Saturday, April 2, 2011

Magic City

La capacidad cubana para el fraude mediático no tiene parangón en el sur de los Estados Unidos, a pesar de que también le falta imaginación; debe ser por eso que al expolio de la realidad política, ahora añaden la rimbombancia de los premios más cuestionables del mundo. De bueno hay que, si la prensa es chantajista, también es chantajeable; que es lo que han demostrado las últimas convenciones de clientelismo y atropello, con su inmejorable medidor de desvergüenza y exhibicionismo. El problema con estas mediciones es que los niveles pueden ser asombrosos, sin límites; pero al menos queda la esperanza de toda realidad, que nada es eterno y el mal no existe sino el Bien o la nada. La otra obviedad viene de esa misma falta de imaginación, porque hasta para el truco hay que ser original; no basta la arrogancia, la prepotencia ni los pactos de silenciosa corrupción, también hay que tener nivel. Pero esta ciudad existe y tenemos derecho a ella, y esta existencia no require ni la herocidad de un rescate tan honeroso como inútil; porque la misma banalidad del mal hace que sea excesivo cualquier esfuerzo en contra suya, basta decir “No” y eso es una cuestión personal. Es por esas cosas, en todo caso, que se mira con añoranza un movimiento conservador pero de a de veras; no de unos burdos imitadores que tratan de aprovecharse de todo sin escrúpulo y sin medida. Cuando todo pase, porque todo pasa, quedará este tiempo como el de la vergüenza; pero no todos habrán sido iguales y no lo serán entonces tampoco, algunos se salvarán por su propio valor y su dignidad. Eso sí, la complacencia de las llamadas personalidades con el estropicio las señalará por siempre; incluso la de los colaboracionistas que se avinieron a la migaja de una experiencia de trascendencia tan efímera y mediocre como mísera, para su vergüenza.

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