Metempsicosis y Física cuántica
A Carlos Alé Mauri
Aunque especulativamente, la teoría de cuerdas podría explicar (relativizando) el fenómeno de la reencarnación; aunque no directamente, sino atendiendo a la naturaleza dual de las partículas, actuando como hondas entrelazadas. En este sentido, por ejemplo, una persona específica recogería en sí partículas recicladas de otra persona dada; tratándose en ambos casos de un entrelazamiento puntual (particular) de diversas hondas, que dan forma a estas personas.
Esto respondería a los grados en
que se realizan los fenómenos, dando consistencia a lo real como orden; a
partir de un estado superpuesto sobre el caos, que da lugar a la organización
de los fenómenos, con su realización. Esto no significa que la realidad exista
como un orden, más allá de una comprensión convencional sobre sus fenómenos; pero
quedaría establecida en dicha comprensión funcional, como reconocimiento
objetivo de la consistencia de estos.
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Esta voluntad se representaría en
el drama cósmico como Dios, y su consistencia sería por ello mismo formal; como
proyección propia del Ser que comprende su realidad, otorgándole objetividad
con el reconocimiento de su consistencia. Así, Dios actuaría de hecho como un
fenómeno retro causal, aunque no en una reversión efectiva del tiempo; sino en
tanto convención propia del sujeto de conocimiento, como referencia que permite
esta comprensión.
En definitiva, si el caos
primigenio es un fenómeno actual, la cuestión histórica y de la física carece
de sentido; aún si esta referencia histórica habría permitido su primera
convención, en el cuerpo mitológico referido a los orígenes; y sea también la
física la que permita estas conciliaciones finales, dada su naturaleza
metafísica. De hecho, esta naturaleza metafísica sería otra convención, de
valor referencial (relativa) y no efectiva; ya que el fenómeno es físico siempre,
sólo que no con el grado positivo de la física clásica, sino en el negativo de
la cuántica.
Esa actualidad, por ejemplo,
significaría que una persona del siglo -X compartiría partículas con otra del
XXI; independiente incluso del lugar en que ocurren fenoménicamente, ya que en
realidad se trataría de hondas entrelazadas; cuya fractura —en su comprensión
como partícula— es formal pero no efectiva, y sin afectarlas por tanto en su
consistencia. Eso explicaría cómo diversos médiums pueden clamar una misma
ascendencia espiritual, al mismo tiempo y en lugares distintos; a la vez que los
elementos con que identifican a dicha entidad son recurrentes, pero solo
relativamente puntuales, nunca exhaustivos; referidos a una identidad genérica,
que sin embargo excluye referencias históricas relevantes, como su información
familiar y/o política.
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