Ezekiel
A Ezekiel Torres
La ciudad es un montaña
Enorme, descansando en las espaldas
De un solo hombre negro
Que la ama, pero no lo sabe, o lo sabe
Pero eso no importa, porque
Igual se funde en ella al caminarla
Y la ilumina con sus chistes de sabio.
Él le marca el ritmo del corazón
Con su tantán enorme que trajo de África
Y las mujeres ponen ofrendas a sus pies
Que él recoge, con desdeñoso cariño
Como un Orisha, que se sabe inmenso
Y penetra la vida de sus hijos
Para sostenerlos en los hombros dulces
De esa ciudad que él carga a sus espaldas.
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