Monday, November 1, 2010

Lezama Lima y la frustración del poeta

Un Poeta en el sentido misterioso del término, es un sujeto sin tradición; pero un sujeto, paradójicamente, responde de alguna manera a la tradición; y la tradición poética es un subproducto de la formación del sujeto, del ego. Para decirlo de otro modo, un sujeto ha llegado a ser lo que es, un ego poético, porque ha dejado de ser un Poeta; pero un Poeta no es lo mismo que un poeta, la diferencia viene dada por el acto de ser; se puede ser un Poeta en acto sin ser un poeta en verso, pero es inverosímil creer que un poeta en verso pueda ser un Poeta en acto. La frustración de un poeta viene de ahí: le falta espontaneidad; pero en un Poeta en acto el esfuerzo ha sido trascendido, en el esfuerzo estriba la frustración. Si Lezama escribió Paradiso, fue debido a esa frustración; el significado del ser para la resurrección que contraponía la declaración de Heidegger, el ser para la muerte no era otra cosa que mantener viva la idea de un sistema poético (teológico) del mundo. De aceptarse ser para la muerte, la teología carece de sentido. Lezama, entonces, no podría visualizar su posten, experiencias hedónicas en la concepción teológica de la resurrección. Aquí estriba el clímax de la frustración Lezamiana, pues al no romper con la tradición la novela alivia el sentido de frustración de no poder ser un Poeta en acto; la novela Paradiso es entonces un alimento para sobrevivir la desesperación existencial. Lo que es para Sartre “la vida no tiene sentido”, para Lezama el hecho novelable es el sentido que aplaca la frustración del poeta.

Para Lezama, lo difícil es estimulante, el ego del poeta se asienta en lo difícil, en la voluntad; no hay ego sin esfuerzo y no hay esfuerzo sin frustración. Fragmentos a su imán: la mayor frustración del poeta. El imán, el ego del poeta, en una feroz lucha por imantar un sistema, pero al final desvaneciéndose en el Pabellón del vacío. Es lo que sucede en Lezama, en un poeta en verso: la vida envuelve el misterio poeta vs sujeto. La tradición, la cultura y la historia comienzan cuando se ha dejado de ser un Poeta en verdad. Lezama no estuvo, desde luego, consciente de este hecho; creyó que los poetas griegos, los órficos por ejemplo, habían creado una tradición poética. Nada más falso. Los nombres de los poetas griegos, por ejemplo Pindaro, el que ha muerto, no son nombres comunes, no son imaginaciones poéticas, sino realizaciones poéticas. Los órficos no responden a una era imaginaria, sino a su antípoda.

De modo que, los vasos comunicantes que suelen encontrarse entre una moderna generación de poetas con los poetas órficos no es mas que una epifanía de la imaginación; la tradición ha intentado comunicarlos, eso es todo. Por eso allí, en la ruptura, solo existe la discontinuidad, un vacío que produce una caída, sobre todo en aquellos que sienten la necesidad de explicar la frustración; de una poética que es en sí misma mística, se pasó a una poética teológica, sobrenombrándola mística, ¿y cuál fue el resultado?. De hecho, la frustración deviene en un intento de explicación y racionalizacion acerca de lo misterioso, de lo inefable, del hecho poético convertido en imagen: de ahí el origen de la teología mística. Un Poeta en si, un Pindaro, de hecho ha desaparecido, pero la tradición poética no. La tradición posee su ego, su historia y cultura. Esta es la diferencia esencial. Lezama es propenso a la tradición, no a la existencia de los Poetas por naturaleza propia.

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