Sunday, April 28, 2013

El cierre de Universal [work in process]

Wednesday, April 24, 2013

La paradoja Maturana II



La fatalidad de Atlas se alivia cuando Perseo compasivo lo petrifica con la mirada espantosa de la Gorgona, permitiéndole el descanso sin contrariar a Zeus; algo de eso hay en el espantoso final de los filósofos, que incluso se petrifican en sus ciclos de Sísifo, pareciera que condenados por su titanismo incomprensivo; porque como Atlas desconocen la cualidad inexorable del gobierno olímpico, restringidos a lo físico por la referencia materna [Gea] al tiempo [Cronos]. Sin embargo, Cronos mismo, el tiempo, puede venir a deshacer el mandato zéuco desboronillando la estatua de Atlas bajo el peso de Gea; como una comprensión siquiera tardía de ese poder olímpico, con una humildad que agita con ansia la rama de olivo ante el tonante Jove. Es que la diferencia que enlaza al padre y al hijo como un insólito espíritu es o sería esa irrupción de lo biológico como redeterminación de lo físico; esto sería también lo que singularice tanto a Maturana hasta hacerlo rebrillar en un valor paradójico, que no desconoce lo retorcido —son las cosas de Dios— sino que como que lo ensalzan.

La originalidad de Maturana estribaría en que corrige el defecto recurrente de las prácticas tradicionales de conocimiento sistemático, al incluir la diferencia cualitativa en la comprensión de los objetos; una necesidad evidenciada ero no satisfecha por estas mismas prácticas tradicionales, al recurrir de modo genérico a lo físico como contraposición de lo trascendente en lo inmanente. De esa recurrencia, por ejemplo, que la ontología y el trascendentalismo tradicionales sean metafísicos y no metalógicos; una condición imprescindible esta, en tanto la comprensión debe exceder por principio a lo humano en sí, para abarcar también a su entorno con un valor propio y no referencial. 

La corrección de esta deficiencia cognitiva tradicional habría sido propuesta por la revolución estética del Surrealismo, con la hipermetafísica [patafísica] de Harry; pero aún ahí pervive la limitación referencial de lo físico, aunque ya se plantea la necesidad de trascender lo lógico [natural] para una comprensión de lo trascendente como sobrepuesto a lo natural. La dificultad estaría en que el valor cognitivo de la patafísica es negativo —como corresponde a la estética— y no positivo, como exige la naturaleza misma del sujeto cognoscente; teniendo que recurrir siempre a la doble representación del objeto trascendente con una elipsis acerca de lo físico, dado que su propio valor es extrapositivo. Es ahí donde el aporte de Maturana se hace relevante, en tanto propone en lo biológico esa suficiencia referencial más adecuada que la de lo meramente físico; algo que consiste en otorgar relevancia en términos cognitivos a la fisiología, pero más allá del pragmatismo de las funciones orgánicas; en tanto lo físico sería una condición necesaria pero no determinante en la singularidad de esa relación del sujeto [cognoscente] con lo real como su objeto, mientras lo biológico sí tendría esta propiedad de su determinación.

Tratar esta recurrencia referencial de lo meramente físico como defecto de las prácticas tradicionales de conocimiento sistemático puede ser excesivo; habría que empezar por reconocer que esas tradiciones desconocieron inevitablemente lo biológico como inicio, marcados por la evidencia mayor de lo físico, a lo que subordinaron el resto. No será por gusto que la primera propuesta de lenguaje científico sea fisiologista pero en el sentido de materia y no de biología, y gracias a ella se desarrolló la pica en Flandes del atomismo; pero el estadio mismo de la tecnología habría impedido la comprensión de la célula —su existencia misma— y por ende los complejos vivos, como demuestra la precariedad de los principios médicos restringidos a la ética. Sólo la apoteosis misma de la Modernidad que se eleva al mecanicismo postmoderno produce los instrumentos capaces de tal reflectación; un indicio más del carácter transitivo de la Modernidad —con su coda en lo postmoderno— que la iguala en su luminiscencia al oscuro medioevo.

Tuesday, April 23, 2013

El día de San Jorge y el Libro



A pesar de ser parte de esa mala costumbre de las fechas inútiles, el día internacional del libro tiene la virtud de celebrarse el día de San Jorge; haciendo coincidir a la extinta mitología católica —nadie que se precie de moderno cree hoy en los santos— con la modernista, y hasta fusionándolos con cierta gracia. No es que un culto sea más consistente que el otro, que todo culto tiene olor de manipulación en su amaneramiento litúrgico; es que como que el uno surge del otro a pesar de que no fuera ese el sentido del primero, sino su consecuencia más natural. San Jorge, luego del dramático apocalipsis y la misma muerte de Cristo, es un canon de la ética cristiana; con la salvedad de que ya no se basa en ese escándalo del Cristo que vence con su vencimiento, sino de una apoteosis en el más estricto sentido tradicional  desde los héroes griegos. De hecho, más que paralelismo habría adaptación del mito de Perseo en el de San Jorge, aunque esta adaptación sea metafórica; es decir, que el de Perseo no desmiente el del cristiano sino que lo confirma, como otra de esas recurrencias  con que el Cosmos nos asombra y nos explica el secretismo del Espíritu Santo como dialéctica natural de las cosas.

También después de todo, el Cristianismo es una suerte de narrativa en la que se reordena al mundo en una nueva lectura; lo es desde que sus libros no se continúan exactamente sino que el segundo interpreta y actualiza al primero, igual que este caso de San Jorge y Perseo. La prueba última —bien que de consistencia lógica y no material— de esto podría aportarla el gran Borges [Jorge Luis], cuando reconoce en el Aladino de las Mil y una noche árabes al Odiseo griego; justo con la diferencia en que el árabe carece de la densidad ontológica de su antecesor, y cuando entre ambos media precisamente el utilitarismo romano en que surgió la Historia como género literario. Antes de Roma, vale recordarlo, la literatura en sí era el género reflexivo, y su función no era informativa ni referencial; lo más racional que se conseguía era una enumeración exaltada en su poética, como el inventario de los barcos en la Ilíada homérica, o el Escudo y la Teogonía de Hesíodo —nada de lo cual era historia en sentido estricto.

Ya sería en Roma donde lo literario comienza esta transformación hacia lo racional-positivo, con ejemplos como las adulonas —y no menos bellas— Metamorfosis de Ovidio; pero como una apoteosis del lento escepticismo racional introducido por el fisiologismo en que los mismos griegos descreyeron de las facultades del antropomorfismo e inventaron la ciencia. Es así que la historia de Perseo cobraría un fin trascendente en términos humanos, al apropiarse de la ética cristiana en San Jorge; habría tenido el mismo sentido en la tradición previa, pero menos evidente y sin esa urgencia que lo hace un imperativo ético, no sujeto en su amenaza a la simple elección. Parece ser entonces el mismo espíritu del Ilustracionismo moderno el que hizo coincidir las fechas de la celebración, enlazando al cristiano con el objeto de culto del ateísmo post-moderno; que no carece ciertamente de dioses sino que los hace a estos más banales y prescindibles en ese patetismo de sus mártires, sacrificados al nuevo Moloch de lo libresco.

Thursday, April 18, 2013

Bye bye, Alta Films




Los conocedores y cinéfilos en general lamentan lo que se ha dado en llamar la lenta muerte de Alta Films, una distribuidora de cine independiente de España; y es que en efecto, la empresa cierra luego de tres décadas no sólo de éxito sino incluso de liderazgo estético en una industria demasiado dada a la presión comercial. No obstante, ahí mismo parece estar la primera contradicción que le quita relevancia a la noticia; no sólo porque empresas nuevas y viejas cierran y abren de continuo, sino porque esta en específico puede servir de muestrario de cómo ocurre la evolución. A Alta Films se la reconoce como embajadora mundialdel mejor cine de autor, lo que suele ser ese sentido de la dignidad con que los autores sobreponen su elitismo a la realidad del mercado; es decir, se desligan de la realidad y entran en ese solipsismo arrogante  que además esperan que el resto [inferior] subsidie. Sólo eso explica sociedades verdaderamente utópicas en su parasitismo, como las del llamado Socialismo Real [epd] y las universidades norteamericanas; que desconociendo la facultad del mercado para marcar la objetividad existencial sumerge al mundo en su intelectualismo faraónico. No es que no deba existir el cine de autor —y el arte en general— sino que el sentido común dicta que debe mantenerse como tal; y que por tanto debe acudir a sus propios recursos y no rehuir tanto la precariedad que los mantenga vinculados a lo real, bien rodeaditos del vulgo que los capitaliza.

Wednesday, April 17, 2013

Querido amigo:



Cuando te pregunté si vendrías a Miami y respondiste que Miami no te mimaba, te dije que esta ciudad no mima a nadie; que en efecto, uno cae aquí por necesidad y sólo después de resignarse —o cambiar las letras de lugar— le encuentra uno los encantos, lo que no es sino otra forma de resignación. Me respondiste entonces divertido, que quizás yo comience la manía que te haga a la ciudad más atractiva; pero yo estaba pensando en otra cosa, en Art-Basel, la feria de artes que mueve una cantidad ya obscena de dinero, como de salario de futbolista. De nada vale lo que uno pueda hacer ante eso, nadie puede nada frente a un monstruo así, que es un Behemot; ni siquiera trayendo sobre ti los focos de la prensa formal, porque hace rato todo el mundo sabe que eso responde a manejos y manipulaciones, sobre todo tristes por lo pobres. Ya nada tiene sentido, un periodista que te reseña sólo pone cuatro incongruencias; y le queda perfecto porque es la subjetividad de su interpretación con sabe Dios qué referencias, que en definitiva eso es el marco del análisis postmoderno. Para que alguien pueda hacer algo en ese sentido al arte tendría que ser un fenómeno siquiera medianamente popular, al menos llegar hasta la baja clase media; nunca fue popular de suyo, pues siempre dependió del mecenas elitista y snob, pero al menos apelaba a las formas populares. Eso es lo que se revertía en una fama consistente y otorgaba la popularidad como ascendiente, que era un criterio muy fino y destilado por el tiempo; pero eso ya no es posible, entre el mecenas y el artista hay ahora una ecuación de la que se ha excluido al pueblo como criterio, ya hasta en su alta clase media. Antes era esa alta clase media la burguesía  que podía sostenerlos a ustedes con los hombros de su criterio… que era alguna calderilla; pero miren ahora sus precios y contrástenlos con la presión del entorno económico, y vean si no están todos pujando por ese exiguo uno por ciento que son los ricos entre los ricos.

Eso es lo que pasa, y si pensé en Art-Basel no fue precisamente por su racionalidad sino justo por la irracionalidad mercantilista de su criterio; pero es por eso que Art-Basel es tan exclusivo, no por un propósito de exclusión sino como resultado natural de ese elitismo, que es económico. Es tan caro Art-Basel que difícilmente ningún artista pueda traerse a sí mismo como artista y no como galerista, es una feria de galeristas; igual que los festivales literarios lo son de editores y no de escritores, y que las ferias de artesanía lo son de administradores municipales y no de artesanos; no porque la vida sea un sinsentido sino porque aún en medio del sin sentido hay que vivir, es la vida la que hace valer sus derechos. Creo que el momento es crítico por lo contradictorio, pero que eso —y por eso mismo— es lo bueno; al fin y al cabo impone una nueva percepción sobre las artes y alimenta la vida al margen de esa burbuja de los ricos, que es nuestra esperanza. No se trata de un rencor de clase —es sólo desidia— sino la extraña forma en que la vida se impone con la evolución, extinguiendo a los más fuertes en esa fortaleza de sus armaduras; es como vivir en Miami o tener un matrimonio de conveniencias, pura resignación en que se descubre que la mediocre paz no es tan desagradable y el arte se reinventa con la utilería doméstica, mientras a lo lejos se extingue la francachela obscena de los ricos.

Tú sabes que se te aprecia

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