaustiva, pero sí progresiva y total; porque es en esta progresión que todos aportan su sentido propio, como la naturaleza antropológica del fenómeno que describen.

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Es por eso que la lectura parcial se presta a la manipulación reductiva, que la limita a una función ideológica; como una base dogmática, que no permite una comprensión cabal de la realidad, sino que impone su determinación política. En Las almas del pueblo negro, su lectura integral conllevaría una comprensión del problema negro norteamericano; pero a partir de los datos concretos que ofrece en su descripción, como esa perspectiva en que se desarrolla el fenómeno.

Ese es el caso —por ejemplo— de la identidad del negro de Estados Unidos, que no es africana sino criolla; porque no se determina en la segregación negativa y brutal de la era Jim Crow, sino en la más benigna de las islas del Este. En esta otra, las comunidades de esclavos habrían crecido en relativa isolación, teniendo que desarrollar recursos propios; que repercutirían en un perfil singularmente sincrético, sintetizando sus múltiples orígenes africanos con estructuras y recursos europeos.

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No hay que equivocarse, la era Jom Crown fue un fenómeno político brutal, y como tal debe ser comprendido; pero no es el origen sino probablemente el resultado de la fuerte identidad negra, mucho más compleja y rica en esta antropología. Del mismo modo, la música distinguiría de modo especial a esta raza, pero no por un ascendiente mítico en sus culturas de origen; que aunque es un elemento todavía importante, palidece ante la fuerza de las iglesias evangélicas para la incorporación del negro, en la expresión de sus contradicciones.

En efecto, todo el cuerpo espiritual del negro se expresa en el góspel, pero como su proceso de desarrollo; no distinto en ese sentido de la experiencia del destierro judío en Babilonia, que legara Los salmos a ese mismo evangelismo. La música góspel (espiritual) se forma en la adaptación se los himnos religiosos cristianos, que adquieren mayor énfasis rítmico; no por una tendencia de la raza al ritmo, sino porque se expanden de las iglesias a los campos de labor, haciéndose también más existenciales.

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En ese proceso, se desarrolla naturalmente una relación especial con la música, como expresión espiritual; ya que por lo general los negros carecen de la alternativa literaria por su falta de instrucción, que es sin embargo incidental. La prueba de esto último está en las excepciones, por las que varias familias blancas patrocinaron alguna educación entre sus esclavos; llegando no sólo a propiciar figuras negras también excepcionales, sino produciendo modos sistemáticos de acrecentar esa educación.

Ciertamente, hay una desconfianza en los barones —como clase— esclavistas hacia la educación de los negros; que de hecho todavía persiste, en esa reducción típica de lo negro a la sensualidad de la música, la plástica y la poesía. Curiosamente, esas mismas disciplinas tienen graves connotaciones intelectuales, pero no como práctica concreta; que es en lo que se hace difícil reconocer la intelectualidad de personalidades negras, más allá de la impronta ideológica.

Las almas del pueblo negro, seguirá entonces como la Biblia y El Capital, legitimando procesos ajenos a sí mismos; incluso o sobre todo —que es lo más grave— entre los mismos negros, que lo usan para reclamar esa singularidad que los destaque en el mercado. No tienen en cuenta que el mercado sigue siendo el de esclavos, aunque ahora la esclavitud sea más sofisticada en este reclamo de lealtad de clase; que les niega el acceso a su respectiva individualidad, como el esplendor en que pueden realizarse, incluso como clase pero de verdad.


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