Thursday, February 21, 2013

Ponderaciones


Yo! any, composición gráfica de William Ríos

Uno de los problemas más serios con las multitudes populares quizás sea ese del emocionalismo, por el que se identifican con los discursos ya elaborados en su simpleza; y por los que indefectiblemente se les manipula, ya que el discurso con que se identifican es abstracto y no tiene mucho que ver con sus intereses, que son concretos e inmediatos. Se trata entonces de cómo les secuestran el espíritu a los pueblos, cambiando el oro de esa fidelidad por el espejito de una falsa trascendencia; que es necesariamente falsa por esa abstracción en que no pasa de ser un juego retórico, dirigido a calmar —no a satisfacer— las ansiedades de la gente a la que apela; y en la que al final, trátese del bando de que se trate, lo que se discute no es el interés real y concreto sino ese ideal elaborado por un illo de siete suelas, que hasta probablemente se crea su propio embauque.

Es en esa perspectiva que se entiende la tendencia popular a pronunciarse sobre las cosas antes que a ponderarlas, respondiendo siempre a una provocación; como en este caso de la polémica desatada por Yohani Sánchez y la puerilidad de un argumento que hasta resultó ser una ironía mal comprendida por las masas que hasta entonces la adoraban, y que aún así salieron —bien que nerviosas— en su defensa. El problema es entonces semántico [retórico] si se basa en esa confusión, que denota el distanciamiento entre la héroe y su sensible público; del que ella desconoce entonces esa sensibilidad extrema. No es entonces de extrañar que con ágil giro se arregle el entuerto, y que al final esas multitudes vuelvan al redil de la adoración; porque sobre todo se trata de satisfacción emocional, en la que destacan las atribuciones de testosterona a la ídolo devenida en tótem. La experiencia es repetitiva y por ello fácilmente predecible, con ese carisma al que son tan afectos los llanos pueblos; asombrando por esa misma puerilidad de que acusan a los otros —quienes quiera que sean— y descalificando lo que no pasaría de ser otra perspectiva. 

En efecto, lo extraño es esa fidelidad por la que los pueblos obvian sus intereses concretos e individuales en favor de las peregrinas ideologías; y risible esa discusión sobre argumentos tan poblada de términos emotivos y rasgadera de vestidos, además de las vulgares militancias. Antes que el mal entendido de la retórica de Sánchez ella habría mostrado otras falencias, puestas a un costado por el pueblo ávido de liderazgos; al que hay entonces que recordarle que “un pueblo que elige a corrutos no es víctima sino cómplice”, y aquí cuenta desde la fragilidad de su misma proyección excepcional y apresurada. Si su fabricación mediática roza el fraude por la manipulación, es porque desde el carácter no duda en esos falsos, lo que es grave; al menos tratándose de problema tan delicado y complejo, que afecta a tantas vidas de tan diversas formas, como es la intríngulis política de lo cubano.

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