Monday, April 25, 2022

Georgina en el cielo, con diamantes

La cátedra Nelson Mandela celebró el cumpleaños de mi madre, Georgina Herrera, con una actividad popular; y el solo hecho de que dejaran fuera de esto al gran manipulador, es motivo alegría y purifica el recuerdo. Por supuesto, no se van a disculpar nunca, porque no tienen la capacidad para eso, pero ese es el problema de ellos; el hecho de que Roberto Zurbano no participara de estos festejos, más o menos oficial a la vez que popular, es suficiente.

Después de todo, la única razón a la que reaccioné con virulencia fue a esa intervención soez y arrogante; así que superado el obstáculo, no debería haber más problemas, aunque se mantenga la expectativa. En todo caso, conmueve la modestia de la presentación, a pesar de los clichés de su populismo; pues todo el mundo sabe que no es posible ser popular y oficial, en una tensión zanjada por el sentido común.

Por supuesto, el problema radica en que todo el mundo excluye a Cuba, como una categoría especial de la tontería; en su creencia de que sus manejos ideológicos sean lo que parecen y no meros símbolos, carentes de significado propio. Pero es sin dudas hermoso ver esa precariedad, con que gente joven —que no tuvo el lujo de ver a Asennenth Rodríguez y Alden Knight— hicieron su presentación. Es algo a agradecer, porque lo importante aquí es que se consiga la permanencia y no la perfección; esa vendrá después, conseguida esta permanencia, incluso a base de corrupción del alma, cuando pueda reorganizarse el pensamiento.

Lo cierto es que sin permanencia no hay pensamiento que corregir, ni siquiera corrupto, y es hora de acabar con ese falso heroísmo que exige sacrificios como un dios bárbaro. Con toda la modestia y humildad, y desde la otra punta del espectro político, muchas gracias a la Cátedra Nelson Mandela y a su interesante líder.


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