¿Campaña por otra Cuba o por la misma? [Bitácora]
Aprovechando
el auge de la blogosfera cubana, en el 2010 se organizó la campaña Con todaslas banderas; en la que participé con una reticencia ingenua, pues pensaba que
el movimiento era muy apresurado para ser efectivo. La ingenuidad residía en
creer que el objetivo de la campaña era llamar la atención sobre la situación
política en Cuba, no la creación de cierto protagonismo artificial y egoísta; y
ni el escándalo con que se dilapidó esa campaña, ni el que dilapidó la otra más
o menos contemporánea de Orlando Zapata Tamayo [OZT] fueron suficientes para
que comprendiera el fraude mediático tras estos movimientos. De hecho, durante
la campaña misma no faltaron enfrentamientos de esta índole; como el
cuestionamiento constante, bajo y básicamente difamatorio del fotógrafo Delio
Regueral desde el anonimato de un blog [El cabeza de puerco ilustrado]. El enfrentamiento final con Regueral,
alrededor del blog Cuba Inglesa —con el que yo colaboraba en ese entonces—
terminaría por destapar el problema de fondo; no tanto por el forcejeo personal
sino por la forma burda, obstinada y sobre todo desleal con que comprometió a
todo el movimiento y otros blogs en su bajeza.
Desde
entonces ha llovido bastante, y la blogosfera cedió su preeminencia a otras
redes sociales; pero no cambia la táctica absurda y obstinada de dragar
atención sobre el supuesto talento aprovechando la coyuntura política cubana,
en una actitud básicamente mezquina; cuya mezquindad radica en el oportunismo
que trata de legitimar el talento en la coyuntura antes que a la inversa,
haciendo que the whole shit sea desconfiable por completo. De cierto, tras todo
este esfuerzo se esconde el intento de legitimar una red cultural alterna a la
oficial; lo que es un esfuerzo válido como principio, y que sin dudas ya habría
tenido mucho éxito si comprendiendo su naturaleza económica hubiera evitado
estos meandros del fraude político de poca monta. Patético además ese tratar de
legitimarse a sí mismo dragando la legitimidad de la misma contradicción de lo
cubano; sin tener en cuenta que de ese modo lo que se consigue es la
deslegitimación del problema por el abuso, antes que ese construirse realmente una
personalidad en esta acción pueril de la performance política. Es patético además,
ya desde que tratan de hacerlo sobreponiéndose y manipulándose unos a otros,
queriendo subordinarse a las personas nada más y nada menos que desde el atomismo
de las bitácoras convertidas en seudo revistas; que sólo redundan en el eco del
propio ego, porque dependen de lo barato que se vende el ya genérico escritor
cubano, desconociendo que las cosas valen lo que cuestan.
Todavía
hoy, en plena campaña por una supuesta otra Cuba, campea entre ellos la
insolidaridad y el abuso como moneda de cambio; haciéndose los de la vista
gorda cuando algo afecta aparentemente sus intereses, sin comprender que esos
intereses suyos estarían precisamente en el desarrollo de un mercado abierto y
que estimule la franca y leal competencia; que es lo que los haría confiables
entre ellos y hasta para ellos mismos, como por cierto acostumbra a pontificar el gurú del
neoliberalismo que se gastan en Carlos Alberto Montaner. La filiación demuestra
que el problema reside en las raíces torcidas del culturalismo local, al que
confluyen los cubanos en sus propias necesidades de catarsis; como si los
problemas políticos consistieran en una performance [on stage] y con ella se
resolvieran, espejeando la cortedad mental y deshonestidad del gobierno que
supuestamente combaten, y al que en realidad sólo imitan.