Monday, April 27, 2020

HIPERMETAFÍSICA


Entre las cosas incomprensibles del Surrealismo están el humor y la simplificación aparente; por eso, el término de Patafísica descreería de la seguridad con que se proclamó su seriedad, por la sonrisa. Sobran las explicaciones de su posible humor, pero esa insistencia misma es sospechosa en esa gratuidad; porque apunta a cierta inseguridad del postulante, que no se atreve explicar una intuición que a él mismo le resulte incomprensible.
Como principio, la 'Patafísica consistiría en una superación de las restricciones racionales de la metafísica; que resultan sorpredentes, en su búsqueda constante de una necesidad inmanente, con la inmediatez de la causística. Puede decirse que la 'Patafísica es la única estética realmente objetiva, aunque suene y resulte paradójico; pero ese es su mejor valor, puesto que la realidad es siempre paradójica, sobrepasando en sus propias determinaciones esas restricciones que siempre padece la lógica racional.
De ahí que ésta sea una primera propuesta formal y rigurosa de una estética, desde los tiempos de Platón y Aristóteles; por supuesto que existe el rosario de sabios que ha tejido una estética desde entonces, cada una más culminante que la otra; pero también está dicho que sólo son notas al pie de Platón, en lo que probablemente resida su ineficiencia. La intuición, con que se reconocería a Jarrys como precursor de Heidegger, no tiene en cuenta este carácter intuitivo suyo, pero tampoco estaría descaminada.
Su reducción adoratriz en la religión virtual del surrealismo postmoderno, es un suceso menor y posterior; es el inevitable resultado de la incomprensión de los resplandores, que así mantenen el objeto hasta que se le pueda comprender. Lo cierto es que su definición como regla de la excepcionalidad la sobrepone a esa parafernalia litúrgica, y reconoce el sentido reflexivo de la estética; que supliendo la constricción progresiva de la filosofía por el inmanentismo de las ciencias, desconoce la trascendencia de la realidad.
Ya vendrán tiempos mejores, en que la popularización de las ciencias acerque el concepto de lo cuántico a la gente; que así podrían comprender esa "ciencia de las soluciones imaginarias que atribuye simbólicamente a los lineamientos las propiedades de los objetos descritos por su virtualidad" (Gestes et Opinions du Doctor Faustroll, 'pataphisien, Libro II). Sobre esa definición es que se desarrollaría la ciencia 'Patafísica, y siendo su reducto filosófico sería al que debe referirse cualquier exégesis.

El énfasis de ese extracto en las excepciones es lo que resulta prometedor y seriamente filosófico; porque se centra en la falla de la filosofía occidental, incluida la eficienia del realismo de base aristotélica. Como principio, el Idealismo podría completarse con el Realismo, su opuesto natural; pues sería entre ambos que se puda iluminar la oscura tensión en que ocurre la realidad como un orden; ambos son abstracciones, que por tanto sólo ofrecen una comprensión parcial de ese objeto suyo que es la realidad.
Pero en la historia, Idealismo y el Realismo no pueden sino destruirse mutuamente, por la contradicción directa; aunque por lógica elemental, los contradictorios son complementarios, a diferencia de los contrarios. El problema vendrá cuando la presión política los confronte en esa contradicción com absoluta, sin atender a su relatividad; pero acaso exista lo real sin ese defecto en que deviene la presión política, para darle forma con su distorsión. Ahí es que relice la facultad del arte, dando el esquinazo estético para sobreponerse a esas restricciones de la filosofía; y sería el valor de Alfred Jarrys, pero justamente un fracasado, que trae una propuesta concreta de Epistemología, y de ahí su postulación que pudo evitar hasta los excesos de Heidegger.
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Valga comprender esa imposibilidad racional, que afecta a la física y a la metafísica, haciéndolas ineficientes; porque lo que no comprende es esa excepcionalidad de los fenómenos reales, haciendo inefable esa condición propia de lo real. Hay un acceso marginal a esto en las matemáticas, pero sólo en esas ecuaciones exponenciales, que imponen la excepción; porque fijan lo cualitativo como determinación funcional de las cantidades, que es lo que desconoce la lógica racional.
De la Alemania de Heidegger, Herman Hesse figuró el universo lúdico de Castalia, el conocimiento como abalorio; y lo destruyó incrédulo, por esa deficiencia de la racionalidad, pero él no era un surrealista encandilado con su propia intuición. Este, entonces, sería el valor mejor del Surrealismo, no sus cuestionable formalismo; es decir, el Surrealismo, por vía de su más fracasado exponente, es el que libera el pensamiento en su capacidad de comprender a la realidad.

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