Sunday, February 1, 2015

Acerca de la propuesta neomarxista

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El neo marxismo existe desde el instante mismo en que se creó una versión oficial, con el llamado marxismo científico; que lo habría rebajado a una simple elaboración ideológica desde su propia estructuralidad como filosofía, a partir de la interpretación leninista. En este sentido, el neo Marxismo habría sido el marxismo no ortodoxo, propio de la izquierda occidental; contrapuesto al marxismo científico, elaborado por las universidades como escolástica, encargada de conciliar todas las tendencias en función del estado soviético. Es decir, el Marxismo no se distinguiría en su comportamiento del de las doctrinas religiosas; de las que reproduciría no sólo la elaboración ideológica, dirigida a la legitimación del estado y proveerle sus determinaciones formales; sino incluso, como en el caso del cristianismo católico, una liturgia y una hagiografía o historia sagrada. No es extraño que no poseyera misterios, si ya a estas alturas las religiones no necesitaban misterios para su establecimiento en la órbita occidental; como lo demostraría el Islán en primera instancia, pero también las derivaciones disidentes del Cristianismo en las prácticas budistas, así como las formas más primitivas del mismo evangelismo cristiano.

No obstante, tanto ese neo marxismo —que más que neo era heterodoxo— como la doctrina oficial soviética se mueven en torno el marxismo primitivo; es decir, una intuición filosófica novedosa, al basarse en la interpretación de la historia a partir de sus relaciones económicas, pero que todavía reproducirá los vicios de la filosofía moderna. En efecto, el Marxismo es en este sentido una filosofía moderna, filo positivista y tendiente a la reducción formal del racionalismo que caracteriza a la Modernidad; todo ello originado en la misma raíz filoplatónica del agustinismo católico, en contraposición al realismo aristotélico tomista. Eso no es gratuito, se deberá a que la derivación de la filosofía como una especialidad fuera de la subestructura religiosa respondía aún a la sujeción dogmática del catolicismo; que a partir de su escolástica condicionó todo el desarrollo filosófico del Realismo aristotélico-tomista al dogmatismo teológico agustiniano-platónico.

Es en ese sentido que un Neomarxismo real debería corregir esos vicios del absolutismo idealista, todavía visibles en el origen objetivista del Materialismo; que aún como dialéctico o histórico, dependerá del concepto absoluto de Materia y no de la estructuralidad metafísica de lo real, aún si consiente en alguna metafísica. De hecho, el libro supremo del Marxismo, el Capital, abunda en una profusa metafísica que introduce a su teoría económica como base de la historia; no importa si esa elaboración es suprimida en el cientificismo escolástico del Marxismo científico u ortodoxo, que lo rebaja a doctrina ideológica; pero que aún, de todas formas, no se organiza en torno a la realidad sino que se acerca a la misma en una comprensión primitiva, sin concederle una objetualidad propia. Ese es el sentido de este nuevo acercamiento al Marxismo, en tanto corrección de aquellos vicios del idealismo incluso si objetivo; su postulación como una forma propia del realismo que lo concilie con sus propias expectativas históricas, incongruentes con esa naturaleza seudo realista que tiene su elaboración objetivista en el concepto de Materia; que es absoluto sin que lo pueda evitar en ese idealismo que lo caracteriza en un valor conceptual, no como mera referencia cognitiva sino de valor propio como realidad.

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