Wednesday, April 30, 2014

Spot LXX

Tuesday, April 29, 2014

La segunda mirada

Carlos A. Díaz Barrios, Rubí Arana e Ignacio T. Granados
Un reciente recital por la nicaragüense Rubí Arana en The silver dragón, la tienda de Carlos A. Díaz Barrios en Coral Gables, dio lugar a un acuerdo importante acerca de una colección llamada La segunda mirada. Se trata de una colección que surgió como fruto del trabajo como editor del escritor Carlos A Díaz Barrios; a la sazón uno de los editores más consistentes y confiables del entorno cubano de Miami, desde que no trata de derivar una relevancia intelectual —que ya posee— sino que puede volcarse a la recreación de un acervo tradicional como el de la literatura cubana anterior a 1959. En ese sentido, debe recordarse que la tradición literaria cubana es particularmente rica y extensa; más allá sobre todo de sus autores canónigos, como Alejo Carpentier o Eliseo Diego, a autores que sin alcanzar ese rango sí fueron icónicos. Ese es el tipo de autor que en general recoge La segunda mirada, como una colección con carácter incluso de muestrario antes que compilatorio o definitivo en modo alguno.

De ahí que sea tan importante el acuerdo con Díaz Barrios para la digitalización de eso que ya es en sí un fondo precioso de la cultura cubana; al que se podrá acceder de forma universal, e integrándolo en las nuevas proyecciones que el desarrollo tecnológico impone a la cultura. No puede olvidarse el detalle del momento crítico, aún en sentido positivo, que atraviesa a la cultura contemporánea; distinto incluso al que significó la invención de la imprenta, ya que contiene el elemento acelerador de la relación objetual con el libro como referente cultural; que ha de ser una relación necesariamente distinta, desde que —hasta por los niveles de educación y la densidad poblacional— el manejo de las bellas artes ya no es un denominador de interés político y social. En ese sentido, ya la invención de la imprenta tiene que haber significado un filtro que sacrificara gran parte de la tradición literaria anterior; como esta transición hacia soportes electrónicos ha de serlo para gran parte de la producción literaria actual, basada sobre todo en el culto [seudomístico] del libro como objeto de prestigio.


Kindle
Eso entonces ha de revertirse en la definición misma de proyectos como La Torre de Papel y Ediciones Itinerantes Paradiso; que se distinguen en el panorama local tanto por su bajo perfil como por el tipo de proyección no institucional pero sí más vitalista que el común de proyectos de su tipo. Díaz Barrios además es un autor de calidad superior, que en vez de usar su trabajo editorial para auto promoverse lo ha utilizado para isolarse en el ambiente que corrompe a la cultura cubana con su falso institucionalismo; carácter que es lo que le hace más atractivo como criterio y referencia para el trabajo, tanto por ese carácter suyo como por la eficacia de su propósito. Algo que lo distingue todavía en ese sentido, es tanto el respeto [singular] que le hace pagar por los servicios que requiere como la modestia de reconocer sus necesidades; que le ha llevado a la simplificación de sus diseños de portada, distanciándose de ese horror que es lo que se puede llamar el estilo Miami en portadas, para alcanzar la máxima expresión en el más total minimalismo.

Sunday, April 20, 2014

A propósito del Realismo Mágico

También a propósito de GGM —y cómo no— recurre la cuestión del Realismo Mágico propiamente dicho, de su importancia y consistencia como estilo; que en efecto llegaría a identificarse con la región como su propia expresión literaria y artística en general, a partir de lo que se conoce como el Boom de la literatura latinoamericana. Primero, y por una cuestión de perspectivas, como ya se ha dicho, el Boom fue un fenómeno del mercado intelectual europeo; pero no por una simple manipulación propagandística y comercial, sino porque satisfacía una de las necesidades capitales de la literatura occidental, en decadencia desde el auge del Realismo crítico francés.
La literatura latinoamericana puede decirse que existe desde el comienzo mismo en que la región comienza a definirse por su singularidad cultural; con figuras transitivas que van desde la madurez formal, con Sor Juana Inés de la Cruz, el Inca Garcilaso de la Vega, Gómez de Avellaneda y —espurio o no— don Silvestre de Balboa, por ejemplo. No obstante, salvo en el caso de la épica, a esas alturas la poesía no tiene el valor reflexivo concreto que es propio de la literatura por su antropomorfismo natural; y los esfuerzos del Modernismo sensualista [realista] femenino, no lograrán sobreponerse a los impulsos políticos del nacionalismo [idealista] masculino, por la desventaja de género de sus autoras.
Sería entonces con la prosa —proveniente en mayor medida del realismo crítico francés pero también del romanticismo y el naturalismo anglo-alemán— que se desarrollaría este alcance reflexivo; con la elaboración de tramas suficientemente vastas como para conseguir una representación suficiente de lo real, que es en definitiva el objeto último de toda reflexión.  El mejor ejemplo en este caso es el del argentino Leopoldo Lugones, que a pesar del culto nacional por su poesía es sencillamente mediocre como tal; pero logra en cambio unas ficciones tan inteligentes y marcadas que abrirá todo un abanico, en el que proyectará su influencia formal —incluyendo sus insólitos giros gramaticales— sobre más de una generación de excelentes escritores.
Recuérdese en este sentido que en tanto arte la literatura siempre resuelve una reflexión sistemática de la realidad por su representación, en el antropomorfismo; facultad que retiene en su carácter formal desde las primeras elaboraciones de ese tipo, antes del desarrollo de la filosofía; y aunque esta es ya una realidad en apogeo incluso apoteósico desde el siglo XVII, lo cierto es que se restringe a élites muy especializadas; mientras que la reflexión cognitiva es una necesidad inherente a lo humano por su carácter práctico y no una especialidad cultural, que por tanto se satisface aún en lo artístico. También en este sentido, y curiosamente, el arte desarrolla este alcance reflexivo en una contracción de valor realista; que se relaciona en una tensión crítica con el sesgo idealista de la especialización filosófica, inevitable por su constante ajuste epistemológico.
Sería en ese sentido que el realismo latinoamericano revitalizaría el alcance reflexivo de la literatura occidental, en decadencia por su creciente anecdotismo; al reincorporar la noción de lo trascendente en su tratamiento incluso tópico de lo mágico como elemento capital a la realidad en tanto humana [cultural]. Eso es lo que explica que junto a la figuración exagerada y enloquecida de García Márquez y hasta de Carlos Fuentes, puedan colocarse referencias más racionales —nada mágicas— como la de Vargas Llosa; dirigiéndose todas a esa comprensión cualitativa de la realidad en y por sus determinaciones [compulsivas], incluso con experimentos que incorporan ciencias en desarrollo como la psicología. También eso explica que el así
reconocido realismo mágico pueda subordinarse un género mayor como la llamada novela de la revolución mexicana; que con ejemplos excelentes como el de la mítica La negra Angustias llega a una representación de las compulsiones y las contradicciones propias de lo real, y hasta de las proyecciones y alcances propios de lo natural [natura naturante] incluso más radical que la más fumada de las figuras garciamarquianas.

Relativo al origen, en definitiva, el realismo mágico tendría su génesis inevitable en el interés antropológico del intelectualismo europeo; que primero cristalizaría en dicotomías simples y evidentes como la recurrencia de Campo y Ciudad, que hasta llegaría a titular una novela, para extenderse en elaboraciones más complejas y hasta teorizantes, como las elaboraciones de Carpentier sobre lo real maravilloso. En cualquier caso, cualquier acercamiento al realismo mágico será incompleto si no comprende la vastedad de la literatura brasileña; en la que el magisterio de Jorge Amado es sólo el botón de muestra de una cúspide que exhibe su propia madurez y suficiencia, al mismo nivel de subgénero que la ya dicha novela de la novela mexicana.

Friday, April 18, 2014

In naturæ: La contradicción del intelectualismo norteamericano

En un reciente intercambio a propósito de la muerte de GGM, salió a relucir el fraude mediático en que ha resultado el último Realismo Mágico; y se dice el último para diferenciarlo con justeza del auténtico fenómeno del estilo que se identifica —excesivamente— con el llamado Boom de la literatura latinoamericana; al que sólo quiere replicar como una extensión suya, pero sin atender a esa diferencia capital de la genialidad de sus autores respectivos, dígase que de Jorge Amado y el mismo García Márquez a… Isabel Allende y… Laura Esquivel. De hecho este tipo de derivación espuria no es un fenómeno único, ahí está el falso trascendentalismo filosófico de… Paulo Coelho; que hasta le ha valido un asiento en la Academia de la Lengua en Brasil, aunque sólo fuera por su popularidad; así como el sublime colorista —también brasilero— conocido como Brito, cuyo éxito casi sin precedentes proviene justo del mercado norteamericano, respaldado por su academia.

Para entender tan rara derivación, que es del espíritu crítico antes que del producto, habría que remontarse a los orígenes de ambos intelectualismos; es decir, a la diferencia capital del intelectualismo europeo y el norteamericano, que responden distinta y respectivamente a una tradición secular y dogmática. El dogmatismo de la tradición intelectualista norteamericana se debería precisamente a su origen eclesiástico, por más que su clericalismo no es dogmático; esto es, al originarse en academias que en principio rechazan el elitismo intelectual europeo, pero no pueden evitar la generación de sus propias élites. Por el contrario, el intelectualismo europeo responde a una tradición secular, definida por la tutela del mismo emperador [Carlo Magno] en su esfuerzo por desprenderse de la tutela religiosa; aún si no deja de relacionarse con esta fuente incluso dogmática como autoridad, en una tensión crítica que contribuye a definirla en su secularismo por el contraste. Habrá que recordar que uno de los momentos más álgidos del desarrollo de la cultura occidental fue precisamente la imposición de la Modernidad en Europa; que culminaría precisamente con la publicación del Índice eclesiástico, además de la condena del Modernismo en el estudio de las Humanidades.

La fundación de la cultura norteamericana es en cambio de carácter netamente popular, incluso populista en sus propósitos; y la misma creación de las universidades sería producto de la expansión de sus colegios comunitarios, que respondían a administraciones religiosas. El secularismo, como peculiaridad de la religiosidad norteamericana, no alcanzaría al surgimiento de sus élites intelectuales; pues marcadas por el carácter revivalista de estas comunidades religiosas, su enseñanza es sobre todo dogmática y simplista, en el mismo modelo del Metodismo religioso [Wesley] que caracteriza a la nación. De ahí que el intelectualismo norteamericano sea paradójicamente anti intelectualista, en un oxímoron que se revierte sobre su misma producción cultural; con un sentido práctico [metodista] antes que abstracto, que por tanto se conforma con la aplicación inmediata de sus teorías, y —por supuesto— la inmediatez y visibilidad del éxito. No es entonces de extrañar ese apego de la academia norteamericana por figuras mediocres, que responde a una desconfianza intrínseca ante la inefabilidad del genio; su raigambre metodista sólo se mueve confortablemente ante fenómenos fácilmente comprensibles, y del carácter y alcance más popular que sea posible, simplista… metódico.

Lucrecia quiere decir perfidia

Con un título de bolero, la escritura de Chely Lima nos recuerda que quizás el pecado más grande de la literatura cubana contemporánea sea lo pretencioso; porque nos da una pieza indiscutiblemente menor, pero preciosa como una joya. Lucrecia quiere decir perfidia es un resumen perfecto de lo que es una literatura popular, pero de los tiempos en que eso no era peyorativo; es decir, en que el propósito de la literatura no era desatar o justificar un culto más o menos personalista, sino ser leída. Esto la inscribe así en la saga de Sir Conan Doyle, por ejemplo, que asombró al mundo con una serie que hoy es un clásico; una categoría que quizás no integre esta autora, pero justo por la adversa circunstancia de esa sobresaturación de oferta que hoy nos ahoga sin misericordia ni criterio.

De Chely Lima concluyó un agente literario que su literatura era demasiado perversa para el gusto gazmoño de las editoriales; Lucrecia quiere decir perfidia es la prueba de que tuvo razón, pero también de que esa es probablemente su mejor virtud, signándola con una estética de erotismo y perversión. Tampoco hay que engañarse, porque Chely es demasiado escritora para rebajarse al porno; pero eso sí, la sombra densa de un erotismo ilimitado por las filigranas de un sadomasoquismo contenido, hace de su lectura una experiencia deliciosa. Para añadir complejidad al asunto, téngase en cuenta que ni siquiera se trata de una novela erótica; sino que, como una burla desdeñosa a toda clasificación, es un policíaco en el que la policía es el borroso telón de fondo, porque aquí de lo que se trata es de un bolero corta venas. Quizás por eso la última parte de la novela suene como una coda que se regodea lujuriosa, luego de un final altísimo como pocos en la literatura cubana; tanto por lo extemporáneo como por lo teatral, la mejor aria de cualquier ópera, que es el consabido fin antes del fin.


Queda agradecerle una virtud insólita para un autor cubano contemporáneo; la de difuminar el contexto político en el decorado, dejándolo más borroso aún que el coprotagonismo de la policía. Con eso, no obstante, es probable que consiga que la escritura funcione más eficientemente en su metáfora de la realidad; cuando la naturaleza del mal se apodera del Ser y lo redetermina ontológicamente, con el señuelo de la satisfacción inmediata de su sensualidad.

Thursday, April 17, 2014

Néstor Almendros: el momento en que la luz no marca

Sunday, April 13, 2014

Maudits!

...es pura papelería surgida del trabajo de descubrimiento y traducción de los románticos franceses; publicado primero en el 2004 —Et in Arcadia… se publicaría en el 2007— con el nombre de La torre de marfil, y al cuidado editorial de Carlos A. Díaz Barrios. Esa primera edición es hoy por hoy un libro raro, a causa de los múltiples errores que la plagan, y que van desde tipo y ortográficos hasta de redacción y estilo; en el 2005 se publicaría su versión definitiva, ya corregida y a cargo del propio autor, bajo el sello Ediciones Itinerantes Paradiso [EdItPar]. Esa es la versión se ofrece aquí en formato electrónico, pero hasta con el mismo título; recogiendo los ensayos, artículos y notas surgidos de aquella primera confrontación con el romanticismo francés, bajo la égida de Díaz Barrios.

En ese sentido, son trabajos de confrontación, que insisten en distinguir ese período de la literatura francesa de su derivación en el romanticismo alemán; y más aún de sus derivaciones posteriores en el simbolismo francés y el modernismo latinoamericano. Como tónica, estos trabajos se encontrarán a medio camino entre la ficción y el ensayo —son ensayos literarios y no de literatura—; muy en la escuela del argentino Jorge Luis Borges y el cubano José Lezama Lima, con interpretaciones analógicas de la realidad, a partir de sus determinaciones trascendentes en la combinación de los mitos clásicos —es también una suerte de neoclasicismo—.

Et in Arcadia, ego...

Una serie de ensayos literarios —no de literatura— que con énfasis en el amaneramiento estilístico busca revivir la experiencia renacentista de la cultura; desarrolla tópicos críticos, desde la filosofía Moderna y la epistemología a la metafísica clásica. Contiene los principios para el desarrollo de la ética Neo-Hedonista, como parte de su interés en la literatura como Realismo Trascendental en virtud de sus facultades reflexivas [antropomorfismo]. Con una textura más bien caótica exprofeso, estos ensayos ponen énfasis en el lenguaje.

To kindle

Thursday, April 10, 2014

Asterión

José Kozer sobre Pablo de Cuba Soria [Frag.]

Libricidad conjuga aquí con cierta lubricidad, ésta no la de los órganos sexuales y los cuerpos entollados, sino la de la lengua vericuetera y lanzada en una fuga hacia delante, a cada rato entrecortada y zigzagueante, desde una proliferación: Pablo de Cuba escribe desde el meandro, tomando las revueltas del camino y sus recodos, consciente del oficio pero a la vez consciente de que el acto poético, que no es llamativo ni derrotero de transparencias facilonas, implica un azar (del árabe, dado) un lanzar los dados del lenguaje y confiar en una lógica sorpresiva (sorprendente) que participa de lo desconocido, de lo inasible.
[ …]
Poesía abierta, participatoria, cuya amplitud de miras no programada ni dogmática implica un disgregar para evitar estancamientos, un gaguear para impedir fáciles flujos y reflujos, una ambigüedad madura que transmite duda y risa, enfermedad y saneamiento. Así, y lo propongo, estamos ante una poesía de la salud, la salud que viene del enfrentarnos con la totalidad del cuerpo en todos sus engranajes, en toda su divina banalidad. Poesía que recorre pestilencias viscerales para aflorar pletórica de vida, de risa sin estridencias excesivas ni horror esqueletal: risa purificada de campos de concentración y de médicos nazis, una risa rizoma que canta el recreo, la sílaba gaga (que por gagas vibran doble): risa que se apoya en el habla cubana, sin empacho, y que usa sin titubeo mayor la frase hecha de la esquina de casa: “el/ que/ mordió el cordobán” (Rizoma XIII): “tumba/ y/ deja” (Rizoma XI). Habla, así, lustral, que tras el descenso a lo apestoso no tiene peste en las manos, ni arcadas interrumpiendo el fluir de la voz.

Tuesday, April 8, 2014

Entrevista a Pablo de Cuba Soria

Con motivo de la aparición de Res Cantabile en kindle de amazon


Monday, April 7, 2014

Pablo de la Gramática al Canto

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