Wednesday, March 29, 2023

David y la Florida en el medio de Occidente

Como no podía ser menos, Italia reaccionó al puritanismo de la Florida (Estados Unidos) con el suyo propio; y ha vindicado a una educadora que perdió el trabajo en ese estado, por exponer a los niños al arte clásico, calificado como pornográfico. A la Florida se la tiene como uno de los estados más conservadores de la unión americana, y suele ser motivo de burlas por eso; la última provocada por ese excesivo puritanismo de una familia, escandalizada por la exposición de sus hijos a una obra de arte que consideró inmoral.

Nadie debe olvidar el problema con los excesos, y la razón de que las cosas existan, sean comprendidas o no; en este caso, la función de las fuerzas conservadoras en una estructura dada, como esta de la política y cultural. Primero, la relatividad de los conceptos, como en este caso típico que enfrenta a conservadores y liberales; pero en el que los liberales cumplen una función conservadora, desplazando al conservadurismo tradicional al anacronismo.

La función conservadora consiste en la vigilancia y aseguramiento del orden, con referencias morales propias; que es curiosamente lo que hace el liberalismo contemporáneo, siempre ante el arcaísmo de estados como el de la Florida. En realidad, el puritanismo floridano es mínimo y burlesco ante las pretensiones de racionalidad y justicia de ese liberalismo; cuyas élites viven exhibiendo esta supremacía moral (moralista) con que desplaza al conservadurismo tradicional. Es lógico que ese conservadurismo tradicional de la Florida cobije extremos arcaicos, que en ello son excesivos; eso no lo invalida en su condicionamiento del orden convencional, supuesto en ese supuesto progresismo.

Como principio del desarrollo dialéctico, la función liberal es impulsar el desarrollo, y la conservadora es condicionarlo; el progreso real ocurre en el tenso equilibrio en que va consiguiendo logros específicos, con la renovación progresiva del orden. Eso ha dado lugar a que la función liberal se apropie del concepto de progresista, que en ello oculta su función final; e igual con la función conservadora, cuyo desplazamiento la obliga a una nueva función liberal, con el cambio de valores históricos de la moral.

Así, al inicio de la era moderna, el objetivo final del desarrollo era el mejoramiento de la sociedad como conjunto; pero el de la postmoderna, como superación de esta, es la preservación del individuo, en sus diversos niveles de singularidad existencial. De ese modo, la cuestión tras el arcaísmo de la Florida es la potestad individual, condicionando su sujeción a la sociedad; y eso en los diversos niveles en que se da esta individualidad, desde la absoluta del votante a la relativa del núcleo familiar.

Esto es lo que escandaliza al liberalismo —en su función conservadora—, del anacronismo moral de la Florida; su defensa a ultranza del individuo como ente potestativo, capaz de condicionar el orden, incluso si compulsiva y no racionalmente. Al final, ese nuevo orden es inevitable en su progresión histórica, porque el desarrollo humano lo exige; incluso si en general resulta en una contracción de la estructura política, como fuera la transición medieval a la Modernidad; pero por lo mismo, esa contracción será lo menos lesiva posible al individuo, gracias a esta compulsión de su individualismo.

Esta reacción es entonces lógica al liberalismo, como la del cristianismo que impuso al Medioevo en sus fanáticos; y como aquellos, estos de ahora son moralmente supremacistas en su iluminación, y sacrifican cualquier bien a su razón. Aquella vez fue una filósofa brillante como Hipatia en Alejandría, y esta vez una madre estúpida y anónima en el estado de la Florida; ambas tienen lo humano en común, que debiera ser suficiente pero no lo es, demostrando la naturaleza de ese orden.

Thursday, March 23, 2023

Metempsicosis y Física cuántica

A Carlos Alé Mauri

Aunque especulativamente, la teoría de cuerdas podría explicar (relativizando) el fenómeno de la reencarnación; aunque no directamente, sino atendiendo a la naturaleza dual de las partículas, actuando como hondas entrelazadas. En este sentido, por ejemplo, una persona específica recogería en sí partículas recicladas de otra persona dada; tratándose en ambos casos de un entrelazamiento puntual (particular) de diversas hondas, que dan forma a estas personas.

Esto respondería a los grados en que se realizan los fenómenos, dando consistencia a lo real como orden; a partir de un estado superpuesto sobre el caos, que da lugar a la organización de los fenómenos, con su realización. Esto no significa que la realidad exista como un orden, más allá de una comprensión convencional sobre sus fenómenos; pero quedaría establecida en dicha comprensión funcional, como reconocimiento objetivo de la consistencia de estos.

Ver en Kindle
La clave radicaría en la funcionalidad de dicha comprensión, en tanto consiste en la atribución de objetividad; pero como distinta de la consistencia, que sería propia de los fenómenos, pero sólo comprensible en esta objetividad. Eso querría decir que los mitos sobre la creación no representan un fenómeno físico ni histórico, sino actual y metafísico; con el caos como actualidad factual, sobre la que se edifica lo real —en la creación— como voluntad de existir.

Esta voluntad se representaría en el drama cósmico como Dios, y su consistencia sería por ello mismo formal; como proyección propia del Ser que comprende su realidad, otorgándole objetividad con el reconocimiento de su consistencia. Así, Dios actuaría de hecho como un fenómeno retro causal, aunque no en una reversión efectiva del tiempo; sino en tanto convención propia del sujeto de conocimiento, como referencia que permite esta comprensión.

En definitiva, si el caos primigenio es un fenómeno actual, la cuestión histórica y de la física carece de sentido; aún si esta referencia histórica habría permitido su primera convención, en el cuerpo mitológico referido a los orígenes; y sea también la física la que permita estas conciliaciones finales, dada su naturaleza metafísica. De hecho, esta naturaleza metafísica sería otra convención, de valor referencial (relativa) y no efectiva; ya que el fenómeno es físico siempre, sólo que no con el grado positivo de la física clásica, sino en el negativo de la cuántica.

Esto último se refiere a la convencionalidad que permite la comprensión de estos fenómenos, según su tipo; sean estos positivos o extrapositivos, según excedan o no los parámetros formales (racional) de la física clásica; representados, para esta comprensión, con una notación negativa en el caso de que la excedan, y positiva cuando no. Esto se referiría entonces al fenómeno de la psicosis, como desorden que afecta a la conciencia en su relación con lo real; entendiendo como real a este orden convencional, de la realidad histórica y con valor positivo, como la entiende la física clásica.

Esa actualidad, por ejemplo, significaría que una persona del siglo -X compartiría partículas con otra del XXI; independiente incluso del lugar en que ocurren fenoménicamente, ya que en realidad se trataría de hondas entrelazadas; cuya fractura —en su comprensión como partícula— es formal pero no efectiva, y sin afectarlas por tanto en su consistencia. Eso explicaría cómo diversos médiums pueden clamar una misma ascendencia espiritual, al mismo tiempo y en lugares distintos; a la vez que los elementos con que identifican a dicha entidad son recurrentes, pero solo relativamente puntuales, nunca exhaustivos; referidos a una identidad genérica, que sin embargo excluye referencias históricas relevantes, como su información familiar y/o política.

Por supuesto, sería abusivo esperar que personalidades como Platón o Pitágoras pudieran comprender esto; también sería absurdo, ya que su pensamiento sería otro fenómeno distinto, a realizarse por tanto en otra realidad. Se trataría en este caso de la cultura, en tanto el fenómeno es de las ideas y conceptos como conocimiento; sujeto a las determinaciones de esa realidad, entre las que se encuentra el tiempo, en la condición histórica del desarrollo.

Monday, March 20, 2023

Cultura popular y marginalidad, contra el aserismo

Ver n YouTube
Un error recurrente al momento de entender los fenómenos culturales, es confundir lo popular con lo marginal; ambos conceptos describen el estrato en la base de la cultura, pero uno es moral, y el otro meramente antropológico. Así, en la clase popular hay un sector que se define dentro de esta por su marginalidad; desarrollándose al margen de las convenciones sociales y políticas, que definen incluso a la clase popular en su cultura.

En este sentido, el concepto de marginalidad sirve como metáfora en política, más allá de su interés antropológico; describiendo a los sectores que se desarrollan al margen de sus convenciones propias, como marginales. La diferencia entre la naturaleza antropológica de la primera acepción y la política de la otra, estaría en los intereses; pues el ser social siempre tiene intereses políticos, por lo que no rechaza esas convenciones, sino que es rechazado por la clase que las establece; mientras, la clase popular no siempre tiene intereses culturales, y por tanto se trata —en esos casos— de una auto marginación.

Por supuesto, eso último es relativo, en tanto el sector marginal sí tiene una expresión cultural propia y efectiva; que así funcionaría como un interés objetivo suyo, aunque —y ahí estaría la diferencia— no consciente. Incluso cuando el sector marginal asume un interés cultural, se trata más bien de su resultado político; no de la función que cumple sino del resultado que obtiene, que percibe como una promoción de orden político y social.

Ver en YouTube
En ese caso, ese interés no es propia ni funcionalmente cultural sino político, probablemente en busca de un rédito; que no siendo económico sino social, es de carácter entonces político, y carece de consistencia cultural. Eso es importante, porque es esta carencia o no de intereses culturales lo que impulsa el desarrollo de la clase popular; como expresión a su vez de su propio desarrollo económico, en su condición política.

La marginalidad política, por el contrario, sí es consciente de estos intereses suyos, y trabaja en pos de ellos; pero es rechazada por las élites establecidas en la contradicción de sus intereses, ya de clase y no individuales. Este rechazo obedecería entonces al convencionalismo de estas élites, dirigidas a la satisfacción de sus intereses; que en tanto propios son también especiales (elitistas), distinguiéndose en ello de los de la cultura popular.

También por supuesto, las élites intelectual y políticamente especializadas pueden confundir estos conceptos; ya que en su distanciamiento,  comprenden a la clase popular como conjunto más o menos homogéneo. Es por eso que tratando de manipularla en su propio beneficio, acuden al estrato marginal de la misma; que siendo el menos convencional, por su falta de intereses especiales, es manipulable, con la promesa de desarrollo aparente.

En tanto el desarrollo de la cultura en general es dialéctico, por su naturaleza histórica, ocurriría en esta contradicción; aunque sólo como principio, si todos integran la estructura social, manteniendo relaciones funcionales y complementarias. Así relativa, la contradicción entonces se referiría al esfuerzo de las élites establecidas por mantener su posición; y aunque siendo de hecho una contradicción de clases, explica el desarrollo histórico sólo como principio, no en su factualidad.

La factualidad del desarrollo histórico es algo más complejo, que implica siempre la especialización funcional; por lo que una vez promovida en la estructura social, la clase popular deja de serlo, al no cumplir ya funciones populares. Otra cosa es la marginalización de la cultura popular, con la promoción de su estrato marginal; que sin embargo no contempla la promoción de esa clase popular, ahora estancada en su propia marginalidad, tanto política como antropológicamente.

Ver artículo
Este sería el proceso de decadencia que sigue a toda apoteosis, en el desarrollo de la cultura, en tanto dialéctico; como su contracción natural, sobre la que ocurrirá la nueva apoteosis, en esa continuidad del desarrollo. Se trataría entonces de un fenómeno más o menos global, que concierne a todo el ámbito de Occidente en su expansión; pero que en cada caso ocurre de modo específico, condicionado por sus circunstancias particulares.

En el caso cubano, el punto de inflexión habría ocurrido con el desastre antropológico de la revolución de 1959; al desmontar sistemáticamente desde entonces el entramado de convenciones de la cultura popular, con su marginalización progresiva. No se trata de que el proceso que comenzara ese mismo año, pero sí con su apoteosis ilustrada de los siglos XVIII y XIX; que dando lugar al elitismo intelectualista de comienzos del siglo XX, reproduce el catastrofismo político de la Ilustración moderna.


Saturday, March 18, 2023

Orfeo Negro y la crítica de su introducción a la Negritud, en Kindle

Ver en Kindle
Orfeo negro es una sistematización de la estética negra, en ese sentido mismo de excelencia que buscara la Negritud; el problema no es que sea errada —una perspectiva no puede ser errada— sino la función que cumple en ese exacto sentido. En este sentido, se entiende que una perspectiva es siempre correcta porque es funcional y responde a un objeto propio; no tiene por tanto valor absoluto y objetivo, en tanto es una comprensión de su objeto, no un valor propio de este.

El problema con Orfeo negro es que, como sistematización, no obedece a los intereses del negro, al que representa; sino que lo subordina, igual que la tradición contra la que se levanta, aunque en la inteligencia y no la economía. Después de todo, es la cultura la que ha evolucionado, ya desde la apoteosis económica del capitalismo moderno; centrándose ahora en la del trascendentalismo idealista de su inteligencia, como la nueva determinación política.

El negro ha de mantener su misma posición en este trascendentalismo, junto al obrero con el que se le identifica; todos bajo la égida de las élites intelectuales, que emulan en lo convencional la burocracia de los eunucos de palacio. Esa es la importancia de este libro, cuya crítica establecerá entonces la nueva referencia existencial del pensamiento negro; tal y como el trascendentalismo platónico se ajustó críticamente con el realismo, en la base de Occidente.

Esta es también entonces la importancia de esta crítica del Orfeo, como introducción a la introducción de la negritud; brindando los parámetros para una corrección más sistemática y total de la tradición ontológica de Occidente. En definitiva, los errores de la crítica de Sartre sobre las pretensiones de la Negritud no eran ideológicos; como perspectiva también, está exenta de esa objetividad que le conferiría valor absoluto y en ello dogmático.

Ver reseña
Estos errores de Sartre son de la ontología en que se basa, y no le permiten por tanto comprender la propuesta de Senghor; que es la ontología alternativa de la tradición realista, opuesta a la idealista (kantiano-hegeliana), en la reflexión estética. En definitiva, esa era la tradición resuelta como mitológica, en su representación de las determinaciones trascendentes de lo real; siempre en función del ente concreto, en una cosmología como el espectro hermenéutico de referencia para su reflexión existencial.

Eso es lo que resuelve el arte, justo ante la crisis del trascendentalismo moderno, en oposición su inmanentismo; todo como una falsa contradicción, por el maniqueísmo (cristiano) a que se ha reducido la dialéctica, con la presión moral.

En ese sentido, Sartre compara en el Orfeo el problema negro al problema judío en el planteamiento marxista; se equivoca en ambos casos, porque el problema no es político —error de Senghor— ni Marx puede comprenderlo, en las limitaciones de su ontología. De eso va esta crítica a la crítica con que Sartre introduce la antología de la poesía negra y malgache de Senghor; un esclarecimiento con que reinaugurar el Nuevo Pensamiento Negro, en un replanteamiento total de la Negritud.


Sunday, March 12, 2023

Forjando la diáspora: afrocubanos y afroamericanos en la era del imperio y la cultura Jim Crow

Ver en Amazon
Este libro es capital para comprender el vínculo entre fenómenos distintos como las relaciones raciales en Cuba y Estados Unidos; la mejor parte es su capacidad para ilustrar y organizar el desarrollo histórico de esta relación, con toda su complejidad. No es menos importante que del autor ponga a un lado su propia ideología, para que cualquiera pueda trabajar con él; y es especialmente recomendable una traducción al español, para que los cubanos puedan entiendan su propia situación, independiente de sus antecedentes políticos.

En este momento, los cubanos necesitan reconstruir su propia historia y cultura, y especialmente los negros; porque los cubanos negros han perdido sus referencias propias, bajo el peso del mito fundacional de la revolución. Los cubanos negros han perdido su propia y separada historia, en el sentido en que la conservan los negros estadounidenses; cuando esa historia contiene puntos de interés esenciales, como Morúa Delgado, las Asociaciones Negras y —lo que es más importante— el impacto en su desarrollo de fenómenos como la Universidad de Tuskegee y el Garveyismo.


Poco sabemos sobre la relación de Juan Gualberto Gómez con Booker T. Washington, presidente de Tuskegee; y por lo tanto, lo que eso significa para el desarrollo negro en la república, aparte del control del Partido Comunista. Cualquier historia necesita muchas referencias, y muy pocas veces es suficiente con un solo libro para cubrir sus necesidades; pero este es uno de esos casos, en los que un libro puede no ser suficiente, pero da mucho de lo que se necesita para entender la historia. 

Friday, March 10, 2023

Ezekiel

 A Ezekiel Torres

La ciudad es un montaña

Enorme, descansando en las espaldas

De un solo hombre negro

Que la ama, pero no lo sabe, o lo sabe

Pero eso no importa, porque

Igual se funde en ella al caminarla

Y la ilumina con sus chistes de sabio.

Él le marca el ritmo del corazón

Con su tantán enorme que trajo de África

Y las mujeres ponen ofrendas a sus pies

Que él recoge, con desdeñoso  cariño

Como un Orisha, que se sabe inmenso

Y penetra la vida de sus hijos

Para sostenerlos en los hombros dulces

De esa ciudad que él carga a sus espaldas.

 

Casa de las Américas, Roberto Zurbano y otra vez la infamia alrededor de la muerte de Georgina Herrera

Ver en YouTube
Acabo de saber que la Casa de las Américas tiene en su posesión la papelería de mi madre, Georgina Herrera; destino natural en principio, si no de la Sociedad Aponte, de la Unión Nacional de escritores y Artistas de Cuba. Pero, como todo lo que envuelve a la cultura oficial en Cuba, ese destino se desnaturalizaría, también como principio; esto, producto de las manipulaciones y la mezquindad innecesarias con que esos papeles fueron a dar allí, bajo la égida siniestra de Roberto Zurbano, el más anti negro de los negros.

Por respeto a la complicada situación de mi madre, yo nunca interferiría con lo que entiendo su destino natural; siempre lo supimos y desarrollamos nuestras respectivas vidas con el mayor distanciamiento y el respeto posible. Eso no contradijo nuestra relación personal, más compleja, profunda e intensa que cualquiera de nuestros intereses; por lo que, preparado con mucha antelación para su muerte eventual, yo había decidido no interferir con los arreglos que esto suscitaría.

Descarga gratis
Siempre vi los esfuerzos de Roberto Zurbano para suplantar mi presencia alrededor de mi madre, eran obvios; pero con la naturalidad de quien sabe quién es, no necesité presionar a mi para que esclareciera lo evidente. Soy consciente también de la toxicidad de mi persona, para la cobardía y doblez de esa cultura oficial cubana; por eso no me extrañó nunca el distanciamiento de todos los negros, a los que había aprendido a querer de la mano de mis padres.

También me alcanzó el amor para comprenderlos, y seguirles dejando claro que por encima de todo son míos; por eso agradecí el gesto —aun si hipócrita— con que Zurbano medió, manteniéndome al tanto de la enfermedad de mi madre. Solo que toda hipocresía es insostenible, y no pudo aguantarse el despotismo y la soberbia de una humillación final; y así me espetó cómo su presencia era lo que había paliado mi ausencia, como si yo hubiera roto la relación que me unía a mi madre.

Ver artículo
La hipocresía reluce, siendo la maternidad lo que resaltan en la poesía de Herrera, mientras le empujan al hijo; una grosería tan natural que hasta les pasa desapercibida, repitiendo en quien piensan más débil el abuso que sufren. Ahora, Zurbano se habría apoderado de trasmano de la papelería de mi madre, manteniéndome a oscuras con sus manipulaciones; papelería que —no sabiendo qué hacer con ella— yo habría pasado naturalmente a sus manos, para ocuparme yo de mi propio trabajo.

Debe quedar claro que —repito— siempre vi sus manipulaciones, pero no me faltó generosidad para ser objetivo; y sabiendo que aún si mediocre como todo funcionario —y probablemente por ello mismo—, Zurbano era el guarda natural de esos papeles. Esto hace más escandaloso aún su irrespeto en el tratamiento de Georgina Herrera, cuya obra mayor es la autosuficiencia del hijo; que contrario a Zurbano, ne necesita bajar la cabeza ante humillaciones gubernamentales, y desarrolla medios para lo que quiera.

Quede esto para quien le interese, pues si desea algo sobre Georgina Herrera debe acudir al eunuco de palacio; como el hijo, yo solo podré darles referencias personales, que obviamente incluyen una comprensión profunda y no manipulada de su obra. Deben saber también que con eso estarán haciendo uso de fuentes ilegítimas, obtenidas por engaños y extorsión política; algo que, en el complejo entramado de leyes y universidades norteamericanas, puede devenir en un serio problema de procedimiento; cosa que obviamente, la arrogancia del funcionariado no puede comprender, porque desconoce la dignidad.

Sunday, March 5, 2023

La bandera de Oshún II

Cuando Dios cuestionó a Adán y Eva, está claro que se trata de la dinámica de un principio arquetípico y trascendental; pero en ese mismo sentido, la pregunta ni siquiera iba dirigida a la causa del problema, en la suposición del conocimiento. Más sutil que tan burda reducción, el problema habría estado en la creencia del hombre de que sabía qué era el bien y el mal; no había comprendido aún la naturaleza que habitaba y se atrevía, no ya a la economía artificial de la cultura, sino a su restricción moral.

Desde entonces, no más logra aposentarse un orden, la vida misma lo sobrepasa en su cultura, siempre popular; como testimonio de esa potestad de Dios —la vida, lo real o whatever you call it—, como única posibilidad de plenitud. Este es el caso con Seidi Carrera (la Niña), cantante que arrasa empujada por la indignación del elitismo intelectual; que la acusa de machismo y racismo sublimado, en el desparpajo con que recrea la alegría tópica de esa cultura popular.

El problema con ese elitismo intelectual es que —en su epigonato— cree saber algo, no que tenga algo que aprender; y por eso insiste en su suprematismo moral, como religiosos convencidos, que es en lo que ha devenido la suposición de inteligencia. El único problema con esta contradicción es su misma perpetuidad, en que la realidad ignora la pretensión de trascendencia; porque mientras las élites persisten en su especialización, ignoran que las cosas existen por sus propia razones, no por las que les atribuyen.

Como ese moralismo, los comunistas impusieron su moral socialista, tomada del principio mismo de moral; que de católicos a puritanos ha conseguido distorsionar la vida moderna, tras las convenciones que constriñen a todos. Los revolucionarios forzaron a las prostitutas en cursos de costura, como los dominicos franceses las encerraron en conventos; porque este elitismo no comprende que negar la realidad en una pretensión de trascendencia no sólo es inútil en lo soberbio; también es imposible, porque la trascendencia sólo existe como condición de lo inmanente, que es además siempre concreto.

El panteón yoruba abunda en imágenes de este tipo de confrontación, en la que siempre gana la impune realidad; porque como potestad de Dios, viene en hombros de las paradojas con que todos se contradicen entre sí. Lo mismo si Yemallá se alza imponente contra la prepotencia de Oggún y Shangó, encompinchados contra el vicio; que si Oshún extiende su falda sobre prostitutas y esposas, porque administran el placer con que se gobierna el mundo.

Si Seidi la Niña explota subproductos tópicos de la cultura, es porque estos tienen una razón de ser en su existencia; comprender eso permite explotarlos en función de esa isma existencia, e ignorar esta función es pretencioso y absurdo. El prejuicio tiene una función como base del juicio, y el mal está en reducirse a él ignorando el juicio, no en reconocerlo; porque esta existencia suya es la que permite desarrollos lógicos, y no absurdos como esas fantasías elitistas en que decae la Modernidad.

Ver en YouTube
Es por eso que la realidad excede en sus estratos más humildes toda pretensión, que es en su naturaleza trascendente; porque la realidad sabe que la única consistencia posible está en su inmanencia, no en la fantasía con que la niegan. Seidi la Niña puede disfrutar de este triunfo improbable, concedido a ella por su grandiosa madre, en su propio misterio; mientras estos puritanos blanden su hipocresía, creyendo que saben distinguir el bien del mal, mientras se dañan a sí mismos.

Esto es precisamente lo que el negro aporta a Occidente, renovándolo en la decadencia de su puritanismo; y justo en el orden hermenéutico que proveen sus panteones, como narraciones del drama cósmico en que se resuelve la realidad. Ignorarlo no es grave en lo pretencioso sino como daño existencial, porque es persistir aferrado a lo que se va; en vez de aprovechar esta posibilidad gloriosa del ser pleno y natural, que se distancia de la fatuidad de ese elitismo, aferrándose a lo real en su consistencia.

Liturgia, de Magín Pérez Ortiz

Ver en YouTube
Una tesis sobre este arte de Pérez Ortiz esclarecerá —¡por fin!— el carácter performático del conceptualismo; no en tanto documento, sino de su valor reflexivo en tanto forma, en función introspectiva antes que política o social. No se trata entonces del snobismo o la moda de ciertos autores, que responde a una manipulación mercantil; sino al planteamiento del Ser —que siempre es el artista— sobre sí, en su relación con el mundo como lo que no es él mismo, en el rito.

Ese es el sentido litúrgico del arte contemporáneo, y no es gratuito que ocurra como culminación de la postmodernidad; porque es la evidencia última del vacío creado por la Modernidad, con su énfasis en lo político y su subordinación del individuo. Como arte responde a esta sobria función, porque como toda introspección, sólo existe para el que la hace; independiente de si después consigue comercializarla o no, en el snobismo con que se manipula el mercado, como los filósofos y los literatos. Podremos estar de acuerdo o no con él, pero esa es su potestad individual, y su mutismo es la fuerza de su discurso; dejando clara la vanidad de todo esfuerzo político, ante la irreductible impasibilidad de lo real.

Magín Pérez Ortiz cumple, con el sentido litúrgico de este conceptualismo, la premisa heideggeriana del Dasein; en la minuciosa nimiedad con que se realiza como humano en hacer arte, como lo humano hace cultura. Él, como la humanidad que aflora en él, solo vive cuando hace arte, en vez de hacer arte porque viva; la inversión gloriosa con que el alemán odioso culminó el Idealismo como tradición, advirtiendo del error primero del híper trascendentalismo.


Thursday, March 2, 2023

Nueva Consolación de la filosofía

Quizás las paradojas de la física no son tan paradójicas, sino que responden a otro tipo de consistencia; por ejemplo, el entrelazamiento cuántico puede que sea sólo una cuestión de identidad, dada la dualidad de la partícula. Es decir, si la energía y la materia son estados intercambiables (Einstein), una partícula no existiría en sí misma; sino que tendría un estado único de honda, seccionado en partículas (quantum*) con su observación.

Eso explicaría incluso la teoría de cuerdas, como hondas seccionadas (partículas), que mantienen su identidad; cuya sección no la afectaría en esta unidad intrínseca, creando la ilusión de entrelazamiento. La realidad así sería un caos, que sólo se organiza en su percepción, en función en este caso subjetiva; ya que esta percepción es una medición funcional, que en ello le comunica sentido y objetividad.

Ver en YouTube
Esta percepción no le otorgaría sino que sólo le reconocería la consistencia, en esta función de medida; como objetividad, en tanto esa consistencia sería propia de su propia naturaleza caótica; sólo parcialmente constreñida a este valor objetivo, por la medición que se la comunica. Esto también explicaría la recurrencia matemática, como esa constricción formal; que en su parcialidad no puede dar nunca valores exactos, resultando en números variables trascendentales, a medida que se acerquen al cero. 

A su vez, el cero sería sólo una referencia formal, que determina la medición en esta naturaleza suya; como una convención primera (Arquetipo), por la que la realidad adquiere este valor (cultura) en su percepción. Esto es importante, porque confirma la premisa cultural del Materialismo Histórico de la naturaleza social del hombre; pero a diferencia del Materialismo Histórico —como seudo realista— no desconoce la individualidad absoluta de esta determinación, en la consciencia del Ser sobre sí.

De nuevo, los de objetividad y consistencia aquí son valores distintos, cumpliendo funciones no sincrónicas; ya que uno es propio de la realidad, en su naturaleza caótica, y el otro proviene de la función en que es percibida. Esto se hace especialmente complejo, en tanto la percepción es de la realidad sobre sí misma, en sus fenómenos; que es siempre la realidad del Ente, en la consciencia de este sobre sí, en tanto real él mismo.

Ver en YouTube
Esto explica la confluencia de los descubrimientos científicos sobre las partículas con la ontología clásica; resuelta en las religiones —como primera tradición realista—, pero distorsionada por la precariedad gnoseológica de la filosofía. Aún, la ciencia no puede explicar por sí misma la realidad, como orden en que ocurren los fenómenos reales; porque no otorga sentido en su medición, ni siquiera recurriendo a instrumentos formales, como la física o las matemáticas.

Eso es un problema, en tanto la objetividad —como sentido— se le otorga a lo real en esta observación; que así requiere referencias existenciales concretas, para encontrar este valor objetivo en el caos de lo real. Esa es la pertinencia de la filosofía, luego de la crisis del Idealismo planteada por la postmodernidad; en tanto superación de la apoteosis que significara la Modernidad en este sentido, como base para el desarrollo científico.

No obstante, esta pertinencia de la filosofía no puede basarse en la misma instrumentalidad de su tradición; ya que se encuentra comprometida con el orden a que ha dado lugar en la Modernidad, sin poder superarlo. De ahí proviene la otra pertinencia de una recuperación del Realismo, en la pertinencia misma de la filosofía; ya que su complemento en el Idealismo es lo que se habría agotado en esta apoteosis de la Modernidad.



[*] . Quantum: Lat., Cantidad, masa por extensión

  ©Template by Dicas Blogger.

TOPO