Thursday, November 27, 2014
Al cine de Ernesto Daranas se lo
disputan las partes en pugna, lo mismo criticándole su estética decadentista
que alabándole por asumir lo que no asume el periodismo cubano; y ambas
visiones están obviamente equivocadas, al no responder en ningún caso a un
presupuesto estético sino a una necesidad política. No obstante, su
singularidad sí sería una dimensión efectiva de lo político, en tanto liberación
en que puede realizarse por fin el cine cubano; copado hasta ese nivel de la
crisis económica nacional por la suficiencia y el triunfalismo intelectual del
neorrealismo italiano, con el que triunfó Gutiérrez Alea en el enfrentamiento
con que se creó el ICAIC. Recapitulando esa historia, se trata del enfrentamiento
primero, en que Alfredo Guevara consiguió prevalecer; gracias a lo cual triunfó
la tendencia del neorrealismo italiano de Gutiérrez Alea sobre la de la nueva
ola francesa del grupo de Cabrera Infante, ambas aprovechando la coyuntura
riquísima de la epopeya revolucionaria como telón de fondo. Desde entonces, el
cine cubano parecía asombrar con su relativamente alto nivel crítico ante los
problemas del país; que sin embargo se reducía a una apología documental, en la
que además los problemas eran producidos por la nueva burguesía que eran los
burócratas —así en abstracto— y nunca la imposible obstinación o torpeza revolucionaria.
Semejante esquema inmovilista se
mantuvo con la misma estabilidad del presupuesto del ICAIC como organismo
político, pagado por el Comité Central del PCC; es decir, hasta que la debacle
del campo socialista obligó a las instituciones a buscar el patrocinio de
empresas extranjeras, en coproducciones que arrastraron el cine nacional a su
decadencia final. Es ahí cuando una circunstancia singular como la Escuela del
Nuevo Cine Latinoamericano da lugar en el espectro nacional a un director
foráneo, que dará el pistoletazo de salida a una nueva dramaturgia; desde que
Benito Zambrano asentara el ícono de Habana Blues, sobre el que ya Daranas
puede comenzar lo que parece ser una trilogía espesa y en proceso, con Los
dioses rotos y Conducta. Es en ese marco, después de todo eso, que puede
hablarse de La partida, de Antonio Hens; que español como Zambrano, parece
fijar ese nuevo rumbo de una cinematografía a la que sólo muy genéricamente se
le podría vincular con la nueva ola, si a algo.
En realidad, La partida va más allá
de una estética determinada, y si se puede hablar de aquella nueva ola es
porque explora el dramatismo más existencial; pero después de todo eso es lo
propio del arte, y sobre todo si se trata de una postmodernidad que ya se
sacude lo de modernismo decadente para encontrar su propio rostro. Es decir, en
este filme no recurre ni siquiera la depauperación social de lo cubano; lo que
gracias a Dios lo hará inservible para los que lo reducen todo al discurso y la
necesidad política, y le permitirá centrarse en su propio objeto. De eso es de
lo que se trata aquí, por fin una ficción que en esto tiene la facultad de
reflejar la realidad sin las cortapisas de lo ético; pero conmoviendo y
dirigiéndose a la aristotélica catarsis a través de la tragedia más genuina de
su dramaturgia, con sus riquísimos caracteres. Para eso se vale de muchos
efectos que hacen del cine un arte, con deficiencias —como caracteres no
resueltos en su secundariedad— que no le quitan lo grandioso; en una propuesta
como no se veía desde aquella extrañeza que fue la teatralidad de María Antonia
(Sergio Giral, 1990) en medio de aquellos discursos neorrealistas; y que no por
gusto era como esta una historia de marginalidad hasta en la estética, anclada
para más ficción en un mito religioso.
Wednesday, November 26, 2014
Otra vez la reflexión estética!
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Lo que diferencie al
talento de la simple destreza ha de ser seguramente la suficiencia que le
otorgaría un objeto propio; ya que sería
eso lo que lo resuelva en genio, propio del sujeto así completo por la relación
con ese objeto propio, en tanto, propiedad el mismo talento esta suficiencia no
puede referirse nunca a él mismo sino al sujeto que lo trascienda. Tan espesa
metafísica explicaría el decadentismo por el que la Modernidad deriva la
capacidad reflexiva del arte (estética); deviniendo así el objeto en un
discurso que suplanta este valor reflexivo, con el falso sentido de
trascendencia con que el sujeto del arte escinde su banalidad e inconsistencia
en una sublimación ética que le supla sus carencias estéticas. Eso como principio
no sería grave, salvo porque pervierte todas las relaciones en que se
estructura la cultura; al permitir y hasta propiciar el establecimiento de una
falsa élite, cuya deficiencia consistiría en esta suplantación del valor
reflexivo por la manipulación de la sublimación ética.
De ahí la importancia
de esta diferenciación entre el talento y la destreza, aunque parezca banal; ya
que traduciéndose en la calidad del genio por su suficiencia, proveerá siempre
una reflexión original y de valor de suyo estético; que será a su vez lo que la
haga eficiente, en tanto es ese sentido estético el que garantizará su
objetividad, al determinarse en función de su objeto. En ese sentido, al genio
se le podrá reconocer por esta suficiencia del sujeto del que es propio; y que
no necesitará ni negar al prójimo ni manipularlo en ningún sentido, al menos en
principio y relativamente. No obstante, no es la banalidad discursiva de la
ética la que causa la mención del genio sino su contradicción por la cultura
como su entorno propio; de hecho, si puede hablarse tan recurrentemente de una
decadencia del arte luego del apogeo moderno, es justamente por esta contradicción;
a la que se debería esa perversión de las facultades reflexivas del arte, subordinado
ya a la pretensión discursiva de la ética.
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El conflicto se
habría originado con ese esplendor crítico con que los modernos se
desentendieron de su metafísica, en el racionalismo; contra el que protestaron
los alemanes sin éxito, como los pietistas numantinos; en una propuesta que no
por gusto apelo a lo irracional hasta en el nombre, aludiendo a la inefable y
extrapositiva facultad de la intuición. No será gratuito que el conflicto
reproduzca al de los fisiologistas, sólo que en un sentido negativo; porque
aquellos en definitiva se dirigían a la derivación de un objeto propio, en la
filosofía, no a la perversión del objeto literario. De ahí que con el apogeo magisterial
de la Modernidad y su espíritu enciclopédico, el arte quede disociado de esa inefabilidad
del genio; reduciéndose así a la mera destreza, por más que intelectual y no ya
artesanal, pero sí de carácter netamente político, con la seducción del estilo
de vida.
Posted by I. Teodoro at 5:16 PM 0 comments
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Monday, November 24, 2014
La construcción de una imagen
Fotograma de Mario García Joya |
En las artes plásticas, la pintura tiene un
valor narrativo casi literal, mientras la escultura acude al volumen para el
mismo resultado; la fotografía en cambio, típica y propiamente moderna y más
tecnológica, tiene que acudir al drama. No por gusto es como quien dice un arte
derivada, que en sus inicios se redujo al simple sucedáneo de la pintura; hasta
que explorando sus propias posibilidades formales logra proponer una realidad
propia, en el contraste de la luz y las sombras; con el que conseguía la
impresión de volumen, pero además la expresividad tan elusiva y cara a la
pintura, en un efecto dramático. No obstante, este valor técnico suyo la haría
también más susceptible ante la irrelevancia del arte contemporáneo; ya que sus
propuestas formales tienden a ser recurrentes,
al depender exactamente de ese
dramatismo que cada vez va siendo menos intenso en la experiencia humana. Aún
así, una foto es una construcción, cuya excepcionalidad no la consigue en la
armonía de las formas ni en la deconstrucción; sino que, siendo todo esto
posible, sigue reduciéndose al dramatismo con que se hace resaltar al objeto en
un alcance reflexivo. Es por eso que la fotografía alcanza protagonismo
interdisciplinario en el otro arte con temporáneo que es el cine y su sucedáneo
en el video documental; por esa capacidad para sensibilizar de modo especial al
sujeto ante el objeto que se le propone… con su dramatismo.
Obviamente, la fotografía participa también de
esta decadencia de las artes que es la postmodernidad; primero, al reducir sus
alcances reflexivos al discurso de falsa sublimación ética con que el idealismo
logra usurpar las facultades de la reflexión estética; pero también, y por esta
misma vía, al convertirse en objeto de interés para la superficialidad de un
arte populista —falsamente popular en su falta de especialidad—; que con sus
intereses banales, no duda en reducir este aspecto formal suyo a la armonía más
o menos atractiva que eventualmente puede producir en algún encuadre. Es ahí
cuando el advenedizo se apropia de las búsquedas del interesado, y puede
hacerlo pues cuenta con la vanidad de un mundo
afanado en la falsa
trascendencia; y aunque sólo quede encogerse de hombros por la impotencia, de
todos modos queda el poder del signature picture, aún si ninguneado por el
silencio cómplice y oportunista. Obviamente, el poder propio de esa signature
picture se perderá por la incontinencia del epígono irresponsable y mezquino;
pero toca entonces al magister apelar a su superioridad y desechar esa
signature picture que tanto le complació, y que después de todo ya no será la
misma dada la vulgaridad que se la apropió.Posted by I. Teodoro at 10:24 AM 0 comments
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Tuesday, November 18, 2014
Romance de cortesanía
Ella, la
más bella mujer del universo, mi dama, se vela en modestia y advierte que puedo
estar creando un monstruo con tanta alabanza; no sabe que se trata de alimentar
precisamente ese orgullo que la haga altiva, pues no hay vida tan dulce como la
muerte de amor que te ahoga sin misericordia en el ensueño de sus brazos etéreos.
Mi dama no sabe que un piropo es sólo una florecilla, y que entre todos sólo se teje la guirnalda que enmarcará su gracioso rostro; haciéndolas palidecer ya
ante la imposibilidad de alcanzarla en su hermosura, y que es ese imperio
poderoso suyo la única tierra en que puede uno vivir. Mi dama protesta de esta
insistencia en que la ensueño, como si aún perteneciera ella a esta tierra
vulgar; como si no fuera ya un hada que consigue el milagro de que yo respire
en esos suspiros con que la pretendo, porque ya fuera de ella sólo existe el
cosmos como vacío y oquedad.
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Dante se
glorió de que en el instante último, Beatriz desvió su mirada de la
contemplación divina para posarla en él una vez más; ni tan alto premio es mi
aspiración, sólo el de poder contemplarla yo —¿qué puede ella verme a mí?— por
siempre a sus pies, de duro mármol suavizado por el cincel constante. Así doy
inicio con esta ofrenda al año de jubileo que le dedico con la traducción del
Roman de la rose, sólo para que su nombre sea perpetuo en las hojas de ese
libro; inscrito en él como el beso del rocío sobre la verde hoja del plátano,
que refresca en su muda misericordia al jutío y al mono por igual.
Posted by I. Teodoro at 12:01 PM 0 comments
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Monday, November 17, 2014
Carta de editor (Sobre un proyecto de biografía de la duquesa de Medina Sidonia) Querido...
Comprendo que un personaje como la duquesa de
Medina Sidonia imponga ciertas reservas, dada su propia desmesura y sus
contradicciones innegables; fue de todo menos consistente, y eso es justo lo
que tiene de atractivo, su contradicción constante y total. Veamos, eso es lo
que le hace dramática, y así encaja perfectamente con mis presupuestos
estéticos; en el sentido de que para mí ninguna historia tiene nada de
interesante en tanto historia, pues nunca es ni relativamente original; y la
idea de que las historias son interesantes es propia de la soberbia modernista,
que a todo le impone el bonete de magisterio, como si la gente aprendiera de
algo que no fuera su propia experiencia. El único valor que reconozco en una historia
es el dramatismo, y de ahí la función de las contradicciones para toda
dramaturgia; pues es con ese dramatismo con el que se logra la reflexión profunda
(ontológica) del fenómeno de que se trate, llamándonos la atención sobre sus
determinaciones estructurales. Banalidades como esa del valor magistral de las
historias son las que nos han llevado al contenidismo, en el que todo el mundo
se la pasa moralizando; lo que hace de todos unos grandísimos hipócritas, pues
para moralizar hay que ser superior, y ya sabemos de qué se trata eso.
En un mundo en el que nadie puede tirar la primera
piedra, quién es quién para juzgar o enseñar nada; eso es lo que nos permite un
personaje como este, que con su izquierdismo francamente literario no dudó en “vender”
a sus hijos por la vulgaridad del dinero, y con eso nos asoma a la increíble
oquedad que es lo humano. De hecho, si te encargo una biografía de este tipo y
no la emprendo yo mismo es porque soy malo para el tratamiento de fenómenos
históricos en tanto históricos; voy enseguida a esas determinaciones trascendentes
y metafísicas que lo resuelven como cultura, y así se pierde el chisme, que es
donde está el drama y por ende la substancia. Creo que tú puedes hacerlo, o
mejor aún, que eres el indicado para hacerlo; ya que posees ese entusiasmo ante
cosas suyas que para mí sin banales pero que son los ganchos de los que pende
su vida como una sábana al viento de nuestras curiosidades. No por gusto fuiste
(eres) periodista, una profesión de la que desconfío visceralmente; no hasta el
punto de la estupidez de negarla, sino de la inteligencia para delegarlo en una
muy marxista división del trabajo.
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Cuando te digo que siempre he desconfiado de
una profesión como el periodismo, veras que al menos no comprendo de qué va; de
eso es de lo que se trata, pero por lo mismo me parece que las personas con esa
vocación tienen una capacidad especial para entenderse con el resto de los
humanos, que es justo lo que a mí no se me da… digamos que especialmente bien. En todo caso todas las personas me parecen banales;
incluso la duquesa con todo y su archivo, o hasta por ese archivo mismo; te
repito, lo que me atrae de un personaje es su dramatismo, sus contradicciones.
Es en eso exactamente en lo que veo a la duquesa más interesante que Caín
(Guillermo Cabrera Infante), que para mí es otro cubano más —y ya sabes que no
tengo muy buena opinión de los cubanos... ¿de quién sí?—. En fin, la propuesta se basa en lo esperpéntico y
extremo del personaje; y lo bueno de la experiencia estaría en enfrentar a la
viuda, que es como enfrentarse a la tradición, la Iglesia, etc. Las viudas, esa
especie de gente sin vida propia, que vive de la energía fantasmal de quien les
robó su propia vida; la imagino a la de la de Medina Sidonia como a la Kodama
(Borges) o a la misma Mirian (Caín).
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El mismo caso de Miriam es patético,
porque su personaje es plano, muerta ya en vida de su esposo; en cambio, la Dahlmann
y la duquesa tienen mayor alcance y densidad, porque son más contradictorias y
hasta esperpénticas. ¿No ves cuán esperpéntico es todo, no es maravilloso? ¿Tú,
que escribiste el Códice Thamacún, entiendes lo que te digo?; ¡un
enfrentamiento con la viuda de la duquesa de Medina Sidonia, que representa en
su lesbianismo la ferocidad jurídica y fiscal de la Iglesia! En realidad es como que deseable, y no sólo por el increíble dramatismo de ese enfrentamiento; también nos traería con esa contradicción inusitada un alud de publicidad, y con lo que venderíamos en libros podríamos retirarnos. Sólo piénsalo, por el momento, lo
de la fortuna es secundario; es sólo para no temer a la viuda sino irle arriba,
o en todo caso para inutilizarlo como argumento en contra. Ahora, sin el terror
de la viuda, reconoce que el proyecto es riquísimo; nos ofrece la perspectiva
de un rescate biográfico que retorne las miradas sobre lo importante de las
vidas, justo a través de sus nimiedades, como el ojo de la cerradura por la que
Alicia vio el más deseable jardín.
Posted by I. Teodoro at 5:15 PM 1 comments
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Sunday, November 16, 2014
Historias de Sofía
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Historias de Sofía no es una
dramatización ingenua y positiva de la historia de la filosofía con fines de
magisterio, como sí lo es El mundo de
Sofía; esta es sobre todo una opinión, un acercamiento cínico —y por ello
muy distinto—, aunque sea a esa misma historia. Escrito con una sintaxis
coloquial, aunque no se puede decir eso mismo de su lenguaje; como un
inesperado homenaje al estilo de Isaac Asimov, a quien en definitiva está
dedicado, igual que a Umberto Eco. No obstante, también ha de diferenciarse del
esfuerzo de Asimov, que sin ser ingenuo —era extremadamente cínico— tampoco
sobrepasaba la pretensión de enseñanza popular y no la discusión elitista; esta
es sin embargo un intento de contracción crítica sobre la base de esa historia,
para lo que no duda en acudir a la relación dramática entre los mitos, en
constante reorganización de sus representaciones. Se diferencia además de por
el lenguaje, por el tipo de sistematización que hace; ateniéndose al modelo de
las Summas y los tratados antiguos, a pesar del enfoque postmoderno; esquivando
lo sofístico para explayarse en recursos dialécticos de deducción y comparación,
sin caer aún en lo didáctico.
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En ese sentido, y
como El banquete, este libro parece
una ficción pero no lo es; su objeto total es la realidad en sus
sistematizaciones formales, y a ello se atiene. Está dividido en dos partes,
las Historias de Sofía propiamente
dicho y el Tratado del alma; pero la
segunda es más bien un apéndice del primero, en el sentido de que sólo desarrolla
uno de sus temas, esclareciendo sus anotaciones al margen con las suyas
propias. Eso sí, y también como El banquete, es un libro árido e intratable, cuyo elitismo insufrible es la
coraza erizada que antepone; porque es un tema exclusivo para interesados, con
una suerte de esoterismo abierto y diletante, que no duda en rechazar al
atrevido.
Posted by I. Teodoro at 5:40 PM 0 comments
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Friday, November 14, 2014
De las traducciones y el Gaspar de la noche
Con la aguda erudición que le fuera propia, Jorge Luis Borges recordaría que una página de Góngora goza de la perfección de la que
carece una de Cervantes; pero que así mismo, esa perfección de Góngora no
alcanza la trascendencia de la imperfección de Cervantes, que le permite a este
—como impide al otro su perfección— sobrevivir hasta la sevicia de traductores y
editores. En todo caso, recuerda el conflicto de toda traducción, como
recomendando la mesura del equilibrista racional; porque en un caso —siempre según Borges— traducir
el espíritu es una intención tan enorme y fantasmal que bien puede quedar como
inofensiva; mientras que en el otro, traducir la letra, es una precisión tan
extravagante que no hay riesgo de que se ensaye. No obstante hay que recordar
que el mismo Borges era un escritor, y que su mejor ensayística está en un libro titulado Ficciones; porque en definitiva, el equilibrio racional es tan imposible que no
sobrepasa las cotas ficticias de la mera abstracción. El espíritu del acto mismo será lo que prime
entonces, dependiendo de la sensibilidad del lector que consume el libro lo que
determine la preferencia; pero aunque según este criterio no sea lícito argumentar
a favor de una u otra forma, igual las diferencias sí tienen sentido y es por
ello que aportan dramatismo a la experiencia.
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Al fin y al cabo, la pretensión
de literalidad busca transmitir la experiencia misma que constituyó a la obra;
la de liberalidad se contenta con el supuesto sentido de esa obra, como si este
fuera distinto de esta forma misma. Es decir, que Cervantes sea más accesible que
Góngora no lo hará mejor; y descreer de la especialidad gongorina por su
elitismo en favor de un populismo cervantista es tan hipócrita como un acto
político, careciendo de sentido como el ejercicio intelectual que es su consumo;
y que siendo a su vez un acto distinto del de producirlos, tiene por tanto un
sentido distinto que el de la industria —en la que los escritores son productores— que busca manipular al público con la
imposición de las modas como un sentido de profundidad. Eso sería lo que haga
relevante esta dicotomía ante la traducción de un clásico como el Gaspar de la noche, hoy por hoy una
suerte de libro de los libros; que semejante a Las mil y una noches introduce una estética completamente nueva, y
por ello se asienta como canon y referencia sobre la literatura. Como ante una
edición de Cervantes Vs Góngora, se puede traducir el Gaspar buscando la reproducción de su forma o la mera transmisión
de su sentido; sólo que —parafraseando al mismo Borges— el sentido no existe,
lo que llamamos sentido no es más que la compleja maquinaria de la formalidad.
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El funcionalismo de la estética postmoderna no sería
más que la decadencia del formalismo moderno, que no era funcionalista; lo que
no es una contradicción sino que se refiere a la pérdida del sentido de esa
sensibilidad cultural que fue la Modernidad en su envejecimiento. Es por eso
que un gongorismo repentino refresca el esperpento en que habría devenido ese
funcionalismo postmoderno; muy a pesar de que el mismo Borges sentenciara
dogmático que todo estilo se hace barroco en su decadencia, lo cual es una reducción
extrema. Al final, asomarse al arte desde posiciones de principios —que son
abstractas— carecería de sentido; las formas reflexivas que son las artes en
sus objetos propios rebotarían ante la preconcepción del estudioso estricto, desconociéndolas
en su sentido original; que sería por lo que el asombro habría sido transmitido
por la forma y no por el contenido, porque al final los contenidos son sólo los
mismos continentes y no otra cosa distinta, que sería sólo una abstracción
atribuida.
Posted by I. Teodoro at 5:29 PM 0 comments
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Thursday, November 13, 2014
Carta acerca del drama
En el
principio mismo de la realidad, la existencia de Dios es un suceso dramático
que se resuelve en ese milagro puro de la misma; cuando ya en su omnipotencia,
el mismo Dios copaba con su inmanencia toda posibilidad de ser, no dando lugar
así a su propia naturaleza, que es la Creación. Por supuesto, sólo la voluntad
suprema de su Ser le permitió superar la contradicción; en un acto —que al ser
suyo es— de Caridad infinita, contrayéndose para hacer lugar a esta creación
suya. Ese es el pasaje cabalístico que los judíos conocen como Titsum, y que
resulta en la primera categoría de la metafísica; que es Kether, la corona del
universo y que es el Poder mismo de Dios como naturaleza, y es así la primera
determinación del Ser.
Tan compleja
introducción es sólo para develar el dramatismo que lo permea todo, haciendo
del patetismo esa propia naturaleza nuestra; no por gusto reflejado en la
contracción del gesto de los santos, petrificados en sus estatuas de yeso, como
para que no olvidemos que en nuestra raíz está la capacidad de conmovernos, que
es el drama. De hecho, cuando Aloysius Bertrand hace ese canon de la literatura
moderna que es el Gaspar de la noche, lo subtitula como viñetas a la manera de
Rembrant y de Callot; es decir, un claro oscuro en que la vida se refleja por
esa tensión entre el drama y la comedia, y por la que nunca nos resolvemos en
la Tragedia. De ahí que el equilibrio y la mesura no sean reales nunca, sino
que son meras abstracciones pretensiosas; que incluso han de esperar hasta una
época obtusa y arrogante como la moderna
para manifestarse, pues sólo a los pobres modernos se les podía ocurrir
semejante sinsentido.
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No ya los
románticos, dados espontáneamente al exceso, tenían esta predilección por lo
dramático; aún el realismo brutal y también canónico de Balzac se concretaría
en la paradoja y el sarcasmo de una realidad que se hace llamar comedia, cuando
lo que muestra es el mismo patetismo que siempre nos ha caracterizado. Es que
esa idea de mesura y equilibrio se ha integrado ya en la vida de lo humano,
pero siempre como el snobismo banal; que de tan ridículo que es en su pobreza
resulta patético, y así paradójica y nuevamente dramático. ¿Qué no es dramático
en esta vida entonces y que sea a su vez humano?, no quiero yo conocerlo; antes
que eso, te reconozco a ti, dramática, como mi musa, a cuyos pies pongo mis
votos de toda (dramática) veneración.
Posted by I. Teodoro at 4:24 PM 0 comments
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Wednesday, November 12, 2014
Carta del editor y traductor de Gaspar de la noche
Para comprar el libro completo |
En el
proceso mismo de su creación, el autor de Gaspar
de la noche desechó varias de las viñetas originales; no porque fueran de
menor calidad, ya que no se diferencian mayormente de las que quedaron en la
selección final; y de hecho tiene que haber dudado mucho para eliminarlas, en
una decisión debida claramente a que repetían temas y eran simples variaciones con
valor de digresión dentro del mismo libro. Esta selección —pudiera decirse— por
default se dio en llamar Complementos,
aunque no complementa nada sino que resulta como un apéndice por el que se
sigue extendiendo el libro original; y es así como un acercamiento ligero y
circular a ese milagro de belleza y madurez de una literatura que es el Gaspar
de la noche.
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Ignacio T.
Granados Herrera
EdItPar
Posted by I. Teodoro at 1:55 PM 0 comments
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Tuesday, November 11, 2014
Gaspar de la noche en español
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Bertrand,
por tanto, no inaugura la poesía en prosa pero da pie y sienta las bases
formales de esa propuesta; con la que luego los simbolistas tratarían de
recuperar la capacidad reflexiva innata al arte, y que permanecería en ella
aunque sea de modo residual. Eso es comprensible, el racionalismo moderno ya
constreñía de modo definitivo esa capacidad reflexiva del arte; afectándolo sobre
todo en la prosa, por su carácter más convencional y dado al sentido recto; mientras que la
poesía tiende a perder esa misma capacidad, por la excesiva sublimación idílica
a que la constriñe ese mismo racionalismo en su soberbia intelectualista. No
será hasta la segunda mitad del siglo XX que las necesidades económicas de la
clase media en desarrollo reconciliarán el intelectualismo racional y el
formalismo poético; pero igual lo hará en detrimento de esa capacidad reflexiva
propia del arte, como una facultad emocional y no propiamente reflexiva, vital
para la neurosis socio-política el individualismo postmoderno.
Es en ese contexto que el Gaspar de la noche cobró nueva e inusitada importancia, no para las
ínfulas profesorales de las instituciones modernas; a las que poco puede
aportar y ni siquiera contradecir, dada la creciente irrelevancia que va
adquiriendo el arte justo en ese institucionalismo; pero sí para la consistencia
misma del arte como una facultad reflexiva propia de la cultura, no importa su
relevancia eventual. Igual queda la grandeza del libro en sí, lo mismo por su
belleza que por ese alcance filológico suyo, o incluso por su propio alcance
reflexivo; esto es, no el elogio de un Dijon difícilmente medieval (s. XV),
dado el terror mismo con que ese medioevo diera pie a la racionalización
institucionalista moderna, sino su recurrencia a un imaginario con un efectivo
poder simbólico; al que no por gusto se dirigieron los que así se hicieron
llamar simbolistas, no importa si al final resulta dilapidado en las
inconsecuencias de la vanguardia posterior. Para esta traducción del Gaspar de la noche, además, se respetó
esa textura que hace espeso al romanticismo; porque se supone que es en ella
que las imágenes provistas poseen ese valor simbólico como contexto
hermenéutico que las explica, y para lo que no se dudó incluso ni ante el
neologismo con que superar la dificultad sintáctica.
Nota:
Usted puede adquirir un ejemplar gratis de los
Complementos del Gaspar de la noche escribiendo a iggranados@hotmail.com, con el asunto
(subject) “Gaspar de la noche”. También escribiendo a la página de Ediciones Itinerantes Paradiso en facebook.
Posted by I. Teodoro at 3:18 PM 0 comments
Labels: critica, cultura, editpar, El Manierista, literatura, Reseñas
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Monday, November 3, 2014
Carlos Victoria y la generosidad del crítico
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Cuando Antonio José Ponte en un momento de esplendor
publicó El libro secreto de los origenistas, se declaró a sí mismo
celador antes que curador del museo; con eso dejaba claro que el parámetro al
que sujetaba los inteligentes giros de su prosa era la mediocre mezquindad del
desarrollo político de nuestra literatura. No es para criticárselo, si es con
esas histerias con lo que se ganan las cabezas de playa sobre las que luego se
edifica la elegante moderación; y en efecto, sólo después de vertida la sangre
en las hecatombes es que los dioses acceden a mostrar el rostro, y aún así de
soslayo. Carlos Velazco irrumpe en el panorama de nuestra crítica con esa misma
parsimonia de los adivinos, que no ignoran la sangre de los sacrificios pero
tampoco le prestan atención; es esa la elegancia con que efectivamente puede ir
recolectando testimonios que reparen la historia destrozada, más efectivo en su
calma reivindicación, por ser su interés puramente literario. Es de ese modo
que una invitación suya a conocer a Carlos Victoria merece atención, está
basada en su propio prestigio como investigador; con un alud de referencias que
van desde la indagación —en conjunto con su esposa— con que sigue los pasos del cronista Guillermo Cabrera
Infante, en dos libros de los que el menor se lleva varios premios.
Velazco ya se había acercado a Carlos Victoria,
cuando publica —también en conjunto con Elizabeth Mirabal— Chakras, historias de la Cuba dispersa; con el trabajo
probablemente más completo y complejo de ese libro dedicado precisamente a
Carlos Victoria, en una suerte de experimento que recuerda al Rashomón de Akira Kurosawa. Ahora, en un
trabajo para la revista Conexos,
extiende esta invitación a Carlos con una mesura y cautela que le sigue
haciendo merecedor de admiración y respeto; no ya por las virtudes del tema o
de la prosa, que al fin y al cabo ese es el oficio, sino incluso por la
honestidad con que se acerca al personaje. Velazco llega a ser el primero que
menciona abiertamente uno de los tópicos más maliciosamente soterrados de la literatura de
Carlos Victoria; el de la coincidencia temática, y de título y tratamiento
entre uno de sus cuentos más elogiados y otro del verdadero clásico cubano —que
murió con menos bombo— que es Carlos Montenegro, El resbaloso.
De hecho el resbaloso existió, es una leyenda popular camagüeyana sobre
voyerismo delincuente (Ver), y Velazco nos recuerda que también fue tratado por
Carpentier; lo que llama la atención es la incapacidad para haber tocado el
asunto antes y claramente por el entorno del escritor, lo mismo en la
ignorancia imposible que en la complicidad innecesaria.
Victoria en definitiva era un escritor
mediocre, sin otra virtud que el carácter sombrío de sus historias; que podrían
ser buenos referentes de la circunstancia socio política de su generación, y
hasta válidas como indagación personal sobre sus propios traumas, pero sin que
nada de eso tenga de suyo valor literario. Entiéndase, no se afirma que Carlos
Victoria fuera un mal escritor sino que no era malo; eso es lo que no es un
valor literario, y deriva la atención sobre la intensidad de su desgracia
personal —presente en su literatura—, que tampoco es un valor literario. Nada
de eso importa, es probable que a Velazco su propia realidad le haya vendido esta historia como
la misma sublimidad de Reinaldo Arenas; en la necesidad de una generación venida a
menos por la dilapidación —culpable o no— del patrimonio familiar, nada que su
propia inteligencia no le permita dilucidar con el tiempo. Mientras tanto, eso
sí, Velazco entrega una curaduría que vale la pena seguir de cerca; como desenrollando
un ovillo afiligranado por todas las historias que en nuestro mundo han sido, y
a la que sólo puede acceder el crítico con inteligente generosidad. No hay que
olvidar que la mojigatería es hipócrita y sólo oculta la intención de los
aprovechados en el convencionalismo; y Victoria fue de todo menos hipócrita en
la dignidad de su pobreza, contrario a muchos de los que le alimentan el mito.
Posted by I. Teodoro at 2:06 PM 0 comments
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Sunday, November 2, 2014
Nuevo elogio de Juan Manuel Salvat (Contra los íconos de Mahoma-II)
Hace poco más de un año
Juan Manuel Salvat anunció el cierre de la librería Universal, y los lamentos y
los sarcasmos no se hicieron esperar; de hecho, los lamentos se disolvieron en
la indiferencia final, pero aún los sarcasmos ruedan como el eco de lo que fue.
A Salvat aún se le menosprecia y se le niega su valor icónico, olvidando en la
arrogancia que un ícono es sólo la representación viva de un fenómeno en su
trascendencia; y que quiérase que no, el sí es aún y por antonomasia el epítome
de la cultura cubana en Miami, a la que representa por derecho propio. Se trata
de que a Juan Manuel Salvat sólo se le puede criticar haber sido un hombre de
su tiempo y lugar, ese Miami que con tanta arrogancia han criticado las huestes
de epígonos seudo intelectuales que la merodean incluso quienes no viven en
ella; una contradicción que empezó con la oleada del Mariel, y el grupo que
quiso distanciarse de la llamada escoria —como los revolucionarios en Cuba— con
la creación de un falso perfil intelectual; con el que irrespetaron el carácter
histórico del exilio tradicional, y propiciando a su vez y con ello el
surgimiento de otra elite falsa que capitalizara el aspecto político del conflicto.
Para empezar, sería
bueno corregir un poco la perspectiva y comprender el sentido mismo de
Ediciones Universal; que según palabras del propio Salvat, no fue nunca
intelectual, en ese sentido de elite especializada de los que disputan el
término. Universal habría surgido como un negocio de simple distribución, que
amplió su perfil casi inmediatamente para imprimir literatura de origen
mayormente político y popular; fue su propio peso comercial en una comunidad
que carecía de propuestas de ese tipo, lo que la llevó a derivar en el negocio
de publicación más amplio que tenía cuando cerró. En ese sentido, nunca habría
desarrollado un interés intelectual, sino que habría sido esa comunidad diletante
y vaga la que se lo habría atribuido, incapaz de crearlo ella misma; lo que no
es extraño, si en Miami los intelectuales prestigiosos son los que pueden
colocar una reseña literaria de 350 palabras en el suplemento dominical del
periódico comunitario; como mismo, y por su propia mediocridad, esos
intelectuales supercríticos terminan orbitando ese Miami que detestan; sin
olvidar la burbujosa fantasía en que creen tener revistas prestigiosas porque
los listos de Google y Wordpress les dan plataformas gratis con que atraer
visitantes a sus propias órbitas, más cuatro torpes que creen que pueden
enseñarle algo al mundo.
Eso podría corregir
incluso la aclaración del mismo Juan Carlos Castillón, que habiendo trabajado
allí se aferra a esa imagen clásica y bohemia que cita; para lo que además se
olvida de que está describiendo un fenómeno de la primera mitad del siglo XX en
el último cuarto del siglo XX y principios del XXI —como si la evolución
histórica no afectara los comportamientos culturales desde la determinación
económica—, cuando ya el arte y la literatura han perdido su relevancia
cultural y política en favor de las tecnologías. Salvat, guste o no, es un
genio precursor incluso para ese modelo arcaico de cultura; que gracias a su
sagacidad comercial —distinto de las pretensiones intelectualistas— logró
imponer el perfil hispano en la Feria Internacional del Libro de Miami, el
evento más importante de su tipo en el país y que con la pobre visión de
nuestros intelectuales —demasiado mezquinos hasta para un epigonato decente—
hubiera sido totalmente capitalizado por Books & Books. Los horrores
editoriales de Universal se explican en la arrogancia de los autores locales, no
en la tacañería de quien fue responsable con su familia y no de la tontería y
la banalidad de quienes sueñan con su propia UNEAC; y ciertamente, al cabo del
año todavía hay que recordar que fue en esos predios donde se dio una tertulia
como la de los sábados, a donde iban a florear los altaneros intelectuales con whiskey
ajeno. Todo suena al final como aquella literatura caballeresca, en que los
cristianos iban contra los ídolos de Mahoma; olvidando que los musulmanes eran
hasta más monoteístas que ellos —los únicos en rigor— careciendo del espeso
santoral con que hasta estos neo-intelectuales se copian a los católicos.
Posted by I. Teodoro at 11:45 AM 0 comments
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