Descartes, entre Aristóteles y Platón, la trampa invertida
Sólo que esa intuición es experiencial, no un concepto
claro y distinto, que es la naturaleza del concepto racional; ya que como reminiscencia
—y aún hay que ver lo que esto significa— proviene de la experiencia, no de la
razón misma. Por su parte, la reminiscencia es explicable en su ambigüedad, en una
fragmentación cuántica de la memoria; que ilustra la transmigración como
reciclaje de partículas del caos originario, en el lenguaje irracional del
pensamiento clásico.
Aquí el problema es entonces de anacronía, en tanto el Racionalismo es un postulado típicamente neoclásico; que como exceso propio del barroco, redujo no sólo la exuberante estética clásica a la sobriedad clasicista.
Como al arte clásico, el racionalismo neoclásico
racionalizaría también la tradición de pensamiento desde el fisiologismo; que no
habría cambiado de naturaleza sino sólo de objeto, hasta el establecimiento de
la lógica por Aristóteles. Esta misma, como todo el pensamiento anterior al
suyo —incluido Platón— era intuitivo, como el mito clásico; pero la Lógica
deviene en instrumento de racionalización del pensamiento justo a partir de
Descartes, no antes.
Nada de eso estaba en Platón, ni en los fisiologistas
ni en Pitágoras, ni siquiera en Aristóteles, aunque este lo provoca; ya que su
comprensión de Platón es parcializada, al criticar la metafísica funcional de
su teoría de las ideas. Platón no postula una trascendencia paralela a lo
inmanente, sino que hace representaciones cognitivas, no conceptuales; en esa
naturaleza figurativa del pensamiento pre-aristotélico en que nace el
fisiologismo, y por la que él elabora el mito.
Es en ese contexto figurativo que Platón reconoce la
primacía de la experiencia, como base sensible del conocimiento; que la
modernidad negará en Descartes, sobre la base lógica de Aristóteles, aunque
desde la autoridad de Platón. Eso, en medio de otros desarrollos diacrónicos,
como el del capitalismo moderno en el mercantilismo desde el siglo XVI;
determinando a la economía en el consumo antes que la producción, conduciendo a
la revolución del siglo XVIII.