Tuesday, August 28, 2012

Hélices!

Wednesday, August 15, 2012

Del arte Naïve o de la no necesidad de una nueva escolástica

[Notas de Vera Crítica]

Cuando el gran Oto Bihalji Merin escribió su libro El arte naïve, probablemente no tendría idea del problema que estaba formando para la posteridad; lo que seguro le habría entusiasmado mucho, porque a diferencia de hoy día, aquel entorno gustaba de la problematización de la cultura. De hecho, uno de los graves problemas de la cultura postmoderna sería el serio escolasticismo a que ha reducido la vitalidad de las vanguardias ya clásicas; en un exceso de intelectualismo, debido sin dudas a la falta de referente crítico suficiente, que nace en el cartesianismo de la educación moderna, donde tradicionalmente se forma la crítica.

A Purvis Young Paint
Es bueno recordar en ese sentido que el término mismo de naïve o igneuidad fue apropiado como una búsqueda válida con la revolución de las vanguardias a principios del siglo XX; lo que es lógico, si lo que buscaban estas era precisamente la violencia interior que canalizara las determinaciones propias del Ser, hasta el punto del automatismo literario y el abstraccionismo gestual en la plástica. Como se trata del imaginario de una era, siquiera alternativa y marginal en tanto es la vanguardista, puede verse a Isadora Duncan regresando la danza a sus formas más primitivas en busca de esa misma expresividad.  Desde ese momento, lo Naïve es entonces una escuela y un estilo, distinto y hasta opuesto a lo que fue en principio; una distorsión que se arregla cuando el mercado norteamericano, como siempre, sienta las pautas del arte postmoderno, y diferencia al verdadero Naïve como Outsider.
El artista en su estudio
L
a dificultad para comprender esta última derivación hasta el punto mismo de probablemente ignorarla, estaría en la precariedad del arte cubano contemporáneo; que no logra acceder de modo sistemático a ese mercado sentador de pautas, y que por tanto medra entre libros polvosos de las ruinosas academias con su propia naïvité. Un artista puede ser Naïve por su acercamiento a la pintura e Insider por su formación, como mismo a la inversa; y también, porque hasta Dios gustará de jugar a los dados, un artista podría ser Outsider y Naïve o none of the above, porque el arte como expresión pura requerirá de esas libertades.

Tuesday, August 14, 2012

La [otra] mala educación en cine-club

No puede ser casual que el modelo de educación contemporáneo sea tan fuertemente contemporáneo, tampoco la incapacidad estructural para reformarlo; porque si la Postmodernidad es la superación de la Modernidad, lo es a través de su síntesis y consolidación. Eso no es contradictorio, pocas cosas lo son en la vida que gusta del valor paradójico y el exponente; y de cierto, la misma Modernidad fue el culmen de ese mismo proceso problemático de consolidación y síntesis de la era clásica, a través del traumático Medioevo. Pero la persistencia de la realidad debería avisarnos de su sino inevitable, para evitar al menos el desgaste infructuoso; porque ya cuando el cuestionamiento es tan puntual y se dirige a las bases mismas del fenómeno, será porque en esta comprensión el mismo se dirige a su pronta disolución.

Este es un documental muy interesante, muy bien resuelto incluso como experiencia estética; de modo que incluso si el mensaje está en el mensajero, no hay dudas ya de que la nueva estética es quien impone los nuevos cánones. Bye bye conventional critics, wellcome to the new age of the your arts!

Monday, August 13, 2012

Nueva vindicación del arte crítica

Cuando la Iglesia se dio cuenta  de que no doblegaría la pasión de San Alberto Magno preparó mejor emboscada para su discípulo de Aquino, en la Escolástica; que neutralizó la revolución de su Realismo no sólo con el forcet moral de la teología agustinista, sino también formalmente,  con la sofística del argumento infinito. Ya en la Modernidad, la Academia copiaría los métodos probados de esa eficacia para predar en su ineficiencia propia; porque la autosuficiencia fáustica consiste precisamente en esa irracionalidad de la fe absoluta en la Razón, que no acepta su relatividad inevitable. También en la Modernidad se cumpliría el otro fatalismo de la reflexión filosófica, por el que se impone siempre la dificultad del Idealismo platónico que es el Agustinismo, llevándolo al exceso de lo absoluto; que ocurre por su falta de referente crítico en algún Realismo, de modo que cae en la paradoja de proveérselo a sí mismo, en pseudo-Realismos como el esfuerzo de Maritain o el Materialismo Histórico. Hoy la Academia es Postmoderna, lo que es un estadio ambiguo en tanto pretende la superación de la Modernidad; porque lo cierto es que por su falta de un referente crítico en el pensamiento marginal y el arte popular con su eficiencia antropológica, tiende necesariamente al exceso intelectualista que la divorcia de la realidad.

El arte en cambio retiene la violencia de su naturaleza original, como fundamento de toda forma reflexiva incluso si sistemática; y aunque la Academia como la Iglesia de antes lo neutraliza con su formalismo disciplinar y su exigencia de ortodoxias, el arte se impone como arte, incluso si se trata del arte crítica. La razón abstracta del método ha probado siempre su propia ineficiencia, pero esa fatalidad se debe a su incapacidad para comprender la dúctil compulsividad de los fenómenos; lo que no propondría una razón práctica que con otros intereses se desentendería de los propios de esa compulsividad, para fijarse en la satisfacción inmediata de la misma y no en su comprensión. Ese es el valor innegable de los pseudo-Realismos de los excesos idealistas, la desazón del genio que comprende su imposibilidad; cayendo rendido ante el artista, incluso el del arte crítico, que enarbola su propia suficiencia en el criterio, incluso si inútil ante la prepotencia formal de lo establecido.

Es, en definitiva, la razón de la eternidad del espíritu romántico, siempre marmóreo en el patetismo de su impiedad; siempre amado de Dios, que le regala con ángeles para que le enjuguen la frente sudorosa en la conciencia de su plenitud. El romántico sabe que tiene razón pero que ni eso importa, porque lo que importa es su suficiencia escandalosa; sin escolástica que lo neutralice en tanto ni siquiera reconoce el poder que pretende gobernarlo, como otro exceso más de la escandalosa tradición agustinista —¡en la Academia, horror!— con su absolutismo práctico.
En todo caso no hay que ser ingenuo, aunque eso implique cierto radicalismo guerrillero; pues no es posible el intercambio desde posiciones de poder como las del académico, que se basa en la aparente suficiencia de su método; exactamente como el cura medieval en su evidencia de la verdad divina, porque la irracionalidad de la fe es la misma aunque cambie de Dios. No deja de ser cómico ni ilustrativo que los académicos solieran burlarse de los hábitos medievales de los curas; porque lo hacían mientras recogían sus títulos con medievales togas, dejando claro que la cuestión no está precisamente en el medievalismo.

Thursday, August 2, 2012

Blacks dies alone

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